jueves, 1 de noviembre de 2007

Gratos recuerdos

Publicado en Diario de Colima
6 de mayo de 2007

Miguel CHÁVEZ MICHEL*

PARA sorpresa de quien esto escribe, la semana antepasada al examinar en mi domicilio particular la correspondencia electrónica, con agrado leí y releí un e-mail procedente de la ciudad de Guadalajara, Jalisco, que a la letra dice: “…Sr. Miguel Chávez Michel, antes que nada permítame saludarlo y presentarme, mi nombre es Norma Guadalupe Burgos Camacho, soy hija de la maestra Judith Camacho Rosales. Tuvimos la oportunidad de leer su entusiasta columna , publicada en el primero de abril de este año. A mi madre le dio mucho gusto leer que uno de sus alumnos la recuerde con tanto aprecio y por mi conducto agradece sus emotivos comentarios; al igual que yo, ella también recuerda con mucho cariño a sus alumnos de Armería y me pidió le proporcionara su número telefónico para saludarlo. Gracias por tomarse el tiempo de leer este correo. Con gratitud: Norma Burgos…” (Concluye la cita).

Tal vez por los años transcurridos, sin tener noticias, de mi apreciada maestra, fue tanta mi sorpresa que me quedé un buen rato francamente asombrado, no lo podía creer. A mi mente, con la velocidad del rayo, se presentaron múltiples remembranzas y no menos preguntas; a la vez que recibía con júbilo la buena noticia que aún vivía mi bien recordada maestra, me interrogaba, ¿cómo llegó a sus manos mi anterior colaboración? ¿Cómo se encuentra de salud? ¿Qué fue de ella?, etc.

Simultáneamente, se manifestaron gratos recuerdos de la infancia; evocaciones de sus amenas y espléndidas clases; los nombres, apodos, ingenios, juegos y una que otra diablura de los condiscípulos y las no menores travesuras, de quien ahora comenta esas vivencias. También vinieron a mi mente evocaciones de los exámenes escritos y orales, las lecturas, las tareas, las exigencias de nuestros padres, los premios y castigos. En síntesis, agradables añoranzas de los días que jamás volverán.

No sin antes agradecer el correo recibido, por la misma vía (e-mail), acusé recibo informando que esa noche me comunicaría telefónicamente con la maestra Judith Camacho Rosales. Y así fue, personalmente me contestó, de inmediato, no obstante los años transcurridos, identifiqué su timbre de voz. Desde los iniciales saludos, a través de sus palabras y exacto conocimiento de conductas y contextos, advertí, que sabía más de las familias, carreras y andanzas de quienes fuimos sus alumnos, que nosotros, de su vida.

Con puntual lucidez mencionó uno a uno, por sus nombres y apellidos, casi a la totalidad de sus discípulos y en la medida que los nombraba, con risas, chascarrillos y agudezas, no faltaron menciones de las alegres anécdotas, tanto individuales como grupales de la época. Por más de una hora, juntos repasamos gratos recuerdos. Así, con agradables testimonios, iniciamos nuestras remembranzas evocando, con reconocimiento, amistad y simpatía, a quienes ya se nos adelantaron en el camino sin retorno: Ernesto Mora, José Fierros Villa e Ignacio González Diego.

Luego, se acordó, entre otros, de Rodolfo Mora García, Jorge Macías, Pepe Virgen, Jaime y Joel Jiménez Virgen, Raúl Díaz Rincón, J. Jesús Mora Govea, José Luis Magaña, J. Jesús Ortiz Montes, Dámaso Aparicio, Juan Alberto Gómez, Ignacio Hoyos García, Efraín Ivón Pérez Ochoa, Jorge Virgen, Arnulfo Díaz Lara y mi hermano José Chávez Michel. Me comentó, que dado el acercamiento que conserva con su madrina la señora Mercedes Rodríguez viuda de Ramírez, tiene excelentes relaciones de amistad con los hermanos Arnoldo y Felipe Ramírez Rodríguez, a quienes visita con cierta periodicidad.

Hermanados en los recuerdos, evocamos la memoria del padre Juan Hernández León y al efecto, ambos, coincidimos en la destacada labor educativa que desarrolló al frente de la parroquia de Armería. Simultáneamente, reconstruimos su recta severidad y estricta exigencia en el cumplimiento de los planes y programas de estudio del Colegio “Sor Juana Inés de la Cruz”. En los mismos términos, aludimos a la señora Ernestina Linares Michel de Herrera, presidenta del Patronato, quien además de estar al pendiente del buen manejo de los recursos financieros del plantel, coordinaba con basto entusiasmo las actividades culturales y dirigía las veladas literarias y obras de teatro.

Con diligente concreción recordó la precisa exigencia, cuidadosa vigilancia y puntual apoyo que recibió de nuestros padres, quienes siempre estuvieron atendidos y enterados de los avances educativos de sus hijos. En este orden, aludió, con especial amabilidad y satisfactorios recuerdos a don Felipe Ramírez Alcaraz, Víctor Mora Nolasco, Rosalío González Espinosa, Genaro Díaz Cuevas, Emilio Pérez Alcocer, Salvador Mora Nolasco, Valente Jiménez Delgado, Miguel Chávez Vega, Arnulfo Díaz Cuevas, Ignacio Hoyos Velázquez, Luis Aparicio, Luis Magaña, Miguel Gómez Medina y muchos más, que en este momento escapan a mi memoria.

Del mismo modo, como si fuera ayer, enumeró hechos y anécdotas de nuestras astutas ocurrencias; de las avispadas habilidades para aprender picardías y de las sanciones a que nos hicimos acreedores. Citó, con original rectitud, las ocasiones en que tuvo que utilizar la fuerza de su carácter, para no perder el control y el respeto de sus alumnos. Seguro estoy, que con la satisfacción del deber cumplido, me expreso: “…Gracias a enérgicas medidas disciplinarias y el puntual apoyo de sus padres, hoy puedo decir con orgullo, que todos son hombres de bien…” Y concluyó: “…Todos fueron buenos estudiantes…” En este aspecto, mucho ayudaron los padres de familia que siempre revisaban las tareas y estaban muy al pendiente de las calificaciones de sus hijos…”

Por mi parte, al expresarle mi gratitud, estimación y afecto personal, le comenté que desde hace algunos meses Pepe Virgen propone una reunión de convivencia familiar de todos los egresados del Colegio “Sor Juana Inés de la Cruz”, para conmemorar el cincuenta aniversario de haber concluido la educación primaria. De concretizarse, aceptó ser nuestra invitada de honor. (Concluye el diálogo telefónico).

Abordando el tema que nos ocupa, el pasado jueves, en la reunión quincenal del Club de Leones de Armería, compartí con mi condiscípulo y hoy compañero León Joel Jiménez Virgen el grato diálogo sostenido con la maestra Judith Camacho Rosales. Ante la encantadora noticia, de inmediato se agregaron a la plática el Prof. Druso Alfonso Escalante Petra y don Antonio García Nuñez, este último, nos comentó, que en efecto, en la Semana de Pascua la había saludado, ya que la maestra Judith había ido a su domicilio a visitar a su esposa Raquel León.

De inmediato, se volcaron conocidos y agradables recuerdos. Entre otros, Joel Jiménez Virgen hizo referencia a la solemnidad de los exámenes orales de la época que se realizaban en presencia de los padres de familia y autoridades educativas. También, nos participó que aún conserva libros y libretas de quinto y sexto año de primaria, y que en ellos, en donde concluyen las tareas o las lecciones presentadas, se observa, después de la calificación encerrada en un círculo, las iniciales “JCR”, que corresponden a la maestra Judith Camacho Rosales.

Por todo lo anterior, al recordar con afecto y gratitud a nuestra querida y siempre bien recordada maestra Judith Camacho Rosales, sean estas humildes pero sinceras líneas, un timbre de honor a su persona y al apostolado de su misión magisterial. Gracias maestra y que viva muchos años.

*El autor es miembro del Consejo Estatal de la Crónica, la Asociación Colimense de Periodistas y Escritores, y la Asociación de Cronistas de Pueblos y Ciudades del Estado de Colima.

chavezmichel@colima.com
chavezmichel@gmail.com

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