martes, 4 de diciembre de 2007

Virgen de Guadalupe, Patrona de Armería

Publicado en Diario de Colima
16 de octubre de 2005

Miguel CHÁVEZ MICHEL*

Según un estudio sobre la Parroquia de Tecomán escrito por el Pbro. Salvador Munguía en Diciembre de 1952 y rescatado por el Padre Crescenciano Brambila en su libro sobre “El Obispado de Colima”, desde 1850 los sacerdotes encargados de la Parroquia de Santo Santiago en Tecomán atendían a los feligreses de la entonces “ranchería de Armería”, así, domingo a domingo, el Cura de Tecomán celebraba la Santa Misa en casa de Don Serapio Sánchez, lo que quiere decir, que en lo eclesiástico, Armería pertenecía a la Parroquia de Tecomán.

Poco después, con apoyo de los vecinos se construyó cerca del casco de la “hacienda” una Capilla de palapa y pajarete, misma que se llevó la corriente del “Río Grande” en 1875. Con motivo de esta creciente del actual “Río Armería”, la “Hacienda de Armería” y su “centro de población” (Ranchería de Armería) se trasladó una legua más al sur ubicándose enfrente de lo que fue la Estación del Ferrocarril de la actual Ciudad de Armería, lo que quiere decir, que Armería, en lo político, desde 1877 en que se erigió el Municipio de Manzanillo, pasó a formar parte de su jurisdicción.

Con motivo del maremoto en Cuyutlán del 22 de junio de 1932, la mayor parte de los sobrevivientes de este Balneario, se quedaron en Armería a radicar definitivamente, lo que propició que la “ranchería de Armería” fuera elevada a la categoría de “pueblo” el 29 de abril de 1935.

Una vez que el pueblo de Armería fue dotado de su fundo legal, previa planificación, se inicia la venta de los lotes de terrenos urbanos, olvidándoseles a sus proyectistas, según decir de los avecindados, prever un terrero para la construcción del templo, lo que indujo, que algunos vecinos encabezados por Don Juan Chávez y Avelino López Ciprian se pusieran en contacto con el párroco de Tecomán el Pbro. D. José Maria Arrguín, para que los atendiera en lo eclesiástico. Entre este grupo de avecindados se encontraban, entre otros Don Juana Paredes, Teófilo Chávez, Ramón de la cruz, Juan Heredia, Francisco Gutiérrez, Fabián Ramírez, José Soltero y J. Concepción de la Mora.

En 1977, con motivo de la inauguración de la Primera Feria de Armería, sentados en una de las bancas del Jardín de Armería, mi amigo Don Guadalupe Rodríguez (a) “El Comino” y sobreviviente del “maremoto”, me comentó: “...a nuestra petición, el 12 de diciembre de 1932 se concelebró en la “Galera” de la “Hacienda de Armería” un gran misa en honor de las vírgenes de “Guadalupe” y de “Talpa”...” y siguió diciendo “...porque a ellas nos encomendamos cuando vimos que se nos veía encima la gran ola...” y después de una pausa, continúo con su amena charla, “...por ello, cuando se construyó la Capilla de Armería le pedimos al Obispo Don Amador Velasco que la Iglesia se dedicara a la “morenita del “Tepeyac”...” y desde entonces, “...todos los habitantes de Cuyutlán, año con año, visitamos a nuestra madre protectora la Virgen de Talpa...” Así concluyó el comentario de mi amigo, que en paz descanse.

Y en efecto, desde 1939, El Sr. Cura de Tecomán, Pbro. D. José Maria Arrguín, comisionó al Padre Juan Hernández León para que organizara a los feligreses de Armería, en este marco de antecedentes y ante la insistencia del grupo de católicos encabezados por Don Juan Chávez y con el apoyo del Padre Juan Hernández, Don Jesús Covarrubias primero prestó y posteriormente donó un predio que se localizaba frente a la actual “Escuela Revolución” (calle Chihuahua y Avenida Progreso, hoy Manuel Álvarez, es decir, contra esquina del actual jardín principal). De inmediato, con apoyo de todos los habitantes se construyó una capilla de teja y pajarete para ofrecer los servicios religiosos.

Poco después, los hermanos Juan y Teófilo Chávez donaron dos lotes de terreno urbano de su propiedad, en donde actualmente se encuentra la parroquia, y con el beneplácito del Excmo. Sr. Obispo Don José Amador Velasco y del Pbro. José María Arreguín se inició la construcción del nuevo templo. Se comenta, que a iniciativa del Padre Juan Hernández León se tomó de modelo el templo de la población de “El Limón”, Jalisco. Así, se iniciaron las obras de construcción y la inauguración de su primera etapa, el 12 de diciembre de 1943, la capilla contaba con un espacio para el “coro” y entre estos dos altos campanarios con dos torres de concreto.

Con motivo de la referida inauguración el Excmo. Sr. Obispo Don José Amador Velasco y Peña, a petición de los vecinos, declaró “patrona de Armería” a la “Virgen de Guadalupe”. Para conmemorar este magno evento, se celebró la “primera función” con un “novenario” en honor de la virgen. La pintura de la “Virgen de Guadalupe” la imagenes del “Sagrado Corazón” y “Nuestra Señora del Carmen”, el “Sagrario” , “ornamentos”, “Armarios” y “Custodia” los donó Don Jesús Covarrubias. El “Santo entierro”, “Ma. Auxiliadora”, “Santa Teresita del niño Jesús” y las bancas de madera, la regaló Don Felipe Ramírez Victoria.

Once meses después, el 12 de noviembre de 1944, la “capilla de Armería” fue erigida en “Vicaría” y se designó primer Vicario al Pbro. Juan Hernández León. En 1949, entre torre y torre se colocó un “reloj público” que costó $ 6,000.00. Cómo dato curioso, mi padre me comentó, que el Gobernador Don Manuel Gudiño, lo señaló en su informe, como obra materia de su Gobierno, lo que indignó a toda la población, ya que todo el pueblo había colaborado para su compra e instalación y al gobierno no le había costado ni un solo centavo. Este reloj aún se conserva en su única torre.

Después de siete años de ser Vicaría, el Excmo. Sr. Obispo Don Ignacio de Alba la erigió en “Parroquia” por Decreto del 5 de diciembre de 1951, ejecutándose el 10 de diciembre del mismo año en una “Misa Pontifical” y leyendo el Decreto el Sr. Cura de Tecomán Don José María Arreguín, el Obispo de Alba, designa párroco al Pbro. Juan Hernández León.


* El autor es miembro del Consejo Estatal de la Crónica, la Asociación Colimense de Periodistas y Escritores y la Asociación de Cronistas de Pueblos y Ciudades del Estado de Colima.
chavezmichel@colima.com
chavezmichel@gmail.com

Fiestas patronales

Publicado en Diario de Colima
14 de diciembre de 2005

Miguel CHÁVEZ MICHEL*

Dedico este artículo a mi madre
que siempre fue Guadalupana.

Si analizamos, desde un punto de vista positivo, el “maremoto” registrado en el balneario de Cuyutlán, la mañana del 22 de junio de 1932, encontraremos, que éste, favoreció, en primera instancia, entre otros referentes, la urbanización y crecimiento demográfico del pueblo de Armería. Desde otra óptica, no menos importante, en este desastroso y lamentable evento, encontramos, el antecedente más importante de las “fiestas patronales” de nuestro pueblo, dedicadas, en honor de la “Virgen de Guadalupe”.

En efecto, el “maremoto”, propició, que muchos de los habitantes de Cuyutlán, que sobrevivieron a esta fatalidad, se quedaran en Armería a radicar definitivamente. Este hecho, junto con el incremento poblacional alentado por el “reparto agrario”, favoreció, para que la entonces “ranchería de Armería” fuera elevada a la categoría de “pueblo” el 29 de abril de 1935.

Asimismo, cabe tener presente, los comentarios, que en vida me hiciera Don Guadalupe Rodríguez (a) “El Comino”, en el sentido, que para “dar gracias por haber sobrevivido al maremoto”, a petición de los damnificados y con el beneplácito de la mayoría de los avecindados de Armería, el 12 de diciembre de 1932, el Padre José Maria Arregüin, concelebró una misa, en la “galera de la Hacienda de Armería”, en honor de las vírgenes de “Guadalupe” y de “Talpa”, y desde ese año (1932), el “12 de diciembre” paso a ser un día de fiesta para todo el pueblo de Armería. Prueba de ello, en los libros de la Parroquia de Santo Santiago de Tecomán se asienta que en 1936 “…con motivo de las fiestas Guadalupanas de Armería, el Pbro. José María Arregüin bautizo 14 infantes…”

Sobre este particular, en vida, mi madre Magdalena Michel Araiza , me comentaba, que en 1939 fue comisionado por el Párroco de Tecomán, el Padre Juan Hernández León, para organizar las fiestas de pueblo. Y que ese año, todo el pueblo fue arreglado con “pasacalles” adornados con “papel de China” y que Don Juan Chávez, trajo, no se de donde, muchos “faroles de papel” que fueron colocados en las puertas de lo hogares cristianos. Con alegría y entusiasmo, en amenas charlas, me reseñaba: “…Armería no tenía luz eléctrica… A los faroles, les pusimos en el centro una vela y por las noches, hubieras visto, que hermoso se veía el pueblo, iluminado con faroles de varios tamaños y variados colores… por primera vez, las fiestas se prolongaron tres días… fue tanto el éxito, que a petición de todo el pueblo, el Padre Juan se quedó con nosotros hasta el día en que Dios se lo llevó…” Concluyen los comentarios de mi madre.

Así, a partir de 1939, el Padre Juan Hernández León es comisionado para organizar a la feligresía de Armería; el 24 de agosto de 1942 es designado Capellán; el 12 de diciembre de 1944 se le confiere el cargo de Vicario y el 5 de diciembre de 1951 es investido de Párroco de Armería. Si la mente no me engaña y el corazón no me juega una broma, ya habrá oportunidad, más adelante, para dedicarle mis modestos comentarios, a este gran hombre, a quién tanto debe el pueblo Armería.

Continuando con las fiestas Guadalupanas de mi pueblo, tema central de esta colaboración, explico: 12 de diciembre de 1943, el Excmo. Sr. Obispo Don José Amador Velasco y Peña, auxiliado por Monseñor Ignacio de Alba declaró “patrona de Armería” a la “Virgen de Guadalupe”. Para conmemorar este magno evento, se celebró la “primera función” con un “novenario”. El 12 de diciembre de 1944 la capilla de Armería es erigida en Vicaría. La imagen que aun se venera fue donada por Don Jesús Covarrubias.

A partir del 5 de diciembre de 1951, fecha en que la Vicaría de Armería fue elevada a la categoría de Parroquia, el “novenario” de transformó en “docenario”, es decir, en lugar de nueve, son doce los días de fiesta. Año con año, la parroquia publica una “décima” que contiene los horarios de las misas y los nombres de los oferentes.

Dada la importancia de estas fiestas, en 1977, siendo Presidente Municipal el Sr. Víctor Manuel Jaramillo Carrillo, se organiza, paralelamente, a las celebraciones religiosas, la primera “Feria de Armería”. Así nace, se desarrolla y consolida la fiesta más importante de mi pueblo. Felicidades a los organizadores de ayer y de hoy. Para quienes ya rindieron tributo a la tierra que los vio nacer, sean estos comentarios un timbre de honor. Para quienes continúan esforzándose por darnos lo mejor de su vida, muchas gracias. Lo mejor de Armería son sus habitantes.

* El autor es miembro del Consejo Estatal de la Crónica, la Asociación Colimense de Periodistas y Escritores y la Asociación de Cronistas de Pueblos y Ciudades del Estado de Colima.
chavezmichel@colima.com
chavezmichel@gmail.com

(1) Anécdotas de Don José Ochoa Méndez

(Primera de dos partes)

Publicado en Diario de Colima
16 de julio de 2006

Miguel CHÁVEZ MICHEL*

Siendo casi un niño, días posteriores al “ciclón del mes de octubre de 1959” conocí, en casa de mis padres a Don José Ochoa Méndez, descendiente de genuinos trabajadores de la “Hacienda de Paso del Río”, era un hombre alto y delgado, de aguda inteligencia, privilegiada memoria, pulcro en el vestir, de trato sencillo y amable, gestor incansable de obras y servicios básicos para su ejido, siempre preocupado por el bienestar de su familia y de los habitantes de su adorado “periquillo”, pueblo en el que creció, formó una distinguida familia y pasó los últimos días apreciado y respetado por familiares, amigos, lugareños y avecindados.

Desde muy joven, fue mayordomo de los madereros y de las carretas tiradas por los bueyes, que se usaban, en la hacienda de “Paso del Río”, para arrimar la madera al aserradero que se localizaba en “cocinitas”, pequeña ranchería que se encontraba al noreste del actual Cofradía de Juárez. Este empleo, lo heredó de Don Idelfonso Méndez, que era su tío materno y padre de crianza. Muy chico, fue “morrongo” de las “mulas de aparejo” y “carritos tirados por mulas” que se utilizaban para movilizar la carga. (Entre los arrieros de la época, se le decía “morrongo” al muchacho que iba delante de las carretas, montado en una yegua, a la que colgaban un cencerro en el pescuezo para que las mulas la siguieran). Su padre, fue Bonifacio Ochoa, que en vida, fue uno de los cinco caporales de los ranchos ganaderos de la hacienda, que se conocía con el nombre de “cuatán”.

El mas lejano recuerdo que tengo de su persona, es una amena conversación, que con seductora emoción, mantenía con mis padres y otras personas mayores de Armería y Periquillo, sobre la visita, que ese día, había hecho a nuestro pueblo “Doña Eva Sámano de López Mateos”, para reanimarnos con su seductora presencia y palabras de aliento, principalmente para nuestros ascendientes, que se encontraban muy angustiados, por la destrucción que había dejado el ciclón, entre otras pérdidas, las tierras de cultivo se encontraban inundadas, la mayoría de las casas sin techo y con excepción de la escuela y el casco de la hacienda, el pueblo de “periquillo” simplemente había desaparecido, todo se lo llevó el río.

Como todos los niños, en primera fila, no perdíamos detalles en las pláticas de nuestros mayores. Así, viene a mi mente el recuerdo de Don José Ochoa Méndez, que narraba, con lágrimas en los ojos, cómo el caudal de río fue destruyendo casa por casa, incluyendo la suya. Entre otros comentarios, acentuaba, que desde 1906, no había vuelto a vivir cosa semejante. Aquél año (1906), manifestaba, “el río, también se llevó el puente de la carretera, en ese entonces, la creciente, destruyó la finca de la hacienda, el talud del puente del ferrocarril y parte de la vía angosta”.

En abril de 1973, en espera del Prof. Antonio Barbosa Helt, que iniciaba, en Periquillo, su gira política por Armería, cómo candidato del Partido Revolucionario Institucional a Gobernador del Estado, Don José Ochoa Méndez, en agradable charla con otros dirigentes agraristas de la época, nos explicaba, que “…a finales de 1933, el General Lázaro Cárdenas del Río, en su gira como candidato del Partido Nacional Revolucionario (PNR) para la Presidencia de la República, había visitado la hacienda de Paso del Río. Era entonces Gobernador del Estado Don Salvador Saucedo y su hermano el Presidente Municipal de Manzanillo. Quizás ellos opinaron que en la hacienda se le ofreciera un banquete al General…”

Y al efecto, mencionaba, “me acuerdo, que por instrucciones del terrateniente Don Sthefano Gherzi, a todos los trabajadores de la hacienda nos regalaron un sobrero de palma, pantaloncillos de manta y huaraches… Nos formaron, por todo el camino, desde el “casco de la hacienda”, hasta la “estación de bandera” que se ubicaba en la ranchería, de “la báscula”, de este lado de la estación de Tecomán… el tren del General, integrado por tres vagones llegó como a las dos de la tarde y de inmediato, el candidato, lo trasladaron hasta el lugar del convivio en un camioncito de la hacienda que le decíamos “la cotorra”… el chofer era mi hermano Juan… a mi me dieron, por tarea, jimar los cocos que se iban a tomar los invitados, con la prohibición de abrirlos…”

Para ese entonces, “…ya se hablaba, que llegando el General a la Presidencia se repartirían todas las tierras… tal vez, por eso, una de las personas de las que venían con el General le dijo al Sr. Gherzi que la cosa no tenía remedio, que la única forma de escapar era que hiciera un fraccionamiento y lo legalizara para que se pudiera defender por algún tiempo del inminente reparto agrario… Ahí conocí a Don Pascual Moreno Barreto, a quien el General Cárdenas abrazaba con mucho afecto y le decía “mi Capitán”… Por la tarde, fueron a conocer las huertas de la cañita…” y allí, dirigiéndose a Don Pascual le dijo: “…mi capitán, llegando a la Presidencia quiero que le compre al Sr. Gherzi todo el coco que se produzca, lo vamos a ocupar para semilla…”

“…Tal vez por las pláticas sobre el cercano reparto agrario…semanas después, para hacer la medición de las tierras llegó un ingeniero de Guadalajara… y el Sr. Gherzi me habilitó para que le mostrara todos los potreros y ranchos… con las tierras de riego, hicieron veintiséis lotes que pusieron a nombre de distintas personas, entre los cuáles figuramos algunos de los trabajadores de confianza, pero la mayoría fueron personas de Guadalajara y Colima… la parte alta de cuatán, fue solicitada para zona ganadera… entonces los certificados de inafectabilidad se autorizaban por veinticinco años… lo importante, era manifestar lo más pronto posible el fraccionamiento para evitar que grupos de otras partes solicitaran ejidos en los terrenos de la hacienda… así lo recomendaba, con vehemencia, el apoderado del Sr. Gherzi, licenciado Ramón Ahumada…”

“…Cuando el Sr. Gherzí presentó en la ciudad de México, la solicitud de su fraccionamiento para su certificación, en Gobernación le contestaron que no se lo podían registrar porque hacía falta que en el casco de la hacienda hubiera un ejido, para que, de acuerdo con la ley, se comprobará que las necesidades del poblado estaban satisfechas en materia agraria… entonces, el hacendado, con la asesoría del Licenciado Ahumada, maniobraron para fundar un ejido en el caso de la hacienda que benefició solamente a 26 capacitados de los mismos trabajadores de la hacienda y el día primero de mayo de 1949 se dio la primera resolución…. por ello, durante varios años, el “ejido Periquillo” era conocido con el mote de “ejido blanco”, ya que originalmente fue solicitado para defensa de la hacienda de Paso del Río…”

Continuará…

* El autor es miembro del Consejo Estatal de la Crónica, la Asociación Colimense de Periodistas y Escritores y la Asociación de Cronistas de Pueblos y Ciudades del Estado de Colima.
chavezmichel@colima.com
chavezmichel@gmail.com

COMENTARIOS:

NOÉ ha dejado un nuevo comentario: 9 de junio de 2010 16:54

“Buenas tardes Sr, el motivo de este mensaje es, saber si me puede ayudar a encontrar familia de mi abuelo Manuel Barbosa González, el era hijo de Manuel Barbosa Helt, el tío de mi abuelo fue el Secretario de Educación que….”

RESPUESTA:

Estimado amigo. En efecto, conozco y me une solida amistad con descendientes de la familia BARBOSA HELD. Para precisar detalles y apoyarle en su petición mucho agradeceré me escriba a la siguiente dirección chavezmichel@gmail.com.

ACLARACIÓN:

El tío de su abuelo, no fue Secretario de Educación. En vida, fue candidato a Gobernador del Estado y respondió al nombre de ANTONIO BARBOSA HELD. Luego entonces, he de merecer la compresión de usted por no publicar la ultima parte de su misiva, en la que afirma situaciones, además de lamentables, al menos hasta hoy, no comprobadas.

Para precisar, los acontecimientos en comento, le participo que en el mes de noviembre de 2007 publiqué una crónica titulada “Tercer Ayuntamiento (1974-1976)” y que podrá localizar en este blog en el año y mes que se menciona y solo para efectos, de ilustrar sus dudas, me permito trascribir algunas partes de la misma:

Cito: “…Para cumplimentar el Decreto No. 164 expedido por la XLIII Legislatura del H. Congreso del Estado por el que se declararon validas las elecciones efectuadas el primero de julio de mil novecientos setenta y tres, el Comité Municipal del P.R.I. a mi cargo apoyó la organización de una marcha popular para pregonar mediante Bando Solemne la declaratoria de Gobernador Electo al Profr. Antonio Barbosa Heldt….

“…Por los hechos que sucedieron, el mes de septiembre de 1973, fue un período de extremosos contrastes. Hagamos remembranza de algunos de ellos… En la medida que nos acercábamos al sexto informe de gobierno de don Pablo Silva García nadie nos imaginábamos los trágicos acontecimientos de los siguientes días….”

“…Para colmo de los males, en la víspera de las definiciones de las candidaturas para Presidentes Municipales, el dieciocho de septiembre de 1973, lo que principió al mediodía como un rumor, en la tarde fue confirmado: “de un balazo se privó de la vida el gobernador electo Antonio Barbosa Heldt”. Al día siguiente, la prensa publicó una carta dirigida al Lic. Mario Moya Palencia, Secretario de Gobernación, que a la letra decía:

“…Todo mi deseo de servir a Colima, que se hizo patente durante la campaña política que llevé a cabo para alcanzar la gobernatura de aquella entidad, se ha frustrado a consecuencia de que mi salud comenzó a quebrantarse en las últimas semanas, como a usted le consta cuando le pedí autorización para abandonar el país e internarme en un sanatorio…”

“…Nada ha podido ceder la infección renal y como resultado de ello mi moral ha sufrido un fuerte desplome a tal grado que llevo más de dos meses sin poder conciliar el sueño…”

“…Qué hacer ante problemas tan graves como mi falta de salud y la ya casi comprobada imposibilidad de rescatarla. Colima necesita un gobernante sano y por tal motivo con el dinamismo necesario para emprender las grandes acciones recomendadas al suscrito por el Sr. Presidente Echeverría y ya incluidas en mi programa de gobierno próximo a iniciarse. Por eso, pienso que la única salida a esta situación de encrucijada que se presenta por circunstancias ajenas a mi deseo, es mi voluntaria eliminación, a fin de dar sitio a quien en plenitud de su salud pueda hacer por Colima lo que el estado requiera para su progreso…”

“…Muchas gracias licenciado por la ayuda y estímulo que en todo momento recibí de usted y por su preocupación para que pudiera recobrar mi salud. No se pudo. Pido perdón por el daño que momentáneamente ocasiono a la situación política de Colima y a su tranquilidad, pero es preferible que esto haya sucedido antes que después. Su amigo y servidor que mucho lo aprecia. Antonio Barbosa Heldt…”

“…El 19 de septiembre asistimos a la ceremonia luctuosa que se verificó en el salón de sesiones del H. Congreso del Estado que se ubicaba en la planta baja de Palacio de Gobierno, posteriormente el cortejo fúnebre partió hasta el panteón municipal. Las exequias de don Antonio Barbosa Heldt fueron encabezadas por el Gobernador Pablo Silva García y el Secretario de Educación don Víctor Bravo Ahuja que asistió con la representación del Presidente Echeverría…” Concluye la cita.

Confiando en su benevolencia, reciba un cordial saludo. De usted. Muy respetuosamente. Miguel Chávez Michel

(2) Anécdotas de Don José Ochoa Méndez

(Segunda y ultima parte)

Publicado en Diario de Colima
23 de julio de 2006

Miguel CHÁVEZ MICHEL*

En mi anterior colaboración describí, en palabras de Don José Ochoa Méndez, la visita que el general Lázaro Cárdenas del Río realizó a la hacienda de “Paso del Río” en diciembre de 1933, así como sus repercusiones que derivaron en el fraccionamiento de la hacienda y los consecuentes inicios del reparto agrario. Con relación al tema de los ejidos, nuestro comentarista, en su calidad de testigo presencial de los acontecimientos y con su particular estilo de observar y narrar los hechos, amplía sus revelaciones:

“El señor Gherzí nunca se convenció de las bondades del ejido”, cada que podía, -le decía a la gente- que el ejido no era cosa buena, que los ejidatarios solamente eran instrumentos del gobierno, que una vez que concluyeran la carretera, él iba a organizar una colonización para la producción y no para la política, que las tierras las iba a fraccionar en porciones de veinte hectáreas, las cuales iban a ser pagaderas en veinte años y que eso sí era efectivo, porque iba a ser uno verdaderamente dueño de sus tierras”

Tras una breve pausa, entrecruza la piernas y reanuda su plática: “De 1935 a 1938 la política se puso muy difícil, hubo cuatro gobernadores, por órdenes del centro desconocieron a Don Salvador Saucedo, luego entró de interino el Senador José Campero, que le entregó su puesto al Teniente Coronel Miguel G. Santana y en 1939 fue electo el General Pedro Torres Ortiz”.

“Además de la inestabilidad política, en ese entonces, andaba muy duro lo del reparto agrario, los profesores en todas las comunidades tenían la consigna de fomentar los ejidos. Aquí en la hacienda, o sea, en la escuela, llegó el primer maestro pagado por la federación, el profesor se llamaba Eduardo Meillón y quizás por gestiones de él vino un ingeniero de la agraria para levantar un censo, pero lo gente ya estaba aconsejada por el hacendado para que no aceptaran ser ejidatarios. Recuerdo que en una reunión que hubo en la escuela, el profesor nos dijo: ¿de veras quieren ser colonos? ¿Saben lo que están diciendo?, y un mozo de aquí que se llamaba Valentín Ríos, respondió: -seguro que sabemos, todos queremos ser colonos-, bueno, -dijo el ingeniero- si uno sólo, aunque no viva en Periquillo, quiere ser ejidatario, de ese me llevo el expediente para fundar un ejido”.

“En tanto que Don Sthefano Gherzi, realizaba los trámites para fraccionar la hacienda, en 1935, un grupo de agraristas se metieron a los potreros de Tescaltitán y la Peña. Quizás por gestiones de un Licenciado de Guadalajara que contrató el terrateniente, el Gobernador Miguel G. Santana ofreció venir personalmente para resolver ese asunto. Muy preocupado, el Sr. Gherzi nos organizó dos paseos, uno a Cuyutlán y otro a Santiago, y luego nos dijo –ayúdenme a defender las tierras, lo hago por ustedes, por las mujeres y los niños, si convencen al Gobernador de que los echen fuera, rentaré un tren para que conozcan la ciudad de México-“

“Y que les cuento, el día que llegó el ejecutivo, no sabíamos ni que íbamos a decir, pero hicimos cabeza mi suegro Bartolo Alcaraz y yo. Muy nerviosos le exteriorizamos al Gobernador -que queríamos ser colonos de las tierras invadidas- y el gobernador nos contestó que esa gente nos había ganado la delantera, pero que nos iba ayudar, nos citó a Tecomán por la noche. Allí, solo hablaron el Gobernador, el Sr. Gherzi y un Licenciado de Guadalajara. Nosotros, como se dice coloquialmente, solo fuimos a hacer bulto”.

“En tanto que los trabajadores de la hacienda, inocentemente, manifestábamos con nuestras aspiraciones de ser colonos, la gente de afuera, insistió en procurar tierras de la hacienda. Los del ejido Independencia, solicitaron ampliación en los llanos de Tecomán, unos vecinos de Tecomán pidieron los potreros de la Colihuana, el predio de la mata sandía y parte de los llanos por el lado de las cuatas. Después, el ejido el Pelillo afectó el potrero de Martín Alonso.

“Mientras todo esto sucedía, tal vez para ganarse nuestra confianza, el Sr. Gherzi, prestaba tierras para desmonte a sus trabajadores de confianza, facilitaba con qué arar, bestias y bueyes, dinero para hacer lo trabajos, costalera, camión para acarrear los productos y la misma hacienda compraba el maíz. Por eso, la gente estaba contenta y le apoyaba en su repudio al ejido”.

“Siendo Gobernador el General Pedro Torres Ortiz, empezaron a llegar a Periquillo muchas personas de otros lugares y empezaron a construir sus casas y a solicitar tierras para formar ejidos. Estando el Gobernador en México, el Sr. Gherzi consiguió una orden del Juez de Distrito para desalojar a los invasores y con el apoyo de un pelotón de soldado sacaron a esa gente en los camiones de la hacienda, les echaron sus pertenencias, tumbaron las casas y posteriormente las quemaron”.

“Cuando regreso el Gobernador, mando apresar a todos los que participaron en el desalojo incluyendo al Sr. Gherzi que duró cuatro días detenido. Con motivo de esta acción, el Sr. Gherzi se volvió de carácter fuerte y una actitud imponente, dejó de prestar tierras, a las personas que eran de aquí de Periquillo y que estaban implicadas con los solicitantes de ejidos, tuvieron que irse, porque la hacienda ya no les dio trabajo y les pidió las casas y hasta prohibió que tuviéramos animales sueltos”.

“Viendo esta actitud de hostilidad para con los trabajadores que tanto habíamos apoyado a la hacienda, un grupo de dieciséis vecinos de Periquillo, solicitamos incorporarnos al ejido blanco que la misma hacienda había formado para su defensa, ya que las tierras con que habían sido dotadas nunca se habían trabajado. Además el ejido había quedado reducido a la mitad de los que figuraron en el censo básico. Una vez que fuimos aceptados por la Asamblea, fue tanto el disgusto del Sr. Gherzi, nos llamó traidores y convenció al Comisariado Ejidal para que nos expulsarán”.

“Entonces comenzó un pleito que duró varios años. Por gestiones de la Liga de Comunidades Agrarias nos apoyo el Consejo de Vigilancia y dos compañeros más. Nos acusaron de Invasores y a quienes nos apoyaron los echaron a la cárcel y hasta fueron sentenciados. Tuvimos que ampararnos y cómo las tierras eran de temporal instaron para que nadie nos diera trabajo. Fueron tantas las agresiones que recibimos que en una ocasión hirieron a Pedro Govea, pero… como dice el dicho, las cosas caen por su propio peso, por fin el 7 de diciembre de 1958, por ordenes del tercer circuito fuimos reconocidos como ejidatarios, con todas las de la ley”.


* El autor es miembro del Consejo Estatal de la Crónica, la Asociación Colimense de Periodistas y Escritores y la Asociación de Cronistas de Pueblos y Ciudades del Estado de Colima.
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(1) LXXV Aniversario del Ejido Independencia

(Primera de dos partes)

Publicado en Diario de Colima
3 de diciembre de 2006

Miguel CHÁVEZ MICHEL*

En más de una ocasión, a través de mis crónicas y colaboraciones, he reseñado que el crecimiento poblacional de zona agrícola conocida con el nombre de Armería, se debió, principalmente, a tres factores: el reparto agrario que se inicia en 1925 con los ejidos Cuyutlán (16 de febrero) y Armería (2 de abril), los campamentos de ferrocarrileros para labores de mantenimiento y conservación de las vías y el “maremoto” registrado en “Cuyutlán” el 24 de junio de 1932 lo que provocó que los habitantes originarios de otras poblaciones se quedarán a radicar definitivamente.

La dotación de tierras al “ejido independencia” se otorgó el 24 de julio de 1931. Su primera ampliación el 15 de noviembre de 1939 y la segunda el 24 de noviembre de 1994. Para conmemorar el setenta y cinco aniversario de la fundación legal de este centro de población ejidal, los integrantes del actual comisariado que presiden Arnulfo Díaz Lara, Macario y Joel Jiménez Virgen, se dieron la tarea de honrar la memoria de sus fundadores y de todos aquellos compañeros agraristas, que en su tiempo, dieron lo mejor de su esfuerzo para transformar estas tierras otrora inhóspitas en un vergel.

Así, el pasado veintiséis de noviembre, entre otras actividades, se develó un busto de don Leonardo Jaramillo Silva y en emotiva ceremonia recibió merecido homenaje el doctor Vidal Jaramillo Silva, único sobreviviente de aquella generación de nobles y esforzados campesinos que fundaron el ejido independencia.

Tomando como fuente de información el libro de Miguel Ruelas Jaramillo “Armería, pueblo joven que lucha por encontrar su destino”, mi amigo y compañero de la Asociación Colimense de Periodistas y Escritores, licenciado José Alberto Peregrina Sánchez elaboró una hermosa reseña, en donde magistralmente enlazó el temple del brazo campesino con el vigor de la noble tierra armeritense. Este documento fue leído espléndidamente por Arnulfo Díaz Lara. Por su importancia me permito transcribirlo:

“…Elevándose del valle, rumbo al cielo, las laderas del cerrito de la cruz, permiten a quien lo conquiste, poder deleitarse, mirando al sur, suroeste, el valle de un tono turquesa, a las tierras que conforman este municipio; al norte, la serranía salpicada de colores en tiempo de floración; al este y sureste, un verde oro limón, que inicia en la rivera del río Armería y se desdibuja hasta los márgenes del río Cuahuayana.

Así, como una ensoñación, se mira el pueblo de Armería, concepto que ha trascendido, desde una supuesta hipótesis de los misioneros religiosos de la época de la conquista, que su nombre era “Almería” y se refería a un grupo de “almas” en hombres y mujeres de carne y hueso que tendrían que ser evangelizados.

O “Armería”, por interpretación dada por los conquistadores, al decir que se referían a las “armas” que les atribuían a los indígenas de estos alrededores para defenderse de los enemigos. No obstante, también se dice, que algunos mentores de la primera escuela rural federal “Revolución”, enseñaban la idea de que pudiera haberse tratado del lugar donde se armaban las balsas para cruzar el entonces caudaloso río que hoy lleva su nombre.

El nombre dado a una extensión de tierra, importa, ya que es el ser humano, quien la descubre y la somete, para finalmente terminar amándola, porque separarse de ella, significa, no solamente angustia, desesperación, sino añoranza y termina el hombre, haciendo un gesto e sumisión, implorando, encorvando, surcándola, sembrando la semilla, con el ruego y la esperanza de los frutos que le ha d entregar de sus entrañas.

Así, con esos bríos e ilusiones, llegaron por allá, en el año de 1925, un grupo de campesinos, que dejando parte de sus vidas en sus lugares de origen, dijeron hasta pronto, a algunos pueblos del estado de Jalisco, Guerrero y otros, a poblaciones como Villa de Álvarez, Jiliotupa, Ixtlahuacán, y mas, que han quedado plasmados en los libros de la historia, y que, caminando rumbo a lo que ahora es el Paraíso, se encontraron.

Eran once, quienes después de mirarse de frente y hacer un recuento de los acompañantes, se auto-presentaron. Al hacerlo, los nombres se fueron escuchando, confundiéndose con los ruidos y sonidos que salían de las profundidades de aquel paraje inhóspito: naturaleza que los abrazó de inmediato, para nunca jamás dejarlos ir.

En pocas palabras y con reciedumbre se dijeron entre ellos sus propios nombres: Leonardo Jaramillo Silva, Juan Torres Aguirre, Reyes Mendoza León, Ramón Preciado, Luis Montes de Oca García, Apolonio Rodríguez Gutiérrez, Eugenio Reyna García, Ramón Gómez Enríquez, Ignacio Jiménez Bautista, Jerónimo Ávalos y Leonardo Jaramillo Solís.

Viendo su condición y aún sin saber grandes operaciones, o ser letrados, se dieron cuenta que eran once soñadores, que impulsados por los cirios de la revolución mexicana, y sus afanes de progreso, se posesionaron de un espacio territorial, que más tarde sería conocido como “los once pueblos”. Así, enfrentándose al evolucionar el ecosistema, resistieron las lluvias, el calor sofocante, los mosquitos, los zancudos, los alacranes, las víboras, los temblores, los huracanes, inundaciones y las enfermedades endémicas y epidémicas de estos lugares, que se daban solaz, por falta de médico o curandero.

Al respecto, hay quienes relatan, que a los niños que lograban cumplir los dos año, se les hacía plegaria y esculpían los mejores augurios para que llegaran a ser adolescentes y posiblemente viejos; sin embargo, por mas intentos que realizaban para hacer crecer las familias, estas perdían en la lucha a muchos de sus integrantes: no soportaban los embates del entorno.

No obstante, la tierra compensaba las penurias de estos conquistadores de su propia patria, porque les ofrecía en forma abundante, venados, jabalíes, iguanas, armadillos, guilotas, tejones, y en sus aguas, podían pescar chacales, lisas y una gran variedad de otros peces; solo que había que tener cuidado de los caimanes que habitaban en los esteros y ramales del entonces caudaloso río Armería. Así lo documentó el Prof. Gregorio Torres Quintero, en uno de sus cuentos colimotes.

Completaban su dieta, con diversas frutas silvestres, como los chicos, el zapote prieto, los guamúchiles, las guásimas, cocoyules y plátanos aventureros.

Estos guerreros natos, vivían en comunión con su medio ambiente, de tal suerte, que con los materiales que este les ofrecía, construyeron sus chozas apoyándose mutuamente.

La solidaridad, sabían, era la única manera de sobrevivir, ninguno podía enfrentarse solo ante aquel prodigio hecho por la naturaleza, porque reconocieron, que en aquella selva, únicamente podían enfrentarla viviendo en comunidad.

Eso los insto a pregonar lo hermoso del lugar y convencer a otros familiares y amigos para que se integraran al grupo, de tal suerte, que fuera menos azarosa su tarea. Aunque, hay que decirlo, prefirieron en primer termino traer a sus mujeres, para así aumentar la población, era la única manera de equilibrar su estancia con el hábitat.

Llegaron al lugar mujeres que ahora se recuerdan, como Lupe Mesina Navarro, Luisa Campos Nieves, Luisa Ruelas Bazán, Chuy Bejarano, Ignacia Vega, Candelaria Salas y otras más, que desde luego se acompañaron de Doña Felipa Silva, esposa e Don Leonardo Jaramillo Solís y sus dos hijas: Rosa y Ma. De Jesús.

La vida no fue fácil para estos hombres y mujeres, que lucharon con decisión en aquel contexto post-revolucionario, porque además de mantenerse inquebrantables en su voluntad de poseer un pedazo de tierra, tuvieron que luchar para obtener certidumbre y legalidad de su asentamiento, precisamente en aquellas fechas que se había desatado la contrarrevolución “cristera” y los hacendados contrataban “guardias blancas” previéndolos de armas y caballos, quienes en dos ocasiones, les quemaron sus chozas y trataron de cazarlos como animales, por el solo hecho de haberse declarado agraristas que luchaban por un pedazo de tierra.

Así fue la epopeya fundadora de este “ejido independencia”, porque los espacios estaban dominados por hacendados, que no tenían ninguna intención de compartir tan bello e indómito lugar; por tal razón la lucha fue enconada, pero firme, once hombres se alzaban sin darse tregua alguna. Su perseverancia dio frutos, porque el gobierno revolucionario, en el mes de julio de 1931, expropió 750 hectáreas, entre humedad y temporal, mismas que compartieron con otros valientes que se sumaron a la causa agrarista.

Ellos fueron: Don Gerardo Ruelas Pérez, Catarino Ávalos Preciado, Santiago Palomera, Crescencio Michel Vizcaíno, Filomeno Montes de Oca, Pánfilo Peredia Delgado, Salvador Jiménez, Sostenes Pérez Calvillo, Joaquín González Covarrubias, Ignacio Jaramillo Silva, Félix Ruiz, Miguel Preciado Bejarano, Bartolo Carrillo y Mateo Rosales González.

Enfrentando todas vicisitudes que se les presentaron, sin vacilar y siguiendo sus sueños, luchando cada día, unidas todas las familias, que se han mencionado, y otras que pudieran haberse olvidado por el fragor del paso del tiempo, constituyeron el “ejido independencia” y de paso, es de considerarse que fueron los pioneros en este valle, para que otros campesinos no los dejaran solos y se hermanaran en las luchas agraristas, aprovechando, que de oficio, el gobierno revolucionario ya había dictado un poco antes la dotación de tierras de la estación de Armería y el poblado de Cuyutlán.

Trabajaron con muchos sacrificios, pero a sus niños, el medio ambiente se los arrebataba a muy corta edad, pero el desafío era muy grande, y como la designación de un profesor, fue la base jurídica para que se reconociera la existencia de “once pueblos”, de tal manera, que todos se pudieron de acuerdo y trabajaron día y noche, con mucho tesón para elevar el índice de natalidad.

Así, contaron los viejos, que, en un corto plazo, en una enramada, que después fue la escuela, una mañana húmeda y calurosa llegó el “Profe Ticho”, porque ya había suficientes alumnos y tener un maestro fue todo un acontecimiento y ese día no se trabajó, se aprovechó para ponerle el nombre al lugar en donde, chicos y grandes, aprenderían a leer y escribir.

Se convocó a una asamblea para tomar la decisión, nada de lo trascendental, para los habitantes de los “once pueblos”, se hacía de otra manera, la democracia era imperante y participativa.

Después de mirarse entre ellos y no atinar como llamarla, un fundador de los “once pueblos”, habló en voz alta: “si el cura, Don Miguel Hidalgo y Costilla, con puros indios que no sabían leer ni escribir, inició la guerra de independencia, usted Profesor, acompáñenos a iniciar la guerra contra nuestra ignorancia, y haciendo honor a la insurgencia indígena, pongámosle a la escuela por nombre: “Independencia”. Y todos estuvieron de acuerdo con la propuesta de Don Leonardo Jaramillo Solis.

Así se llamó el terreno que cobijó aquella enramada, ahí, en ese lugar, se inició el crecimiento cultural de un poblado y hasta de este rumbo, porque en aquel tiempo, no había ninguna escuela, en lo que hoy es este de Armería, y esperanzados con el fortalecimiento de un ejido, en un amanecer soleado para el impulso de la educación, despegó con fuerza la reivindicación de los derechos sociales de la población campesina armeritense.

Cabe resaltar, que gracias a la necesidad de incrementar el índice poblacional de aquella escuela, llegaron a este mundo, muchos descendientes de aquellos fundadores, algunos de ellos, están aquí presentes. De ahí, el producto de esos árboles, siguieron dando frutos y llegaron al lugar más hermoso del mundo, “Armería, que sigue siendo nuestra tierra…”
Continuará la próxima semana.


*El autor es miembro del Consejo Estatal de la Crónica, la Asociación Colimense de Periodistas y Escritores y la Asociación de Cronistas de Pueblos y Ciudades del Estado de Colima

chavezmichel@colima.com
chavezmichel@gmail.com

(2) LXXV Aniversario del Ejido Independencia

(Segunda y ultima parte)

Publicado en Diario de Colima
10 de diciembre de 2006

Miguel CHÁVEZ MICHEL*

Con motivo de los actos conmemorativos del setenta y cinco aniversario de la dotación de la dotación de tierras al “ejido independencia” (24 de julio de 1931), los miembros de esa comunidad agraria rindieron merecido homenaje al progresista y comprometido líder don Leonardo Jaramillo Silva. La ceremonia en que se develó un busto en su memoria fue ilustrada con trascendentes y siempre bien recordadas anécdotas del homenajeado.

Sobre este particular, el presidente del comisariado ejidal Arnulfo Díaz Lara comento: “…hoy, que un servidor, me tocó presidir la representación de esta comunidad, considero justo, destacar el liderazgo de un hombre que nació el 6 de noviembre de 1903, en Autlán de la Grana, Jalisco, descendiente de Leonardo y Felipa; que compartió, con otros diez campesinos, la decisión de cultivar este maravilloso territorio, haciéndolo próspero y hospitalario, su vida transcurrió en una suerte de conjugar, de gozar la dicha, la amistad y la justicia de la exuberancia que ofrecía la naturaleza, a pesar de las condiciones de pobreza en que vivían.

Pasaron los años y Don Leonardo nunca olvidaría la lucha feroz que protagonizaron los habitantes de los “once pueblos” para poder distanciarse del suplicio que representaron las enfermedades y el contacto con los animales ponzoñosos que convivían en el mismo espacio, con aquellos arriesgados que lograron darle lustre a la tierra que los había recibido en su regazo.

Cuentan los que lo conocieron, que era un luchador nato, un experimentador hambriento de ver el resultado de sus intuiciones, un impulsor de la cultura, aún llevando a cuestas una falta de preparación académica, fue un alentador del principio universal de dar a quienes menos tienen, y en ocasiones, por que no, también a los que tienen, para saber si estos últimos, ante tal gesto, llegaban algún día emular su ejemplo.

Un formador de cuadros en diversas actividades, un impulsor incansable del desarrollo de la agricultura y del comercio, era tal su vocación de servicio, que sin tener títulos académicos, don Leonardo incursionó también en la política, porque su honestidad, sentido común y justiciero, le permitieron desempeñar sus actividades con responsabilidad y sabiduría. Era, en síntesis, un hombre de profundas convicciones. Dicen, que leía de todo, hasta la Biblia, aunque no era un manifiesto feligrés.

En este impulso, de auto-aprendizaje, don Leonardo, fue Presidente Municipal de Manzanillo, Presidente de la H. Junta Municipal de Armería, al parecer por tres veces, y Diputado Local por este Distrito, que incluía a Manzanillo. Se refiere, que cuando estuvo en este último cargo, habiendo desabasto de maíz en la región, convenció a los responsables del gobierno, para que solo dejaran salir únicamente el excedente de ese grano para otros estados, buscando que los colimenses no sufrieran la escasez de este producto, y en aquél entonces no faltó en ninguna mesa colimota, por mas pobre que esta fuera. Gestión que le valió la embestida de mas de alguno de sus colegisladores, no se diga de los especuladores que estaban en contra de tal medida.

Se preocupó también por la seguridad, así se dio a la tarea de formar las fuerzas rurales en Armería, y fue nombrado por sus integrantes como su comandante.

Se sabe que impulso diversas gestiones para sus conciudadanos armeritenses, como establecer e iniciar el primer jardín de Armería, que hoy es la plaza principal, aplicando la democracia participativa, simpatizantes o no de aquellos ideales, todos cooperaron y dejaron sus nombres en las bancas de granito. Así también logró la introducción del primer sistema de agua potable desde el “charco verde” y la primera planta de energía eléctrica, las actuales escuelas “revolución” e “independencia” y otras obras mas fueron inauguradas gracias a que este hombre, le daba preferencia al servicio de la comunidad, aun, antes de resolver algunas de las necesidades que tenia en su casa o en su propia parcela.

El impulso el desarrollo económico que don Leonardo aplicaba no se detenía, cuando se presentaron las necesidades de transporte, se reunió con un grupo de compañeros locales, de Colomos y la ciudad de Colima, y fundaron la cooperativa de los autobuses “rojos”, (Colima, Tecomán, Armería, Manzanillo y anexas) de la cual fue su primer presidente.

La salud no quedó fuera de su alcance, porque hubo una época en que proliferó el alacrán y el paludismo y con su platica de natural convencimiento, persuadió a los productores para que de sus cortes de plátano, aportaran dos centavos por kilo, para iniciar un lucha frontal, ante tan fatal arácnido, propuesta que fue aceptada por unanimidad, y así, muchos hombres y mujeres de ahora, que fueron niños entonces, lograron no verse reflejados como un numero menos de la población de Armería. Se debe reconocer que en aquel tiempo el campo era rentable, y los agricultores sabían, que si su comunidad estaba bien, ellos siempre progresarían.

Cuentan, que en una ocasión don Juan Torres llegó mortificado y a todo lo que daba, buscando a don Leonardo, y le dijo, casi ahogándose, que a don Lucio le había picado un alacrán, y aquel le dijo, no se preocupe, el ya debió haber mascado hojas de “guaco”, y lo más seguro que ese alacrán ya se murió. Así fue, larga vida tuvo don Lucio y el bicho en mención había terminado su existencia. Tal conocimiento de la naturaleza, en especial de su flora, deberíamos de rescatarla para bien de todos.

La idea de la solidaridad en la alimentación era una premisa, criaban cerdos y aves, sembraban el maíz, el fríjol y otros vegetales para compartirlos entre todos.

Y cuando parcelaron su dotación de tierras, creció la agricultura con la palma de coco, el limón criollo y las plataneras, a tal grado, que aquel grupo lidereado por don Leonardo, también creció en el número de sus integrantes, eran tan entusiastas, que solicitaron y obtuvieron la ampliación de tierras en el “llano”, ahí fue donde algunos se volvieron ganaderos y los primeros productores de ajonjolí, porque don Leonardo les trajo, quien sabe de donde, una variedad de ajonjolí que pegó muy bien, y los ejidatarios de aquel entonces le pusieron el nombre de “ajonjolí Jaramillo”. La tierra nada les negaba, uno aprendía del otro, platicaban y se entendían muy bien, porque eran gente honesta y tenían un líder, en verdad desposeído de cualquier egoísmo.

Don Leonardo fue un conocedor del medio ambiente y e las plagas, es el caso, que en su tiempo hubo una que se intensificó en las palmeras, se le conoce aun como la del “mayate prieto”, intuía que si no se combatía a tiempo, sufrirían grandes pérdidas, así que igualmente, con la democracia participativa, impulsó una campaña que pagaba a veinte centavos cada mayate que acopiaran vivo o muerto, y de esa manera se protegieron y se ampliaron los palmares que aun están sobreviviendo.

Los muy allegados a don Leonardo, sabían de su poca preparación escolar, para los de hoy, primer año de primaria. Pero el había desarrollado otras habilidades, por ejemplo, para los tramites oficiales, escribía en una pequeña máquina, con tal precisión jurídica y brillantez de argumentos, que sus epístolas tenían un impacto abrumador; no había oficina, político o ciudadano que se opusiera a ellas. Primero, no tenía ninguna falta de ortografía. Segundo, su discurso era claro, preciso y contundente. Es una lastima que no hubiera sido maestro, dijeron algunos de sus contemporáneos, las cosas para muchos hubieran sido diferentes.

En ocasiones, le pedía a doña Porfiria, su esposa, que le ayudara a escribir, pero le insistía “sin faltas de ortografía”, y ella le contestaba, tu no te preocupes, yo de lo que escribo estoy segura, y ya al terminar, don Leonardo se ponía a corregir toda la hoja, efectivamente, dicen que su compañera, tenía muy mala ortografía, pero una letra hermosa.

Las leyes las estudiaba y los vocablos que no entendía los consultaba en otro libro que él llamaba el “tumba burros”, se trataba de un diccionario.

Tenía un sentido tal de la justicia, en defensa de los más débiles, que nunca le importo patrocinarlos y enfrentarse a los poderosos de aquella época, aunque fueran los líderes espirituales de cualquier feligresía, ricos, poderosos o influyentes en el gobierno. Hay muchas anécdotas al respecto que sería muy largo contar.

En las luchas agraristas de esta zona, también se distinguió, sería bueno que le preguntáramos a don José Méndez del ejido “periquillo”, a Celestino Mora, del ejido “Agua Zarca” y de otros núcleos ejidales, sus compañeros o descendientes, podrán darnos testimonio del apoyo que don Leonardo les dio cuando estaban iniciando la constitución de sus comunidades agrarias. Porque algunos de ellos nos han contado, que don Leonardo, los visitaba y alentaba con cierta frecuencia, llegando a pie entre lodazales hasta las rodillas, con torrenciales aguaceros y sentándose en el suelo con los incipientes agraristas para intercambiar sus estrategias y no aflojar hasta lograr que se les resolviera su dotación de tierras.

El desarrollo cultural se desató, la población estudiantil y magisterial creció, pero ambos tenían que transportarse, así que don Leonardo buscó la manera de ayudarles, y convenció a los compañeros de la cooperativa de los rojos, para que se les otorgara el 50 % de descuento, lográndose sin ningún regateo, el primer descuento histórico en el transporte a los maestros y alumnos. Hasta la fecha, aún continua vigente dicho descuento.

Don Leonardo, siempre fue leal con los personajes que inspiraban o apoyaban su causa, como don Lázaro Cárdenas del Río y don Adolfo Ruiz Cortínes. Con el primero, se lanzó defendiéndolo y apoyándolo con publicaciones de artículos y cartas abiertas en la prensa nacional, cuando los políticos y poderosos de dinero lo atacaron por el reparto agrario y por sus ideas progresistas, pero nunca acudió a pedirles sirviera de “padrino” para algún puesto político. Pero si le valió afinidad con el segundo, fue tanta su relación con Ruiz Cortines, que en ese tiempo gobernaba, que en cierta ocasión, don Leonardo viajó con su familia al Distrito Federal y fueron distinguidos por el Presidente, hospedándolos en su propia casa.

Cuantas cosas mas pudiera recordarles como lo ha hecho el “filosofito” y otros mas. Pero en este día tan especial, debemos otorgar un pensamiento a todos y cada uno de los fundadores de nuestro “ejido independencia”, por darnos la oportunidad de estar en el contexto local y nacional, pero en especial a quien se destacó como su líder, don Leonardo Jaramillo Silva, para así, siguiendo su ejemplo, podamos continuar impulsando el desarrollo de nuestra comunidad, manteniendo la unidad en nuestro núcleo y ayudar a que se propague la cultura que es la única manera de poder trascender en las generaciones.

Enhorabuena por nuestro aniversario y sobretodo, que Armería siga aportando su apoyo a los gobiernos progresistas y revolucionarios, para que logremos vivir mejor, con otras expectativas de vida, que nuestros hijos y nuestros nietos, posteriormente se sientan orgullosos de todos nosotros…”


*El autor es miembro del Consejo Estatal de la Crónica, la Asociación Colimense de Periodistas y Escritores y la Asociación de Cronistas de Pueblos y Ciudades del Estado de Colima

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