lunes, 4 de febrero de 2008

Remembranzas de una hermosa amistad

Publicado en Diario de Colima
Domingo 3 de febrero de 2008

Miguel CHÁVEZ MICHEL*

En los inicios de la década de 1960 conocí en casa de mis padres al profesor Juan Oseguera Velázquez, quién por muchos años, además de favorecerme con su diligente trato y caballerosa amistad, siempre, como buen maestro, tuvo la obsequiosa paciencia y el puntual desprendimiento para orientar mis modestas inquietudes por conocer, desde entonces, el acontecer histórico de mi pueblo. Por ello, con la misma celeridad que avanza el tiempo, en idéntico impulso crece mi gratitud para el habilidoso maestro que su supo tocar las cuerdas mas sensibles de mis sentimientos que me permitieron encontrar mi vocación y pasión por la crónica.

El maestro Oseguera Velázquez y mi padre Miguel Chávez Vega, como buenos “paisanos”, desde muy jóvenes los unía una afectuosa y sincera amistad. Ambos quedaron huérfanos muy chicos y desde edad temprana tuvieron que abrirse paso en el mercado laboral. Don Juan Oseguera Velázquez, hijo de Urbano Oseguera Ramos y Fortunata Velázquez nació en 1919 en Aguililla, Michoacán. Mi padre Miguel Chávez Vega originario de la hacienda de Trojes, municipio de Chinicuila nació en 1921 y sus padres respondieron a los nombres de Emiliano Chávez Mendoza y María del Rosario Vega Banda. Ambos, se conocieron en Villa Victoria, Michoacán, y aún cuando la vida los llevó por senderos diferentes nunca perdieron su amistad.

Por circunstancias familiares (revolución cristera) mis ancestros paternos tuvieron que trasladarse a la ciudad de Colima en donde radicaron por la calle Allende a dos cuadras de las siete esquinas. Ya huérfano, mi padre vivió en la Magdalena (hoy pueblo Juárez) y de allí pasó al poblado de Madrid, municipio de Tecomán. En 1941 conoció en Armería a mi madre Magdalena Michel Araiza con quién contrajo nupcias el 5 de agosto de 1942 y en este lugar radicaron hasta su muerte. Ambos, con mucha tenacidad, superiores privaciones y no menores esfuerzos formaron un modesto patrimonio que les permitió educar a una prolifera familia de seis hombres y seis mujeres. A mi me correspondió el número tres de la larga lista de hermanos. Actualmente vivimos diez de los doce. Todos profesionistas.

Por charlas en familia, mi padre nos comentaba que el profesor Oseguera Velázquez era un ser humano excepcional, de origen muy humilde y que a base de mucha perseverancia, estudiando por las noches y los fines de semana en el Instituto Federal de Capacitación del Magisterio alcanzó el ansiado sueño de ser maestro rural federal en la zona de Coalcomán. Previamente, nos decía, tuvo que desempeñarse de bolero, telegrafista y carpintero. En síntesis, para nuestro progenitor, el maestro Juan Oseguera Velázquez era un ejemplo que deberíamos seguir. Así, de nuestros padres, toda la familia, aprendimos a respetarlo y admirarlo.

Recuerdo, que una tarde del invierno de 1964, don Juan Oseguera Velázquez llegó a la carnicería propiedad de mi padre, que se ubicaba por la Avenida Manzanillo a un costado de la tienda de doña Inés Álvarez y después de comprar dos kilos de “carne para asar” y el tradicional “cocido”, sin comprender, en ese entonces, su noble proceder, me dijo: “Joven ilustre y caballeroso amigo. Salúdame a tu padre. Por las preguntas que me haces, tengo la impresión que te gusta la historia. Te regalo este libro (Directorio del Estado de Colima) con una condición: que lo leas. El próximo sábado lo comentamos”. Así, a partir de esta fecha, a pesar de nuestras diferencias en edad, nació una hermosa amistad que marcó mi vida para siempre.

Fueron innumerables las pláticas que sobre política e historia disfrutamos a lo largo de muchos años. Aún conservo los libros que me regaló y muchos de sus discursos, cartas y ensayos de su autoría con el tema de Armería. Algunos inéditos. En su homenaje, en próximas colaboraciones las compartiré con mis lectores, respetando, desde luego, su redacción original y los derechos de autor.

En más de una ocasión, por su hospitalidad, compartimos proyectos editoriales comunes. Por muchos años, fueron múltiples las reuniones a las que fui convocado para estudiar y analizar variadas evidencias históricas. Estas prolongadas sesiones de trabajo se realizaban en las oficinas del Congreso del Estado, la Asociación Colimense de Periodistas y Escritores, Indeco o los domicilios particulares de Doña María Ahumada de Gómez y el padre Florentino Vázquez Lara. Allí, conocí entre otros, al Pbro. Roberto Urzúa Orozco, Lic. Ismael Aguayo Figueroa, Dr. Gabriel de la Mora, don Roberto y Carlos Pizano Saucedo, Lic. Ricardo Romero Aceves, J. trinidad Lepe Preciado y los profesores Gregorio Macedo López, Vicente Venegas Rincón, Genaro Hernández Corona, Ricardo Guzmán Nava y Carlos Torres Tellez.

En 1977, gracias a su generosidad y confianza, fui invitado a participar en su proyecto editorial “Historia Gráfica de Colima”. Bajo su dirección se integró un equipo de trabajo para rescatar el rico acerbo fotográfico que contiene el libro y que fue publicado hasta 1979. El trabajo se dividió por Municipios. Entre los que participaron por Colima, me acuerdo de don Carlos Ceballos Silva, doña María Ahumada de Gómez y la señora Ma. Guadalupe Cerda de Cortéz (foto Fénix). Por Comala colaboró doña Juanita Martínez Alcalá

Los sacerdotes Javier Ávalos Cárdenas y Manuel Orozco Curiel tuvieron a su encomienda el Municipio de Cuauhtémoc. El Pbro. José Aguilar García, don José Delgado Farías y Juanito Torres Ramírez presentaron los testimonios de Coquimatlán. En unión de don José Espíndola, los profesores Perfecto Mancilla Rodríguez (maestro Tito) y Juan Michel Figueroa copilaron las evidencias de Minatitlán.

Para coordinar los trabajos de Ixtlahuacán se invitó al profesor Teófilo Jiménez y posteriormente se sumaron el T.A. J. Concepción Campos Sánchez y don Francisco Bueno Larios (Pancho Bueno). Fueron muy valiosas las fotografías de Tecomán proporcionadas por Juan José Villa (Foto Villa), el profesor J. Guadalupe Sánchez y Samuelito Quiroz. La mayor parte del material fotográfico de Manzanillo lo aportaron don Alfredo Ruiseco Avellaneda, Víctor Santoyo Araíza y el profesor Benito Rincón López. También colaboraron mi estimado amigo Alfredo Campos e Inocencio Palomares.

A mi me correspondió el Municipio de Armería. Para rescatar los nombres de la totalidad de los expresidentes de la H. Junta Municipal de Armería, con la anuencia del entonces Presidente Municipal de Manzanillo licenciado Jorge Armando Gaitán Gudiño se me permitió el acceso a los libros de actas del Cabildo y otros documentos del archivo municipal, en donde trabajé por las tardes un poco más de tres meses. Luego, procedí a la elaboración de una ficha biográfica por cada uno de ellos, incluyendo a los Presidentes Municipales hasta Víctor Manuel Jaramillo Carrillo. Lo más difícil de esta tarea fue la recopilación de sus fotografías. Hubo casos, en que esperé más de un año para que sus familias me las proporcionaran y autorizaran su publicación.

Sistematizada la información y concluido el acopio fotográfico, con apoyo de mi vieja máquina Remington, sin mayores conocimientos que mi empírico entusiasmo, se me ocurrió elaborar el esbozo de un folleto. Concluido, de inmediato me trasladé a la ciudad de Colima y se lo entregué al maestro Juan Oseguera Velázquez quién después de leerlo se me quedó viendo y luego expresó: “caballeroso amigo. Recibe mi felicitación. Eres el primero en entregarme totalmente concluida y bien ordenada la información. Seré muy respetuoso de tu trabajo. Si tú estás de acuerdo, solo tomaré las fotografías, la relación de autoridades locales y las obras realizadas durante su gestión”.

Seguidamente, se apostó a mi lado izquierdo y poniendo su mano sobre mi hombro derecho, siguió diciendo: “Mi Lito, este trabajo es oro molido. Con unos pequeños ajustes, debes publicarlo”. De inmediato, le contesté: “En efecto maestro, tiene usted mucha razón, lo voy a publicar pero hasta que yo sea Presidente Municipal de Armería”. Sin mayores preámbulos, ambos, tal vez por mi ocurrencia, nos reímos hasta el cansancio. Por cierto, todo amarillento por el transcurrir del tiempo, aún conservo el esbozo de un documento que sigue esperando la oportunidad de transformarse en folleto.

Así, por invitación del maestro Juan Oseguera Velázquez y sin mayores méritos que su benevolencia se me otorgó el inmerecido honor de formar parte del prestigiado grupo de estudiosos colimenses que fundaron en la casa de doña María Ahumada de Gómez la “Sociedad Colimense de Estudios Históricos, A. C.”

También, debo al maestro Juan Oseguera Velázquez su generosa motivación para solicitar mi ingreso a la masonería, en donde, sin renunciar a la religión que me enseñaron mis padres y después de una larga y fructífera carrera de operario en el punto geométrico de la libertad del pensamiento, con el apoyo de mis hermanos, tuve el alto honor de haberme desempeñado en el honroso cargo de Muy Respetable Gran Maestro de la Gran Logia “Sur Oeste” (1994-1996).

Testimonio de gratitud: Siempre lo he dicho y lo sostengo: la vida es de ciclos y más temprano que tarde se cumplen. Con esta visión, para alcanzar el bienestar personal, hay que saber ser, no ser y dejar de ser. Convencido de esta forma de pensar y actuar, tengo a bien compartirles que después de un poco más de treinta dos años de laborar en mi “alma mater” la Universidad de Colima, a la que tanto debo y en la que mucho he aprendido, con fecha dieciséis de enero de este año, el Rector M.C. Miguel Ángel Aguayo López tuvo a bien autorizar mi solicitud de jubilación. Luego entonces, en esta tesitura aprovecho el espacio para dejar constancia escrita de mi puntual gratitud y leal amistad para su actual Rector, Exrectores, directivos de todos los niveles, compañeros maestros, alumnos y exalumnos, por las generosas enseñanzas y espléndidas atenciones que siempre recibí y que sigo abrevando de toda la comunidad universitaria.

A partir de esta fecha dedicaré mayores espacios de mi tiempo a lo que me gusta hacer y que muchas veces tuve que dejar de lado para cumplir con mis obligaciones profesionales. Algunos dirán que la política. No. Ese ciclo también está por cerrarse. Dentro de pocos meses, por no decir que semanas, regresaré a mi pueblo para reencontrarme con mis raíces y teniendo como epicentro operativo la casa paterna, mis nuevas actividades se concentraran en archivos, hemerotecas y bibliotecas con un proyecto inicial: examinar evidencias documentales que me permitan rescatar, preservar y difundir la historia de Armería.

Epílogo: También aprovecho el espacio para agradecer los pródigos comentarios que vía correo electrónico me han enviado muchos de mis lectores, paisanos y amigos, a quienes les comunico que con los datos que he recibido ya estoy trabajando para abordar, en próximas colaboraciones, los temas sugeridos.

*El autor es miembro del Consejo Estatal de la Crónica, la Asociación Colimense de Periodistas y Escritores, y la Asociación de Cronistas de Pueblos y Ciudades del Estado de Colima.

chavezmichel@colima.com
chavezmichel@gmail.com

Anónimo dijo...
Felicidades por su blog y le invito a que visite el blog de villa victoria, mich.

www.villavictoriamich.blogspot.com

Gracias por su comentario. Ya visité su blog y me parece muy interesante tanto por los datos que contiene como por la información que comparte. Mis ancestros paternos son de Chinicuila. Mi padre Miguel Chávez Vega nació en la Hacienda de Trojes. Mi Abuelo Emiliano Chávez Mendoza era originario de Coalcomán y mi Bisabuelo Sostenes Chávez Valladares fue oriundo de Villa Victoria. Mis tíos hablaban mucho de un tío abuelo al que le decían el tío "Cheno" y que respondía al nombre de J. Nepamuceno Chávez Valladares. ¿Será el que menciona en su página cómo Presidente Municipal en 1904?. Ojala me envié su Email para compartirle información de esa hermosa tierra. Reciba un Cordial saludo. Muy respetuosamente. Miguel Chávez Michel. chavezmichel@gmail.com

Mi primera incursión formal en la política

Publicado en Diario de Colima
Domingo 14 de octubre de 2007

Miguel CHÁVEZ MICHEL*

Puntualiza un conocido refrán que no hay fecha que no se llegue, ni plazo que no se cumpla. Por ende, no obstante el fuerte sismo registrado el treinta de enero de mil novecientos setenta y tres cuyas repercusiones alteraron la cotidianeidad de los habitantes de la costa colimense, el calendario político electoral del estado continuó su avance ordinario. Así, para sorpresa de muchos y tranquilidad de pocos, el jueves primero marzo de 1973, Jacobo Zabludovsky en su noticiero nocturno, mejor conocido como “24 Horas” escuetamente reveló: “los sectores del P.R.I. han coincidido en postular candidato a gobernador del Estado de Colima al Prof. Antonio Barbosa Helt, actual oficial mayor de la secretaría de educación pública”. Y acotó: “Vuelvo con más información”. (Concluye la cita de lo que percibí en la pantalla chica).

Inmediatamente, conforme al ritual político de la época, los sectores y organizaciones locales manifestaron públicamente su adhesión a la precandidatura del Prof. Antonio Barbosa Helt. El domingo siguiente, el delegado del comité ejecutivo nacional licenciado José de las Fuentes Rodríguez divulga la convocatoria respectiva y el lunes cinco, por invitación del Prof. Leobardo Juárez Álcantar, presidente del comité municipal del P.R.I., un nutrido grupo de jóvenes de Armería nos sumamos a los numerosos contingentes, que de todo el estado, asistimos a la aeropista de la ciudad de Colima para recibir al abanderado del tricolor.

Posterior a su llegada, nos trasladamos a las oficinas del comité directivo estatal que se ubicaban en el jardín de la concordia (actual archivo histórico) y allí, el profesor José Ernesto Díaz López, don Ramón Serrano García y Ernesto Terríquez Zámano, dirigentes de los sectores agrario, obrero y popular, solicitaron a su presidente licenciado Jaime Enríquez Casillas el registro de la precandidatura del profesor Antonio Barbosa Helt. A partir del martes subsiguiente se desarrollaron la asamblea estatal y convenciones sectoriales concluyendo ese fin de semana en el teatro Hidalgo, en donde el candidato rindió su protesta estatutaria ante la presencia de don Jesús Reyes Heroles, dirigente nacional del partido revolucionario institucional.

En este animoso contexto no faltó pretexto para que más de uno desbordara sus inquietudes políticas en favor de indiscutibles aspirantes a los diferentes cargos de elección popular. En esa tesitura, un grupo de jóvenes de Armería y Manzanillo nos pronunciamos en favor del licenciado Jorge Armando Gaitán Gudiño para que fuera postulado candidato a diputado local por el séptimo distrito. No llegamos a más porque nuestro amigo Rogelio Rueda Preciado, que era uno de sus leales seguidores, nos expresó que no hiciéramos olas, dado que existía la evidente posibilidad que se alcanzara la candidatura a diputado federal.

Y así fue, en la segunda quincena del mes de marzo de ese año se despejaron las incógnitas. Daniel A. Moreno Díaz fue el ungido para competir por el primer distrito electoral federal y Jorge Armando Gaitán Gudiño por el segundo. A los pocos días nos enteramos que un buen amigo de mi padre de nombre Armín Núñez Meza sería el candidato a diputado local por el séptimo distrito que comprendía los municipios de Armería y Manzanillo. Armín, como le decíamos todos, era un cumplido y discreto ejidatario del poblado de Campos municipio Manzanillo y se desempeñaba cómo presidente del comité regional campesino, por lo tanto, era particularmente aceptado por la mayoría de los grupos agraristas de Armería.

En la cúspide de la campaña política, recuerdo que un domingo por la mañana, cómo de costumbre, varios jóvenes de la época nos reunimos en los portales de la casa de don Ignacio Hoyos Velázquez para leer la prensa del día y ahí, por comentarios de Gustavo Sotomayor de la Mora, nos enteramos que por razones de índole estrictamente familiar el profesor Leobardo Juárez Álcantar, había cambiado de residencia a la ciudad de México y en consecuencia había presentado con carácter de irrevocable su renuncia a la presidencia del comité municipal del P.R.I.

Para dilucidar sobre este inesperado acontecimiento, de inmediato, nos reunimos en la biblioteca pública “Año de Juárez” y previo análisis de la situación política local acordamos trasladarnos el día siguiente a la ciudad y puerto de Manzanillo para exponerle al licenciado Jorge Armando Gaitán Gudiño la posibilidad de que se nos diera la oportunidad a los jóvenes de dirigir las actividades del partido en el municipio, es decir, que uno de los integrantes de la “Asociación Cultural Estudiantil de Armería” (Acea), ocupara la acéfala presidencia del comité municipal del P.R.I. Para evitar fracturas internas y a la vez facilitar el acceso de un joven a la dirigencia municipal, acordamos proponer que el partido decidiera quien de los jóvenes sería el nuevo líder.

Acorde a lo convenido y con la discreción que el caso ameritaba, al día siguiente por la mañana, llegamos a la oficina del licenciado Gaitán Gudiño, quién después de escucharnos, expresó: “haber, haber, permítanme entender. ¿Lo que ustedes quieren es la presidencia del PRI en Armería? ¿Estoy en lo cierto?”. Y todos, al unísono contestamos afirmativamente. Y moviendo una de sus cejas hacia arriba siguió diciendo: “bien, bien, amigos míos, sepan ustedes que en política nunca se dejan los cabos sueltos. Si quieren que yo los apoye en este momento me van a decir: ¿quién de ustedes es el valiente que quiere ser el Presidente?”. Desconcertados, volteamos a ver a nuestro presidente Ignacio Hoyos García, quién de inmediato argumentó: “yo no puedo, mi prioridad es concluir los estudios en la ciudad de Guadalajara”. Sin mayores explicaciones, Ignacio González Diego (a) “el diablo” opinó: “Yo propongo a Miguel Chávez Michel”. Al instante Horacio López Haro volteo a ver a J. Félix Manzo y le dijo “Tu que opinas Félix” y Manzo Llorentes contestó “Yo estoy de acuerdo”.

“Bien, bien, ya tenemos el gallo ahora nos falta la estrategia” replicó Jorge Armando, tomó el teléfono y se comunicó con el presidente del comité directivo estatal del P.R.I. licenciado Jaime Enríquez Casillas. Duraron un buen rato conversando sobre este propósito y a lo largo de la charla, ponderó las actividades que los jóvenes habíamos venido desarrollando en Armería, exaltó la fundación de la biblioteca pública, la semana cultural que anualmente organizábamos y la creación de la delegación local de la Cruz Roja Mexicana y con vehemencia insistía en que los jóvenes nos habíamos ganado una oportunidad. Cauteloso Jaime Enríquez Casillas le preguntó “¿y el presidente municipal que opina?, sin espaciosas aclaraciones, Jorge Armando le contestó: “de Félix Delgado Velázquez yo me encargo”.

Finalizada la comunicación telefónica nos dijo: “¡ya la hicimos!, no sé porque Jaime se disgustó, pero me dijo que hiciera lo que se me viniera en gana. El próximo viernes estaremos en Armería para darles posesión”. Sin dilación, le solicitó a Rogelio Rueda Preciado, que nos orientara para organizar la asamblea respectiva. Más tardamos en llegar de regreso a nuestras casas, que la noticia, como reguero de pólvora, originaba una insuperable polémica generacional que balanceó al pueblo más que el temblor del treinta de enero.

En efecto, los actores políticos locales fueron los primeros que refutaron nuestra juvenil osadía de aspirar a los espacios políticos que con mucho esfuerzo habían conquistado nuestros mayores. Además de la inminente gira del candidato a gobernador proyectada para los siguientes días, los grupos políticos municipales ya estaban trabajando para alcanzar la codiciada candidatura a la alcaldía. Por consiguiente, nuestra llegada a la presidencia del comité municipal del P.R.I. resultaba incómoda para más de uno de los aspirantes.

Ante estos hechos, hubo necesidad de posponer para el siguiente lunes la asamblea proyectada inicialmente para el tercer viernes del mes de junio de mil novecientos setenta y tres. Todo ese fin de semana, Jorge Armando Gaitán Gudiño, Rogelio Rueda Preciado y Armín Núñez Meza, casa por casa, se entrevistaron con nuestros progenitores y líderes locales pidiéndoles una oportunidad para sus hijos. Con argumentos sólidos que con astucia delineaba Jorge Armando, uno a uno fue aceptando la nueva realidad que doña Felicitas Carrillo Velázquez sintetizaba en tres palabras: “los niños crecieron”.

Salvado lo mas agitado del insidioso y no menos calumnioso temporal, el lunes 21 de junio, en los patios de lo que fue el colegio de niñas “Sor Juana Inés de la Cruz” que se ubicaba frente a la parroquia del pueblo, con música y banda de guerra, se desarrolló la Asamblea Municipal del Partido Revolucionario Institucional en que rendimos nuestra protesta estatutaria Sergio Pérez Ochoa cómo oficial mayor y quien este escribe como presidente del comité municipal del P.R.I. Con la representación del licenciado Jaime Enríquez Casillas asistió el profesor Salvador Rodríguez Ramos, secretario general del comité directivo estatal.

Además de los candidatos a diputado federal y local Jorge Armando Gaitán Gudiño y Armín Núñez Meza respectivamente, asistieron el diputado Manuel Martínez Alcalá y el licenciado Mario Rivera Valdez, el primero secretario de acción política del P.R.I. estatal y el segundo director de acción juvenil. Para un mayor control del evento Jorge Armando Gaitán Gudiño designado delegado especial para esta reunión, habilitó a Rogelio Rueda Preciado cómo maestro de ceremonias.

En el desahogo del correspondiente orden del día, don Carlos Salas García en su carácter de secretario general del comité municipal del P.R.I. informó de la renuncia presentada por el profesor Leobardo Juárez Alcantar, luego explicó los motivos personales por los que no aceptaba la dirigencia que estatutariamente le correspondía y concluyó proponiendo para presidente interino al autor de esta columna. Seguidamente, a nombre de los sectores hizo uso de la voz el presidente del comisariado del ejido El Pelillo Zacarías Amador Torres para apoyar la propuesta que fue aprobada por los presentes.

Además de una nutrida concurrencia, entre otros invitados especiales, asistieron el exalcade Rosalío González Espinosa y los exdirigentes municipales del P.R.I. Juan Sotomayor de la Mora y Mauricio Rodríguez. También estuvieron presentes la totalidad de los presidentes de los comisariados ejidales de la época, por el ejido Armería Jorge Pérez Ochoa, por Cofradía de Juárez J. Refugio Mendoza Farías y José Negrete Sánchez, de Cuyutlán Irineo Rodríguez Córdova, del Independencia Antonio Gómez, por Periquillo Pedro Velázquez Ramírez, de Zorrillos (Los Reyes) Crispín Campos Enciso y por el entonces nuevo centro de población Anacleto Núñez (Rincón de López) J. Trinidad Galván y Cesareo Muñíz Sosa.

Por el sindicato de trabajadores de la construcción participó don Miguel Flores Tejeda, del gremio de sacadores de copra Crescencio Sánchez y Sebastián Palos Sánchez, por la delegación de la sección catorce del STIC Melquíades Jiménez Vázquez, por los obreros de la fábrica de coco rayado Alfonso Farías Ruelas y por los trabajadores del campo y carga en general Ignacio Vázquez Cázares. También estuvieron presentes por las organizaciones del sector popular, Miguel Juárez Álcantar dirigente del sitio de camionetas, Candelario Arellano Murguía secretario general del sitio progreso, J. Jesús Vaca Farías dirigente de los locatarios del mercado y Eduardo Michel Fontecha líder de los burócratas municipales.

Fue muy evidente la ausencia del presidente municipal y la de mi padre Miguel Chávez Vega, que además de regidor, era el dirigente de la liga municipal de organizaciones populares (CNOP). Ante este observado y muy comentado hecho, doña Felicitas Carrillo Velázquez, respetada amiga de la familia y entusiasta impulsora de las nuevas generaciones fue a demandarle a mi progenitor una explicación, y éste, con especial afecto y puntual comedimiento le expresó:”Mira Felicitas, tú dices que los niños ya crecieron y que debemos tratarlos como jóvenes. Pues yo agregaría: cuando los hijos crecen, los adultos se desvanecen. Luego entonces, para llevar la fiesta en paz, más temprano que tarde, hay que dejarles el changarro para que le inyecten renovadas energías” (concluye la cita).

Congruente con su forma de pensar, mi progenitor, no obstante que era un apasionado de la política, poco a poco se fue retirando de toda actividad pública. De esta manera, insistiendo en su convencido deseo de dejarnos, cómo decía “el camino libre a las nuevas generaciones”, le solicitó a Ernesto Terríquez Zámano su remoción cómo dirigente municipal de la CNOP, propuesta, que de momento, por lo cercano de las elecciones no le fue aceptada, pero obtuvo la anuencia para que don Jesús Vaca Farías fuera designado secretario de organización y con esa encomienda actuara oficialmente con la representación del sector popular.

Conclusión, don Miguel Chávez Vega no solo se retiro de la vida pública, sino también, desde el punto de vista económico, el juguetito de su hijo le salio muy caro, dado que, en esta mi primera incursión formal en la política, como nadie aprende en cabeza ajena, en deterioro de su patrimonio, me acabé un coche y dos camionetas, pero este será tema de otra colaboración. Este día a diecinueve años de su sentido fallecimiento sean estas líneas un homenaje al padre de familia que sacrificando sus proyectos políticos personales nunca me dejó solo, ni moral ni económicamente. Descanse en paz.

*El autor es miembro del Consejo Estatal de la Crónica, la Asociación Colimense de Periodistas y Escritores, y la Asociación de Cronistas de Pueblos y Ciudades del Estado de Colima.

chavezmichel@colima.com
chavezmichel@gmail.com

ACEA: Asociación Cultural Estudiantil de Armería

Publicado en “Diario de Colima”
24 de septiembre de 2006

Miguel CHÁVEZ MICHEL*

POSTERIOR a la toma de posesión del primer ayuntamiento que presidió don Rosalío González Espinosa (1968) se inició en Armería un periodo de reacomodo de fuerzas políticas y sociales; por un lado, los campesinos que representaban la mayor fortaleza económica y política, competían al interior del partido en el poder por alcanzar la anhelada candidatura a la presidencia municipal, por el otro, germinaba una nueva generación de armeritenses que demandaba mayores espacios educativos para su formación.

En efecto, al finalizar la década de mil novecientos sesenta, la población de Armería sólo contaba con dos escuelas primarias y la emergente secundaria por cooperación número 16, que funcionaba, gracias a la generosidad de algunos destacados maestros locales que entregaban lo mejor de su esfuerzo sin remuneración alguna. Los padres de familia, por su parte, con el apoyo de las autoridades municipales, realizaban gestiones para federalizar la secundaria y construir su correspondiente edificio.

Así, en la búsqueda de mejores oportunidades educativas, la mayoría de los jóvenes de aquella época teníamos que desplazarnos a otras localidades. Los más, acudían diariamente a la secundaria federal “Gregorio Torres Quintero” de la ciudad de Tecomán y la Escuela Técnica de Agricultura recién aperturada en el crucero de ese municipio. Los menos, asistíamos a planteles educativos de las ciudades de Colima, Ciudad Guzmán, Guadalajara y la capital de la República.

Los fines de semana y periodos vacacionales, además de convivir con nuestras familias, los aprovechábamos para intercambiar aprendizajes y orientar a nuestros paisanos sobre la gran variedad de expectativas de superación profesional que se brindaban tanto en la capital del estado como en otras entidades federativas. Sobre esta recordada etapa, de mayúsculas inquietudes y no menos penurias, en Armería, venturosamente, éramos una “gran familia” con diferentes apellidos, pero al fin, una “familia grande” en donde el “apoyo mutuo” era la gran luz que impulsaba nuestras fraternales relaciones de leal y desinteresada amistad.

En ese contexto, además de la playa, el jardín, el cine, el campo de futbol que se localizaba en donde actualmente se encuentra la clínica del IMSS, eran tres nuestros puntos de placentero esparcimiento y comprometida convivencia.

Nuestro principal punto de reunión era el portal de la casa de don Ignacio Hoyos Velásquez, que se localizaba en la calle progreso No. 10, hoy, avenida Gral. Manuel Alvarez. Allí, sentados en unos equipales forrados de piel leímos la prensa estatal y nacional, con el único compromiso no escrito y que todos observábamos a cabalidad, como lo era, que después de su lectura, volver acomodar los periódicos en el mismo lugar de donde los habíamos tomado.

No menos importante, lo fue la “sastrería” de don Ramón López Valdovinos (a) El Zapote, que se ubicada en la calle Progreso, hoy avenida Juan Oseguera Velázquez No. 20. Aquí, jugábamos dominó, y como nunca faltaba la revista Siempre, comentábamos los editoriales de don José Pagés Llergo y los profundos artículos de don Vicente Lombardo Toledano.

La tercera, era la casa paterna de los “hermanos Granados”, situada en la calle Sonora No. 4. Ahí, nos recreábamos jugando ajedrez y leyendo las historietas de Los Supermachos, del caricaturista Eduardo del Río García, mejor conocido con el seudónimo de Rius. Sobre este particular apunto con satisfacción, que para nadie eran desconocidos los personajes del pueblo de “San Garabato”, en el que un indio ilustrado e irreverente llamado “Calzonzín” era el principal vehículo de crítica y humor de una parodia sociopolítica de la época. Entre los títulos que recuerdo se encuentran, entre otros, «La interminable conquista de México», «Cuba para principiantes», «Manual del perfecto Ateo», el «A, B Ché», «Marx para principiantes», «Economía para ignorantes (en economía)» y «Puré de Papas».

En este escenario de sano esparcimiento, con el lema de “Ama a tu pueblo, dale cultura” nació la Asociación Cultural Estudiantil de Armería, mejor conocida por sus siglas Acea. Aquí, cabe subrayar que gracias a las actividades de esta noble organización juvenil, hoy Armería cuenta con la Biblioteca Pública “1972 Año de Juárez” y la “Delegación de la Cruz Roja Mexicana”. Sobre este tema, me ocuparé en próximas colaboraciones.

Sobre el origen y propósitos iniciales que influyeron en la constitución de la Asociación Cultural Estudiantil de Armería, quien fuera su primer presidente, el ingeniero Ignacio Hoyos García, la semana pasada, en amena charla, verificada en mi oficina, me comentó:

“…Su fundación fue en agosto de 1970. Estando en una convivió en casa de Rigoberto Granados, en donde acostumbrábamos a ir a jugar ajedrez, surgió la idea de ver cómo dejar el ocio que consumía nuestro tiempo y que, a nuestro discernimiento, no nos aportaba nada positivo, y si tenemos tiempo, se dijo, hay que explotarlo, sobre todo en vacaciones. Así, alguien propuso que nos organizáramos para hacer algo por el pueblo. De inmediato, entusiasmados con esa percepción, iniciaron las propuestas…”

“…En lluvia de ideas, se comentó que Armería no tenía secundaria ni bachillerato, y que éstas, deberían ser las iniciales gestiones. También se enumeró la falta de espacios deportivos y culturales y hasta hubo propuestas de tomar la calle para exigir la construcción de un Dispensario Médico, Unidad Deportiva y Casa de la Cultura. En esos temas estábamos concentrados, cuando de pronto, uno de los participantes alzó su voz y dijo: ¡Espérese!, propongo que primero nos organicemos y luego decidamos las actividades a realizar…”

“…Como a los quince días de esta reunión informal, invitamos a varios amigos, a quienes les planteamos la idea de formar una organización de jóvenes, y a través de ella, trabajar por el pueblo. Surgieron muchas ideas muy interesantes, sobre todo un planteamiento más claro de lo que queríamos, básicamente nos pronunciamos por una organización con el fin inmediato de recabar libros entre amigos, vecinos y familiares para hacer una biblioteca pública. Esta fue la idea básica. Así nos constituimos en Asociación Cultural Estudiantil de Armería…”

“…A la Asamblea constitutiva asistimos cerca un centenar de jóvenes, recuerdo entre los fundadores a Octavio Michel Retolaza, Víctor Sedano, Horacio López Haro, Guillermo Gómez Pantoja, Efraín Ivón Pérez Ochoa., J. Félix Manzo Llorentes, José Angel Arellano Beltrán, Rigoberto y Javier Granados, Ignacio y Abel González Diego, Antonio, Adolfo y Luis Bustos, Santiago Estrada Trujillo, Rosendo Gallegos Romero, Gustavo Ramírez Rodríguez y Armando Mora Sánchez. Posteriormente se sumaron Elías García García, Juan Vélez Morelos y Miguel Chávez Michel…”

“…La primera directiva se integró de la siguiente manera: presidente: Ignacio Hoyos García; secretario: J. Félix Manzo Llorentes; tesorero: Horacio López Haro y oficial mayor: Miguel Chávez Michel. Hubo varias comisiones, entre otras, la de acción cultural y actividades deportivas. Posteriormente fueron presidentes: Horacio López Haro, Santiago Estrada Trujillo y J. Félix Manzo Llorentes…”

“…Fue una etapa muy bonita. A partir de 1971, organizamos anualmente una Semana Cultural y Deportiva. Este fue, por un poco más de una década, el evento cultural y deportivo más importante del pueblo. Lamentablemente, por razones de trabajo muchos tuvimos que cambiar de residencia, y al casarnos, surgieron otras prioridades. Afortunadamente, hay testimonios de nuestros sueños, que gracias al trabajo de todos, hoy siguen siendo una realidad. Ejemplo de ello, puedo mencionarte con satisfacción y orgullo a la Biblioteca Pública: “1972 Año de Juárez” y la Delegación de la Cruz Roja Mexicana…”

* El autor es miembro del Consejo Estatal de la Crónica, la Asociación Colimense de Periodistas y Escritores y la Asociación de Cronistas de Pueblos y Ciudades del Estado de Colima.

chavezmichel@colima.com
chavezmichel@gmail.com

(1) Biblioteca Pública: “1972 Año de Juárez”

(Primera de dos partes)

Publicado en “Diario de Colima”
22 de octubre de 2006

Miguel CHÁVEZ MICHEL*

En mi anterior colaboración relaté los escenarios locales, en los que, una nueva generación de habitantes de Armería, actuábamos y demandábamos mayores espacios educativos para nuestra formación. Así, en palabras del ingeniero Ignacio Hoyos García, describí, cómo, a partir de agosto de 1970, un grupo de jóvenes inquietos y con mucho cariño por la tierra que nos vio nacer, nos fuimos integrando en la “Asociación Cultural Estudiantil de Armería”, mejor conocida por sus siglas: ACEA.

En ese contexto, con el lema de “Ama a tu pueblo, dale cultura” nuestra “Asociación Cultural Estudiantil de Armería”, a través de un espacioso y confortante proceso de comprometidas opiniones, fuimos, paso a paso, construyendo los propósitos iniciales y las posteriores actividades, que por más de una década, fueron la columna vertebral y razón de ser de la organización juvenil en comento, que nos arropaba y a su vez, era el medio para alcanzar los fines colectivos que nos habíamos propuesto.

Ya organizados, nuestra primera actividad se encaminó a recabar libros para nuestra anhelada biblioteca. Sin excepción, todos nos dimos la comisión de entrevistarnos con vecinos, familiares y amigos, para solicitarles, además de libros, su apoyo y comprensión a nuestro inicial empeño.

Sobre este particular, el ingeniero Ignacio Hoyos García nos comenta: “fue muy bonito tomar la calle en donde recibimos muchas palabras de aliento. Hubo gentes como Salvador Mora Nolasco, que fue tanto su entusiasmo, que hasta quería irse junto con nosotros, a tocar casa por casa, para conseguir libros. Recuerdo, que en un anaquel que se encontraba en la sala de su domicilio tenía unos libros que nos donó de inmediato, también nos entregó unas colecciones de las revistas «Siempre» y «Selecciones Reader's Digest».

Aquí, cabe destacar, que en estas actividades, siempre recibimos, de nuestros padres, su incondicional apoyo, palabras de aliento y puntual consejo. Jorge Guevara Ochoa nos regaló dos libreros. Gustavo Sotomayor de la Mora nos obsequió la pintura para el inmueble. Doña Felicitas Carrillo viuda de Pérez procuró mantenernos cohesionados. Entre otros, Doña Genoveva Álcaraz viuda de Ramírez, Porfiria Carrillo viuda de Jaramillo, Simón Leal Sánchez, Pedro Virgen Álcaraz, Gabriel Mendoza Lomelí, Tomás Vaca Araujo, José Antonio Covarrubias Rodríguez, Valente Jiménez Delgado, Jorge Pérez Ochoa y Lino Corona Pérez, apoyaron económicamente”.

A las pocas semanas, ya habíamos recabado un poco más de doscientos libros que clasificamos por temas, autores y editoriales. Luego, surgió la necesidad de buscar un lugar adecuado para colocarlos. En este marco, emergieron varias propuestas: que la casa abandonada del papá del amigo, que el cuarto de mi tío, que la esquina de mi padrino, etc. y fue entonces, que Miguel Ruelas Jaramillo nos comentó, que el inmueble ubicado en la calle Nayarit, frente a la parroquia, en donde funcionó el colegio de niñas «Sor Juana Inés de la Cruz», se encontraba desocupado y solo esporádicamente era utilizado por el padre Isaías para reuniones de carácter religioso.

Después de prolongados comentarios entre los asociados, sobre la propuesta de Miguel Ruelas Jaramillo, acordamos entrevistarnos con el padre Isaías de la Cruz Vergara, que se encontraba comisionado en la parroquia de Armería. Así, una mañana, posterior a nuestra «primera semana cultural y deportiva», (noviembre de 1971) el padre Isaías nos recibió en su oficina y para nuestra sorpresa, nos enteramos que estaba más informado de nuestras actividades que nosotros de su persona. Después de escucharnos, nos felicitó y exhortó a continuar canalizando nuestras energías con actividades que calificó de «muy positivas», ofreció todo su respaldo y ayuda. De inmediato, nos autorizo a utilizar en calidad de prestado, una de las aulas de la parte antigua del colegio, que se localizaban al fondo del edificio, de igual manera, para facilitar el acceso al inmueble nos faculto abrir una puerta en la parte posterior, frente a la casa del Prof. Rubén Tinoco Alcanzar.

De inmediato, procedimos a realizar las adecuaciones autorizadas, nos dedicamos a barrer, limpiar y pintar. Armamos los pocos anaqueles que pudimos comprar con los donativos recibidos y los llenamos de libros y revistas. Cómo siembre, cuando alcanzábamos una meta, emergían nuevas y superiores necesidades. A partir de este momento, nuestra mayor prioridad fue conseguir el mueble para la sala de lectura.

Sobre este esencial apremio, el ingeniero Ignacio Hoyos García nos revela: “un buen amigo que tenía una joyería y de quién no recuerdo su nombre, pero que todo el pueblo conocía por su público apodo de «el filigrano», estando en una pachanga de mi papá, platicando sobre lo que estábamos haciendo, me dijo, «desde hace dos años, tengo en mi domicilio un mueble que es propiedad de la cervecería y que no han recogido, si ustedes gustan, lo pueden utilizar». Sin mayores comentarios, fuimos por el mueble, lo pintamos y montamos una modesta sala de lectura. Todavía no abríamos al público nuestra sencilla biblioteca y no sé cómo estuvo, el caso es, que una tarde, llegó con su camioneta el representante de la cervecería en Tecomán y recogió todo el mueble”.

Fue entonces, que formamos una comisión para trasladarnos a la ciudad de Colima con la finalidad de entrevistarnos con el gobernador Pablo Silva García, y después de comentarle las actividades que habíamos venido realizando y el nuevo problema que enfrentábamos de falta de mobiliario, el titular del poder ejecutivo nos dijo: «déjenme hablar con el gerente de la Cervecería Corona y ya veremos que podemos hacer».

Mientras el gobernador platicaba telefónicamente con el Sr. Miguel Ángel González, nosotros, esperamos la respuesta, sentados alrededor de una mesa de trabajo que se encontraba en el privado del ejecutivo. Pocos minutos después, el gobernador se acerco y nos reveló que el Sr. González regalaría el mueble, que fuésemos a entrevistarlo para ponernos de acuerdo y concluyó: «una vez que reciban el mueble, me avisan a través de mi secretario particular Raúl Suazo Ochoa y dispondremos de fecha para ir a inaugurar la biblioteca, solo les pido que se porten bien, no se pelen con nadie y no se apoderen de las cosas que no son de ustedes, cuando tengan problemas, antes de actuar, llámenme, mi secretario les dará el número de mi teléfono rojo, para que hablen personalmente conmigo».

Optimistas por la comprensiva y expedita respuesta del gobernador, sin mayor tardanza, visitamos en su oficina de Colima al Sr. Miguel Ángel González, quien, sin hacer antesala, de inmediato nos recibió, y con diligente apremio, nos prometió entregarnos, en un plazo no mayor de quince días, un mueble adecuado para la biblioteca. Y en efecto, antes de la fecha comprometida, se comunicó telefónicamente con el presidente de nuestra asociación y le señaló el día y la hora en que llegaría el mueble.

En la fecha concertada, el Sr. Miguel Ángel González acudió hasta el local que ocuparía nuestra ansiada biblioteca y personalmente nos entregó un escritorio, seis mesas de lectura y tres docenas de sillas. En nuestro nombre las recibió y dio las gracias el Ingeniero Ignacio Hoyos García. Nuestra primera gran hazaña estaba por alcanzarse. La alegría de todos los presentes era indescriptible, abrazos, aplausos y hasta gritos de júbilo. Ante este nuevo contexto, surgieron otras prioridades, consensuar el nombre que debería llevar nuestra biblioteca y formalizar la presencia del gobernador para su inminente inauguración, pero este será el tema de la siguiente colaboración.

Continuará la próxima semana…

* El autor es miembro del Consejo Estatal de la Crónica, la Asociación Colimense de Periodistas y Escritores y la Asociación de Cronistas de Pueblos y Ciudades del Estado de Colima.

chavezmichel@colima.com
chavezmichel@gmail.com

(2) Biblioteca Pública: “1972 Año de Juárez”

(Segunda y ultima parte)

Publicado en Diario de Colima
29 de octubre de 2006
Miguel CHÁVEZ MICHEL*

En una ocasión, preocupados, porque algunas de nuestras gestiones no se resolvían con el apremio que nuestra inexperiencia y juventud nos demandaba, mi maestro y diligente amigo el Prof. Filberto Vargas Tentory, quién fuera Director Federal de Educación en los Estados de Colima y Jalisco y posteriormente Director General de Educación Primaria en la Secretaría de Educación Pública, de visita en casa de mis padres y enterado de las actividades que veníamos realizando, recuerdo que con sutil agudeza, entre otros buenos consejos, nos aleccionó, con las siguientes expresiones: “No por mucho madrugar amanece más temprano… las tareas que trascienden, son aquellas que se materializan con pequeñas acciones… las grandes obras se edifican por etapas; luego entonces, en ningún tiempo, ya sea por prisa, ímpetu o desesperanza, salten del primero al tercer peldaño. Con astucia, inteligencia, paciencia y perseverancia, avancen paso a paso, escalón por escalón, hasta alcanzar la altura deseada”.

Y así fue. Para lograr nuestra proyectada biblioteca, primero, nos integramos en Asociación Cultural Estudiantil de Armería. Luego, a través de un proceso ampliamente participativo e incluyente nuestras actividades se orientaron al acopio de libros. Posteriormente, nuestras energías se canalizaron para procurar un local adecuado para los fines en comento, encontrando, como quedo descrito en mi anterior colaboración, la amplia comprensión y decidido apoyo del Padre Isaías de la Cruz Vergara. Y por último, gracias a los buenos oficios del gobernador Pablo Silva García, el Sr. Miguel Ángel González, Gerente de la cervecería Corona en Colima, donó el mobiliario para la sala de lectura. Nuestra siguiente etapa, lo fue, definir el nombre que llevaría la biblioteca y acordar con el ejecutivo estatal la fecha para su inauguración.

Muchas fueron las horas que dedicamos a dialogar para ponernos de acuerdo referente el nombre de la biblioteca. Las primeras propuestas, fueron impulsadas para testimoniar nuestra gratitud de alguno de los fundadores y/o forjadores de nuestro pueblo, y para no herir susceptibilidades, especialmente, entre nuestras familias, optamos por rechazar esta vertiente. En seguida, se analizaron las opciones sobre diversos nombres de nuestros héroes, línea que también fue objetada, aduciendo que las escuelas y calles del pueblo cumplían ese cometido. Finalmente, por iniciativa de Ignacio González Diego (a) “el diablo” consentimos en que debería denominarse Biblioteca Pública: “1972 Año de Juárez”.

Con relación a los antecedentes y posteriores razones que motivaron esta decisión, el ingeniero Ignacio Hoyos García nos comenta: “con motivo del primer centenario del fallecimiento de don Benito Juárez, por decreto del presidente Luis Echeverría Álvarez, 1972, fue declarado “Año de Juárez”. En ese contexto, se integró a nivel nacional una comisión responsable de los eventos que se efectuarían para honrar la memoria del patricio. Don Guadalupe Zuno Arce, padre de doña Esther Zuno de Echeverría, algo tenía que ver en esa importante comisión. A nivel local, la presidió el gobernador Pablo Silva García. Así, en primera instancia, con el ánimo de vincularnos con los eventos cívicos y culturales del momento, nos pareció buena la idea de enaltecer, con ese nombre, a nuestra biblioteca. Además de lo anterior, acordamos que llevara la denominación de “1972 Año de Juárez” para dejar constancia, y a su vez, que no se nos olvidara el año en que la habíamos fundado”.

Como parte de una gira de trabajo que realizó por el Municipio de Armería el gobernador Pablo Silva García, en junio de 1972, fue inaugurada la “Biblioteca Pública: 1972 Año de Juárez”. Para la fotografía del recuerdo, posamos además del gobernador y el Presidente Municipal J. Félix Delgado Velásquez, los siguientes fundadores Ignacio Hoyos García, J. Félix Manzo Llorentes, Horacio López Haro, Santiago Estrada Trujillo, Octavio Michel Retolaza, Víctor Sedano, Guillermo Gómez Pantoja, Efraín Ivón Pérez Ochoa, José Ángel Arellano Beltrán, Rigoberto y Javier Granados, Ignacio y Abel González Diego, Antonio, Adolfo y Luis Bustos, Rosendo Gallegos Romero, Gustavo Ramírez Rodríguez, Armando Mora Sánchez, Elías García García, Juan Vélez Morelos y quien esto escribe.

En nuestro largo peregrinar por oficinas y dependencias nos pasaron muchos incidentes, por solo citar un ejemplo, Ignacio Hoyos García nos recuerda el susto de su vida: “con el propósito de entrevistarnos para solicitarle apoyo para nuestra biblioteca, Guillermo Gómez Pantoja y un servidor, fuimos al domicilio particular de Don Guadalupe Zuno Arce, en Guadalajara, y como llegamos ya tarde, serían cómo las nueve de la noche, tocamos y nadie salía, y se nos hizo fácil abrir la puerta e hicimos el intento de entrar y en eso, no sé de donde, salieron muchos guaruras con armas de alto poder y nos sacaron un tremendo sobresalto, la parte buena del suceso, es que conseguimos una audiencia”.

Precisamente, por consejo de Don Guadalupe Zuno Arce, se tramitó el registro de nuestra biblioteca ante la dirección nacional de bibliotecas de la Secretaría de Educación Pública. Se giraron oficios a los gobiernos de todos los estados y las embajadas acreditadas en México solicitándoles material bibliográfico. La mayoría contestó enviándonos libros y revistas. Las representaciones diplomáticas de China y la entonces Unión de Repúblicas Socialistas (URSS) fueron las que más nos favorecieron con sus publicaciones.

Aquí, con afecto y gratitud recordamos a nuestra primera bibliotecaria Cristina Gil Trujillo, quién por cierto, por más de dos años, colaboró sin remuneración alguna. Ante esta insuficiencia económica, el Ayuntamiento que presidió Don Salvador Mora Nolasco, aprobó solicitar al H. Congreso del Estado, para que en el presupuesto de egresos del municipio de 1975, se incluyera una compensación para la referida bibliotecaria. Gracias a este generoso gesto de nuestras autoridades locales, a partir de ese año, se contó con ese invaluable apoyo. Cabe tambien precisar, que en esa época, era facultad de la legislatura local, aprobar los presupuestos de egresos de la totalidad de los ayuntamientos del Estado.

Con la inauguración de la biblioteca no se interrumpieron las actividades de la Asociación Cultural Estudiantil de Armería, por el contrario, se impulsaron. Así en la “segunda semana cultural y deportiva” (1972), con donativos y recursos provenientes de diferentes actuaciones, se adquirieron una mesa de ping pong y varios juegos de ajedrez y dominó. A partir de estas vivencias, el antiguo colegio de niñas “Sor Juana Inés de la Cruz” fue el principal centro de reunión, esparcimiento y desarrollo cultural del pueblo. Para estas perseverancias, siempre contamos con el respaldo y complaciente beneplácito del padre Isaías de la Cruz Vergara que permanentemente convivía con nosotros.

Nuestras inquietudes eran muchas y más las ganas de trabajar. Para clarificar este capítulo Ignacio el Hoyos García nos relata: “Alguien muy importante en el grupo fue Ignacio González Diego (a) “El Diablo”, era un cuate tremendo, muy activo y laborioso, sin discusión, puedo afirmar, que fue la bujía que nos movía a todos. Me acuerdo que cuando nos expandimos en el colegio de niñas con actividades culturales y deportivas, a su insistencia, una tarde fuimos al centro de bienestar social del IMSS en Tecomán para solicitarles apoyo para proporcionar algunas clases para las damas. Y justo es reconocer, que gracias a sus amistades y tenaces entusiasmos, sin mayores indagaciones nos contestaron -nosotros tenemos programas que pueden ir de la mano con sus actividades, ustedes ponen las instalaciones y promocionan los eventos y el IMSS pone los instructores-. Aceptada la oferta, al día siguiente, llegaron dos estufas, una mesa de trabajo y seis máquinas de coser. A la semana posterior, para sorpresa del padre Isaías, a quién no habíamos consultado para esta nueva utilización del inmueble, iniciaron, con bulliciosa participación de muchas damitas, las clases de cocina, repostería y costura.

Para congratularnos con el padre Isaías, por el anterior incidente, a su invitación, consentimos que la biblioteca fuera utilizada, por las noches, por el grupo de alcohólicos anónimos (triple AAA) que venía promoviendo y alentando. También, por sugerencia del Dr. Cipriano Jiménez Núñez iniciamos la creación de un dispensario médico, y que por otras circunstancias, no planeadas, resulto ser el antecedente de la Delegación Armería de la Cruz Roja Mexicana. Pero este, será tema de otra colaboración.

Durante la gestión municipal del Prof. Salvador Virgen Orozco (1983 – 1985) nuestra biblioteca se municipalizó. En efecto, en 1985, siendo Director de Obras Públicas nuestro ex dirigente juvenil y amigo Ignacio Hoyos García, por acuerdo del cabildo, la biblioteca pasó a su administración y cambio de sede al inmueble ubicado en la esquina formada por las calles Chihuahua y General Manuel Álvarez, en donde actualmente funciona. El gobierno municipal consintió en que continuara con su nombre original: “Biblioteca Pública 1972 Año de Juárez”. Lamentablemente, otra administración posterior, tal vez por desconocimiento de su origen, le borró el año de su fundación y solo le dejó el de “Año de Juárez”. Estoy convencido que nuestro amigo licenciado Juan Manuel Covarrubias Leyva le restituirá su nombre inicial.

*El autor es miembro del Consejo Estatal de la Crónica, la Asociación Colimense de Periodistas y Escritores y la Asociación de Cronistas de Pueblos y Ciudades del Estado de Colima.

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