jueves, 29 de abril de 2010

75 Aniversario de haber sido elevado a la categoría de “Pueblo” la entonces “Ranchería de Armería”

Palabras pronunciadas por Miguel Chávez Michel en la Ceremonia Cívica verificada la “Escuela Independencia” de la colonia del mismo nombre de la Ciudad de Armería, evento organizado por la LVI Legislatura del H. Congreso del Estado en coordinación con la Secretaría de Educación Pública y el H. Ayuntamiento de Armería.
Armería, Col. Abril 29 de 2010

Muy respetable autoridades
Invitados y demás concurrencia
Jóvenes y niños
Señoras y Señores
Amigos Todos.

Con la satisfacción que da el haber nacido en esta tierra, en donde aprendimos de nuestros mayores, amar y servir a México, sean mis primeras palabras, para enunciar, nuestro testimonio de gratitud y, a la vez, felicitarnos, porque nuestros amigos y amigas, diputadas y diputados, integrantes de la LVI Legislatura del H. Congreso del Estado, acordaron verificar, hoy, en este plantel educativo, esta importante ceremonia cívica; que además, de rememorar las efemérides del mes de abril, también, nos congregamos, para celebrar el “75 Aniversario” de haber sido elevado a la categoría de “pueblo”, la entonces “ranchería” de Armería.

Así, en el marco de las conmemoraciones del Bicentenario y Centenario del inicio de las dos gestas que definieron a la Nación Mexicana: la Independencia y la Revolución; aquí y ahora, recordamos, que un día como hoy, los diputados de la XXIX Legislatura, aprobaron que la “ranchería” de Armería, se le otorgara la categoría de “pueblo”. En efecto, siendo Gobernador del Estado Don Salvador Saucedo y Secretario General de Gobierno Don Salvador G. Govea, el Decreto No. 44 que consigna ese mago acontecimiento, fue publicado en el “Diario Oficial” el 4 de mayo del mismo año. Formaban parte de esa Legislatura, los diputados locales Porfirio Gaytán Núñez, Adolfo Preciado, J. Jesús Valencia, Crispín Ríos Ramírez, Bartolo López, J. Jesús Aguilar y Jesús Otero Pablos. Para todos ellos, con gratitud, sean mis palabras un timbre de honor.

En esta tesitura, permítaseme una breve remembranza sobre el origen, toponimia y evolución de nuestro pueblo. La historia nos enseña, que en esta cuenca, fueron detenidos los Otomíes que venían de la mesa central, por otras tribus procedentes del sur. Aquí, también prosperaron pequeñas comarcas de influencia Nahuatlaca, como Tequepa, Coatlan y Coyutlan, entre otros. Testimonio evidente de lo anterior, es la gran cantidad de tumbas de cerámica precortesiana extraídas de su suelo. En la conquista, sus habitantes debieron engrosar las filas de los aguerridos “tecos”, que cayeron luchando heroicamente en “Alima” defendiendo el señorío de “Coliman”.

Sin conocerse la fecha exacta de su fundación, nuestro pueblo, con la categoría de “estancia” aparece en documentos oficiales hasta finales del siglo XVIII con el nombre de “Almería”. Su primer asentamiento se localizaba en la margen poniente del río Nahualapa, en lo que fue la parcela de don Estanislao Delgado, o sea, en el triángulo formado, entre el rastro municipal, el puente del ferrocarril y el nuevo puente de la autopista a Manzanillo. Con motivo de una creciente del ya conocido con el nombre de “Río Grande”, en 1875, la “Hacienda de Armería” se trasladó una legua más al poniente ubicándose por la actual calle ejido, frente a lo que fue la “Estación del Ferrocarril” de la hoy Ciudad de Armería.

El nombre de “Armería” se deriva de “Almería”, homónimo de una provincia española, de origen islámico, localizada en las costas occidentales del mar mediterráneo. Cabe aclarar, durante la colonización, los hispanos tenían la práctica de nombrar a los pueblos que conquistaban, con las denominaciones de su lugar de origen. Lo que quiere decir, que la “Estancia de Almería”, fue establecida por un ibérico de origen almeriense. Prueba de lo enunciado, son los libros de la parroquia de Santo Santiago de Tecomán, que para 1687, registran 5 entierros de pobladores del rancho de “Almería”.

En este orden de ideas, el vocablo “Almería” se disgrega del árabe andalusí “almariyya”, dicción que se compone de los vocablos “al” que expresa “lugar” y “mariyya” término que a su vez se forma de “mara´a” que enuncia los verbos “observar” o “vigilar”; lo que quiere decir, que la “Almería” hispano-islámica significa “lugar desde donde se observa o vigila”.

La tenencia de la tierra pasó de los aborígenes a los conquistadores y de la “encomienda” a los “jesuitas”. Para 1793, la “Hacienda de Armería” la adquirió mediante remate, el Conde de Regla Don Pedro Romero de Terreros y para 1873 pertenencia a su bisnieto Don Manuel de la Pedreguera, siendo su ultima propietaria Doña Isaura Vídriales.

Para comunicar el puerto de “Santiago” con la “Villa de Colima”, en 1536, se inició la construcción de un camino de herradura, acondicionando, para ello, la arcaica vereda que comunicaba a los poblados indígenas de Coyutlan y Caxitlan. Posteriormente, este ramal formo parte del “Camino Real de Colima”.

Defendiendo las instituciones republicanas, el benemérito de las Américas Don Benito Juárez García, utilizó este camino para trasladarse de Colima a Manzanillo, pasando por la hacienda de Armería la tarde del 8 de abril de 1858, pernoctando esa noche en el balneario de Cuyutlán.

Para la construcción de la vía angosta del ferrocarril, que en el siglo XIX, unió a Manzanillo con la ciudad de Colima, aquí, se instaló un campamento ferrocarrilero, que inicialmente, alojó a los trabajadores que realizaban el tendido de durmientes y rieles, y luego, para la colocación de los pilotes, de lo que fue, el primer puente del ferrocarril. La inaugural locomotora que hizo las pruebas de vía, según lo consigna el “Diario oficial”, llegó a Armería en el mes de diciembre 1882 y hasta septiembre de 1889 hace su primer recorrido a la ciudad de Colima.

Paralelamente a esta importante vía de comunicación que transformó el comercio de nuestra entidad y que sirvió de enlace con el resto del país, fue el reparto agrario el que marco el inicio del progreso de esta planicie costera. Además, cómo bien lo relatan nuestros ancianos “cuando la mar se salió, el rancho creció”, y ciertamente, posterior a fuertes sismos, el 22 junio de 1932, se presentó un “maremoto” que devastó al balneario de Cuyutlán. Consecuencias, los sobrevivientes se refugiaron en la “ranchería de Armería”, quedándose aquí, muchos de ellos, a radicar definitivamente.

A estos hechos corresponde el crecimiento poblacional de esta década. Examinemos estadísticas: en 1921 solo había una hacienda con 40 peones; para 1924 se registraron 300 pobladores. No obstante, el decremento poblacional generado por la revolución cristera, en 1935 aumentó 1,500 habitantes.

Este inusitado crecimiento poblacional, motivó a nuestras autoridades, para que la entonces “ranchería” de Armería, fuera elevada a la categoría de “pueblo”. Para establecer su fundo legal, mediante el Decreto ya mencionado, se expropia a la hacienda de Armería la cantidad de 42 hectáreas, 70 áreas. Para elaborar los proyectos de planificación se designó al Ing. Carlos Hernández. Así, a partir de 1935, se pusieron a la venta lotes de terreno urbano de 15 x 30 metros, en tres categorías: los de primera (zona centro) con valor de $90.00; los de segunda a $75.00 y los de tercera a $50.00 c/u. Para estas operaciones, que fueron en abonos, la Tesorería General del Estado designó Receptor de Rentas al Sr. J. Félix Torres Curiel.

Amigos todos.

En este escenario, nuestros mayores, que en su mayoría no sabían leer ni escribir, pero, con amor a la tierra, buena fe y mucha imaginación, supieron agudizar los sentidos y vivir plenamente su tiempo. En efecto, sin mayor capital, que la fertilidad del suelo, un morral con sal y tortillas y, la fuerza de sus brazos, trabajaron sin descanso de día y de noche. Unos, con toda su familia, apoyaban a otros a cultivar la tierra. Los otros, en gratitud con su prole, les ayudaban a los primeros a cosechar el esfuerzo de su trabajo.

Todos, sin más instrumentos de labranza, que un machete, un hacha, una guadaña, un pico y una pala, transformaron estas tierras, otrora inhóspitas, palúdicas e insalubres, en un vergel. Lo anterior nos demuestra, que para nuestros padres y nuestras madres, con amor y trabajo, no hubo reto que los amedrentara, ni circunstancia que los derrotara.

Hoy, gracias a ese perseverante y visionario esfuerzo, tenemos parcelas, cultivos perenes, agua rodada, pozos profundos, tractores, caminos saca cosechas, carreteras, luz eléctrica, escuelas e infraestructura urbana. En síntesis, nos heredaron todo para continuar creciendo.

Estimados amigos.

Hoy son otros los problemas y otras las circunstancias. Ciertamente, vivimos nuevos tiempos, que reclaman de todos nosotros, nuevos compromisos. En efecto, en una sociedad cada día más educada y más informada como la nuestra, son mayores las obligaciones ciudadanas, lo que quiere decir, que para vivir y convivir en una comunidad plural como Armería, solo a través del diálogo, la tolerancia y el respeto podemos construir puentes que nos permitan unir voluntades, como lo hicieron nuestro padres, por la grandeza de Armería.

Sobre este particular, en 1968, cuando se fundó en Armería la "Liga Municipal de la CNOP", al tomar posesión como su primer Secretario Municipal, bien, expresó mi padre, “Lo mejor de Armería son sus gentes. En Armería, somos una familia grande, con diferentes formas de pensar, diferentes nombres, diferentes apellidos y por diferentes lazos sanguíneos, estamos todos emparentados y, quienes no somos parientes, somos ahijados, somos padrinos o somos compadres, en fin, todos somos familia; luego entonces, como en las grandes familias, no nos queda de otra, si queremos progresar, invariablemente, tenemos que ponernos de acuerdo”

Epílogo: De todos los adultos, por Armería, así lo exigen las nuevas generaciones. Por consiguiente, de frente a la historia de nuestro pueblo, escuchemos el reclamo angustioso de nuestros hijos, que demandan, nos pongamos de acuerdo.

Amigos míos:

Haciendo honor, al ejemplo, que con hechos cotidianos, nos enseñaron nuestros padres: “En terreno fértil con esfuerzo firme”, trabajemos unidos y con mucho amor, por la grandeza Armería.

Por su atención y amistad

Muchas gracias.

chavezmichel@gmail.com
chavezmichel@hotmail.com

Comentario:

¡Just want to say what a great blog you got here!
¡I've been around for quite a lot of time, but finally decided to show my appreciation of your work!

¡Thumbs up, and keep it going!

Cheers

Christian, iwspo.net

Traducción:

¡Sólo quiero decir que es un gran blog que tienes aquí!
¡He estado alrededor durante mucho mucho tiempo, pero finalmente decidió mostrar mi aprecio por su trabajo!

¡Pulgares para arriba, y mantenerlo en marcha!

¡Salud!
Cristiana, iwspo.net

jueves, 22 de abril de 2010

Armería, Una vista al pasado

Libro publicado por la Secretaria de Educación
del Gobierno del Estado de Colima
Primera Edición. Abril de 2009

Prólogo.

Con la satisfacción que da el haber nacido en Armería, tierra fértil, productiva y generosa, en donde aprendimos de nuestros padres amar y servir a México. Fortalecido en espíritu por el dinamismo, cordialidad y fortaleza de éste nuestro pueblo al que mucho debemos y siempre nos favorece con su amistad y respaldo, escribo este modesto ensayo, en homenaje, a la entusiasta aspiración de triunfo de nuestros mayores que con pasión y entrega convirtieron en vergel estas tierras otrora inhóspitas.

Por ello, con el sano propósito, que las nuevas generaciones conozcan la historia de Armería, a invitación de mis amigos profesor Carlos Cruz Mendoza, Secretario de Educación del gobierno del Estado y licenciado Juan Manuel Covarrubias Leyva, Presidente Municipal de Armería, les entrego este modesto esfuerzo en el que se sintetizan los actos cotidianos que realizaron nuestros padres para edificar una sociedad cada día más educada, más informada, más participativa, y porque también no decirlo, más plural y más reclamante.

En esta tesitura, este trabajo de investigación, se sustenta en las crónicas que desde el año 2004 he venido publicando en periódico “Diario de Colima”, en donde expongo, a través de breves relatorías, la síntesis de vivencias personales, entrevistas con actores de nuestro progresivo devenir histórico y el correspondiente análisis de evidencias documentales. Lo que me permite, presentarles este ensayo, que también tiene la finalidad, de rescatar, preservar y difundir la historia de nuestro pueblo.

Por la grandeza de Armería, en “Terreno fértil con esfuerzo firme” hagamos, que el temple de nuestro brazo sea vigor en la tierra.

Dejo en la lectura de estas líneas, la generosa comprensión de mis lectores, paisanos y amigos.

Armería, Col. abril de 2008.

Miguel Chávez Michel

Toponimia.

Armería, cabecera del municipio del mismo nombre, Estado de Colima, debe su denominación a la estancia que le dio su origen. Sin poder precisar su fecha de fundación su establecimiento se remonta al siglo XVIII en que existió una ranchería con el nombre de “Almería”, cuya nominación, por los usos y costumbre de la época, debió haber sido en homenaje a su homónimo puerto español , dado que los hispanos, tenían la práctica de designar a los territorios que conquistaban o los pueblos que fundaban con el nombre de su lugar de origen.

En este orden de ideas, el Pbro. Roberto Urzúa Orozco, en su libro “Los pueblos del Valle de Tecomán” apoyándose en registros de los libros de la Parroquia de Santo Santiago de Tecomán, revela que en 1786” se registraron 5 entierros del rancho de Almería”; por lo tanto, sostiene que el nombre de “Armería” proviene de “Almería”.

Luego entonces, . A su vez, el vocablo “Almería” se disgrega de árabe andalusí “al-mariyya”, dicción que se compone de los vocablos “al” que expresa “lugar” y “mariyya” término que a su vez se forma de “mara´a” que enuncia los verbos “observar o vigilar”; lo que quiere decir, que la “Almería” hispano-islámica significa “lugar desde donde se observa o vigila”.

Arte precolombino.

Gracias a las ricas ofrendas de cerámica precortesiana localizadas en esta región en que destacan las figurillas de barro y metates de piedra, podemos afirmar que fue habitado desde tiempos inmemorables. Sus principales centros de población se les conoció posteriormente con los nombres de Coatan, Quatecomatan (Cuastecomatán), Coyutlan (Cuyutlán), Tequepa (Humedades) y Xicotan (Banco de Jicotán).

Para el estudio de esta etapa solo contamos con la rica alfarería extraída de su suelo, que la arqueóloga Isabel Nelly en su libro “Arte del México Antiguo” (1941), clasifica en dos fases continuadas: “período Armería” y “complejo periquillo”.

Desde el punto de vista arqueológico se denomina “período Armería” (ubicado entre los años 850 y 1250) al conjunto de figurillas de barro localizadas en lo que hoy es el municipio de Armería y la cuenca del mismo nombre y se le relaciona con la cultura tolteca . Una de las características de estas efigies consiste en su elaboración aplanada en forma de semitablilla con representaciones antropomorfas (forma humana). Son de manufactura burda con superficie áspera, cabeza ancha con copete rectangular.

El llamado “complejo periquillo”, continuación del anterior, comprende de 1250 a 1521 y se le relaciona con la cultura mexica. Son de manufactura hueca y barro horneado, con representaciones antropomorfas (forma humana), zoomorfas (forma animal) y las fitomorfas (plantas y vegetales).

Encomiendas y encomenderos.

En un acucioso estudio de don Jesús Amaya Topete , describe que una vez que fue consumada la conquista se procedió al repartimiento del territorio entre colonizadores y que estos, con el carácter de “encomenderos” fueron los primeros habitantes españoles de la región. Por lo que se refiere al espacio geográfico que actualmente comprende el municipio de Armería, fueron usufructuarios:

Diego Garrido: Conquistador de Colima y Michoacán, fue vecino de Colima desde su fundación. Primer encomendero de los pueblos de Xicotan (Banco de Jicotán) y Quatecomatan (Cuastecomatán) que con permiso de Nuño de Guzmán pasó en trueque a Juan de Aguilar, no se señala que recibió a cambio. También tuvo a su cargo los pueblos de Suchitlán y Epatlan entre otros, los cuales heredó a su viuda Elvira de Arévalo, quién al morir dejó las encomiendas a su segundo esposo Francisco Preciado.

Juan de Aguilar Solórzano: Apellidado así por ser originario de Villa de Aguilar, España. Participó en la toma de Tenochtitlan y en la conquista de Colima. Obtuvo por trueque con Diego Garrido tres pueblos con ciento cincuenta indígenas, dos de ellos Xicotan (Banco de Jicotán) y Quatecomatan (Cuastecomatán) ubicados al sur de Coquimatlán en la cuenca del río Xoloapan (Juluapan) conocido después con el nombre de Nahualapa y últimamente como río Grande o el Armería. Siendo Alcalde de Colima, casó con doña Ana Martell (primera mujer española que vivió en Colima). De este matrimonio nació Cristóbal de Solórzano quien heredó bienes y encomiendas.

Pedro Cimancas: Lugarteniente de Pánfilo de Narváez, contribuyó en la conquista de Colima y otras provincias, es persona honrada, tiene dos pueblos Mecastepala con diez indios y Coyutlan (Cuyutlán) con salinas y ciertas estancias con cien indios. Al morir sus bienes pasaron a su hermano Cristóbal Moreno Trompeta.

Cristóbal Moreno Trompeta: Usufructuario para 1554 del pueblo de Coyutlan (Cuyutlán) que hereda de su difunto hermano Pedro Cimancas. (Como se puede observar los apellidos entre hermanos muchas veces no coinciden, ya que era costumbre de la época llevar el apellido materno o el nombre de su lugar de origen).

Juan de Iniestra: Conquistador de Colima que en encomienda usufructó los pueblos de Amecan, Suquitlan y Tequepa (Humedades) éste último en la costa del mar del sur (Océano Pacífico) por el rumbo de Coyutlan (Cuyutlán). Fue uno de los primeros que habló la cuyo origen es la lengua nahuatl con el dialecto más primitivo de la región. Sirvió de intérprete a sus compañeros.

Alfonso Martín de Trejo: Conquistador y vecino de Colima, nacido en Moguer, España. Hijo de Cristóbal García Sarmiento y Elvira Martín. Poseyó el pueblo de Coatlan (Coatán) lugar de muy buenas tierras y gran población indígena que existió entre los actuales poblados de Periquillos y Cualatilla.

Haciendas.

En el territorio que comprende el municipio de Armería, entre encomiendas, gracias, mercedes, juicios, pastorías, mayorazgos, subastas, remates y sucesiones, durante los siglos XIX y XX, se consolidaron y florecieron las haciendas de Armería, Cuyutlán y Santa Andrés Periquillo o Paso del Río. Previamente, en 1734, el Conde de Regla don Pedro Romero de Terreros adquirió la “Hacienda de Cuyutlán y sus salinas” que su propietario, el Alférez Real don Bartolomé de Brizuela, sometió a subasta de acreedores “recibiendo el adjudicatario la posesión de los bienes que por exhorto libró el Virrey al Alcalde Mayor de Colima con citación del procurador de la ciudad de ese nombre” .

Posteriormente, durante el reinado de Carlos III (1759-1789) el cuadragésimo octavo virrey de la Nueva España don Martín de Mayorca ordenó en 1783 se remataran los bienes confiscados a la compañía de Jesús (Jesuitas), entre otras veinte propiedades, las haciendas de Armería y San Andrés Periquillo o Paso del Río. Así, el Conde de Regla don Pedro Romero de Terrenos pasó a ser el propietario de las mismas. Para 1807, estas tres haciendas pertenecían a su nieta la Marquesa de Herrera, doña Dolores Romero de Terreros .

Según un acucioso estudio de mi amigo Oscar Guedea y Castañeda, el 29 de octubre de 1873 don Manuel de la Pedreguera y Romero de Terreros vendió la “Hacienda de Armería” a una compañía formada por los señores José Parra Álvarez, Pascasio López, Ernesto Ulrick, Francisco Santa Cruz e Ignacio Ramos. “Al desaparecer la mencionada compañía en 1878, quedan únicos dueños, los señores José Parra Álvarez y D. Pascasio López” . El último propietario de la hacienda de Armería fue doña Isaura Vidriales y concluye su ciclo en el primer tercio del siglo XX con el reparto agrario.

De igual manera, don Manuel de la Pedreguera y Romero de Terreros vendió en 1875 la “Hacienda de Cuyutlán” a una sociedad integrada por los señores Francisco Santa Cruz Escobosa, Ernesto Ulrick, José Parra Álvarez, Pascasio López e Ignacio Romanos, quedando finalmente como único propietario don Francisco Santa Cruz Escobosa. A su muerte, heredó los bienes su viuda la señora Clemencia Ceballos de Santa Cruz. Posteriormente fueron propietarios Juan R. Salinas, Salvador G. Echevarría y los hijos de éste último Catalina y Salvador Echevarría.

Por la que se refiere a la “Hacienda de San Andrés Periquillo” don Manuel de la Pedreguera y Romero de Terreros, posterior a una hipoteca, la vendió en 1885 al general José Ángel Martínez Gómez que sembró las primeras huertas de cocoteros. En 1903 vende sus propiedades a la “Sociedad Industrial Paso del Río” integrada por tres médicos norteamericanos representados por el “señor Jorge M. Emrick, quién nombró su primer administrador al Sr. Schudi; luego estuvo en su lugar el señor Otto, siguió el señor Fanton, quien fuera muerto por un costeño en el camino a las huertas de Santa Rosa.”

Para sembrar palmas de coco a contrato, de 1908 a 1914, “llegaron los italianos Esthepano Gherzi, Octavio Machetto, Reinaldo Gualino, Juan Mastelero, Eugenio Belleando, Santiago Antongniotti, Albino Copy y otros. Gherzi, intrigó e eliminó a sus paisanos quedando como administrador general, luego argumentando pérdidas durante la revolución, logró que el juzgado adjudicara en su favor la hacienda, que pertenecía a los herederos del Dr. Alberto J. Oschener” . El señor Gherzi, casó con la señora Emilia Demarta.

Primer asentamiento de Armería.

Sin conocerse la fecha exacta de su fundación, nuestro pueblo, con la categoría de ranchería aparece en documentos oficiales hasta finales del siglo XVIII con el nombre de “Almería” y desde inicios del siglo XIX ya se le denomina “Armería”. (En este siglo aún continúan apareciendo mapas que nos dan cuenta del “río Almería”) Su primer asentamiento se localizaba en la margen suroeste del río en lo que fue la parcela de don Estanislao Delgado, o sea, en el triángulo formado, entre el rastro municipal, el puente del ferrocarril y el nuevo puente de la carretera nacional, frente al actual poblado de Ruíz Cortinez.

Sobre este primer asentamiento, en 1869 el norteamericano Albert S. Evans describe: “…De manzanillo a Colima, trayecto como de noventa millas… En cinco lanchas livianas nos trasladamos hasta el otro extremo de la laguna de Cuyutlán y en dos diligencias concord de muelles nos trasladamos al río de la Armería… En la orilla hay un pueblo de chozas de carrizo con techos de palma, habitado, salvo excepción, por familias de indios civilizados y cristianos de la región… Luego de cruzar el río nos dirigimos a la casa del gran hacendado don Santiago Lagos…” (Concluye la cita).

Posteriormente, en 1875 con motivo de una creciente del río, el casco de la hacienda y su ranchería se trasladaron una legua más al sur en donde hoy se encuentra la colonia del ejido Armería, frente a lo que fue la estación del ferrocarril.

Vapor Colima.

Ante la falta de vías de comunicación entre el puerto de Manzanillo y la ciudad de Colima, ya que la vereda que bordeaba la laguna de Cuyutlán en los períodos de lluvias era intransitable, a iniciativa del cónsul norteamericano Mr. Augusto Morril, en 1871 cobrando dos pesos por pasaje de personas, un peso de flete por caballo y cincuenta centavos por cada bulto de hasta 150 libras, se puso en servicio un vaporcito llamado “Colima” que navegó de Manzanillo a Cuyutlancillo hasta el año de 1882.

El “Vapor Colima” navegaba por la laguna de Cuyutlán “…a una velocidad de 12 kilómetros por hora. Su capacidad era para 140 cargas de mula. Tenía 10.97 metros de largo y 4.26 de ancho. Su motor de 14 caballos de fuerza había sido anteriormente utilizado para hacer funcionar un pequeño aserradero de Colima…”

Con la finalidad de ampliar los servicios del “Vapor Colima” hasta el río Grande o el Armería, don Filomeno Bravo quien fuera Gobernador de Colima de 1873 a 1877, dispuso que utilizando la cause natural del “estero palo verde” se comunicara con fines de navegación la laguna de Cuyutlán con el río Armería. “…Según nos comenta don Jorge Pineda, director del archivo General del estado de Colima y asiduo lector del periódico oficial, que los trabajos del canal se suspendieron cuando tras un fuerte ciclón, gran parte de los adelantos fueron destruidos…”

El inglés John Lewis Geiger, quien visitara el Estado de Colima en el año de 1873 con la finalidad de establecer relaciones comerciales, a su paso por estas tierras navegó el 14 de diciembre en el “Vapor Colima” y nos relata: “…A las 10:00 a.m. llegamos a Cuyutlancillo, como se llama el desembarcadero situado en el extremo de la laguna, representado por un gran cobertizo de madera en la playa que se utiliza como bodega para las mercancías transportadas por el vapor, y media docena de chozas nativas distribuidas y esparcidas sobre el terreno en los alrededores… De cuyutlancillo al paso del río de la Armería son como ochenta millas…”

Armería jurisdicción de Manzanillo.

Al crearse el municipio de Manzanillo mediante decreto número 147 fechado el 17 de junio de 1877, las entonces haciendas de Cuyutlán, Armería y Periquillo (Paso del Río) y las rancherías de Armería, Coatán, Cualatilla, Cuyutlancillo Humedades y Periquillos pasaron a formar parte de la jurisdicción de esa municipalidad.

De conformidad con la constitución de 1882 la división política del estado de Colima era la siguiente: tres distritos regidos por un perfecto político designado por el gobernador en turno y siete ayuntamientos electos popularmente. La referida división política era la siguiente: Distrito del centro, que comprendía los municipios de Colima, Coquimatlán e Ixtlahuacán; Distrito de Álvarez, integrado por las municipalidades de Comala y Villa de Álvarez y Distrito de Medellín con Manzanillo y Tecomán.

Campamento Ferrocarrilero.

Según datos que se consignan en el Diario Oficial “El Estado de Colima”, el 14 de junio de 1881 el Gobernador del estado don Francisco Santa Cruz y el cónsul norteamericano Mr. Augusto Morril firmaron un contrato por medio del cual la “Compañía Constructora Mexicana” representada por este último, se comprometía a la construcción del tramo “Manzanillo-Colima” cuyos trabajos iniciaron en el puerto de Manzanillo el primero de julio de 1881 y los primeros cuarenta kilómetros concluyeron en octubre del año siguiente. En el mismo año se inicia la construcción del puente del ferrocarril sobre el río Armería, el cual concluye seis años después. Paralelamente a la construcción del la vía angosta y el puente del ferrocarril se realiza en el corte de durmientes en la hacienda de Cualata (hoy Venustiano Carranza).

Estos hechos motivaron que por espacio de veinte años (1881-1911) existiera en lo que actualmente es la ciudad de Armería un campamento de trabajadores que laboraban en esas obras. Prueba de lo anterior, es el informe de la compañía constructora publicado el 6 de mayo de 1882 en el Diario Oficial “El Estado de Colima” que narra la existencia de dicho campamento, en donde, con los cargos de ingenieros, médicos, herreros, carpinteros, mayordomos y jornaleros laboraron 33 extranjeros y cerca de un millar de mexicanos, éstos últimos procedentes en su mayoría de varias entidades federativas. (No se especifican nombres).

Reparto Agrario.

Con la erección de los ejidos Cuyutlán y Armería se inicia en 1924 el reparto agrario en el área agrícola del actual municipio de Armería. Sobre este asunto el diario oficial “El Estado de Colima” en su edición del 4 de octubre de 1924 se consigna un escrito dirigido por un grupo de avecindados al Dr. Gerardo Hurtado Suárez, Gobernado del Estado, por el que solicitan tierras para la formación de un nuevo centro de población ejidal denominado “Armería”, jurisdicción del entonces municipio de Manzanillo. Lo firman: Feliciano Núñez, Ramón Andrade, Donato Pelayo, J. Jesús Negrete, Margarito Lemus, Ramón Cisneros, Santiago Palomera, J. Jesús Delgado, Mauro Mata, Ricardo Sánchez, J. Trinidad Hernández, Jacinto Aguilar, Tomas Salas, Eutimio Hernández, Sixto Rodríguez, Marcial Velázquez, Luis Novela, Antonio Lemus, Atanasio Saucedo, José Ruelas, Serapio Sánchez, Pedro Leyva, J. Jesús Ascencio y Baltazar Ramos.

Por la importancia de este documento, trascribo algunas líneas que a la letra dicen: “…El poblado de Armería en que vivimos, cuenta con 300 habitantes, incluyendo hombres y mujeres. Que nuestra ocupación habitual es la concerniente a trabajos agrícolas, solo que, por la circunstancia de que el dueño de la finca no nos proporciona los medios equitativamente, para ejercitar nuestras actividades, nos hemos visto obligados a emigrar o a dedicarnos a otras labores que no nos producen lo necesario para la subsistencia de nuestras familias. Que no hay en dicho poblado ni un solo individuo (excepción del Dr. Aristeo Núñez) propietario de las haciendas de Armería y Cualata, que posee a nombre propio un solo pedazo de tierra…” (Concluye la cita)

Tomando en consideración que el reparto agrario es uno de los elementos que propician el crecimiento poblacional de esta planicie costera, doy cuenta de la integración de los siguientes ejidos:

a) Ejido Cuyutlán.

Mediante resolución presidencial fechada el 26 de febrero de 1925 se expropia a las haciendas de Cuyutlán y Armería 1,440 hectáreas que beneficiaron originalmente a 90 campesinos. Este decreto fue ejecuto el 8 de abril de ese mismo año.

b) Ejido Armería.

Si bien es cierto que desde 1924 surgió este nuevo centro de población ejidal, su resolución presidencial está fechada 2 de abril de 1925. A través de este decreto se expropiaron a la hacienda de Armería 456 hectáreas para beneficiar a 45 ejidatarios. Posteriormente, el 20 de septiembre de 1939, se aprueba su primera ampliación que beneficia a 23 nuevos ejidatarios. Entre sus líderes más destacados se encuentran Rosendo Corona, Luis Gómez Michel (a) “El esquilín”, Arcadio Leal, su hijo Simón Leal, Crescencio Medina, Tiburcio Hernández, Salvador Tapia, Melesio Estopín, Estanislao Delgado, Ángel Magaña y Francisco Andrade Colmenares.

c) Ejido Independencia.

El nuevo centro de población ejidal “Humedades” tomó posesión de sus tierras en 1928. Su resolución presidencial es del 24 de julio de 1931. En esta misma fecha cambia de nombre adoptando el de “Independencia”. En su primera dotación recibieron 498 hectáreas para 60 ejidatarios. El 15 de noviembre de 1939 se autoriza una segunda dotación de 1,580 hectáreas y su tercera ampliación (El higueral) se ejecuta hasta el 24 de noviembre de 1994.

Entre los primeros habitantes de los “once pueblos” (Humedades) recuerdo a Juan Torres Aguirre, Ramón Preciado, Apolonio Rodríguez Gutiérrez, Jerónimo Ávalos, J. Reyes Mendoza León, Ramón Gómez Enríquez, Ignacio Jiménez Bautista, Luis Montes de Oca García, Eugenio Reina García y desde luego a su líder don Leonardo Jaramillo Silva. Posteriormente, se unieron a este grupo de exitosos agraristas Santiago Palomera, Mateo Rosales González, Crescencio Michel Vizcaíno, Pánfilo Peredia Delgado, Catarino Ávalos Preciado y los hermanos Sostenes y Basilio Pérez Calvillo.

d) Ejido Zorrillos.

Este ejido surge el 16 de agosto de 1939 con 1,095 hectáreas y su primera ampliación fue con 465 hectáreas decretadas el 15 de enero de 1969. En 1970 su centro poblacional toma el nombre de “Los Reyes”.

e) Ejido Periquillo.

El 15 de noviembre de 1939 se beneficiaron 26 campesinos con la expropiación de 1003 hectáreas que le fueron segregadas a la hacienda de “Paso del Río”.

f) Ejido El Pelillo.

Su inicial dotación la reciben el 11 de junio de 1952 (95 hectáreas). Su primera ampliación fue autorizada el 12 de enero de 1960 con 522 hectáreas, con lo que se beneficiaron 37 campesinos.

g) Ejido Cofradía de Juárez.

El presidente Adolfo López Mateos, ordenó mediante decreto fechado el 7 de diciembre de 1960 la creación del ejido colectivo “Cofradía de Juárez”, expropiándose para ello 19,312 hectáreas a la hacienda de “Paso del Río”, misma que fue liquidada el 10 de diciembre del mismo año, fecha en que tomaron posesión de sus tierras 2,051 campesinos que se organizaron en 16 sociedades de crédito ejidal. Quince años después lograron su aparcelamiento individualizado para cada uno de los ejidatarios.

h) Ejido Anacleto Núñez.

Después de más de diez años de lucha en que tomaron por la fuerza los predios de la exhacienda de “El Banco”, 196 beneficiarios lograron que el 24 de mayo de 1994 se expropiaran a su favor las 1,450 hectáreas que venían poseyendo desde 1964. Con ello se funda el ejido de “Anacleto Núñez” conservando cómo centro de población la entonces ranchería de “Rincón de López”.

i) Ejido El Campanario.

Un grupo de 72 solicitantes de tierras que por más de treinta años habían venido solicitando la formación de un nuevo centro de población ejidal se les hizo justicia el 27 de noviembre de 1976 en que se funda el ejido “El campanario” con una dotación de 661 hectáreas. Hasta la fecha solo han recibido 72 hectáreas.

j) Ejido Luis Echeverría.

Mediante decreto presidencial fechado el 13 de noviembre de 1978 y con una dotación parcial de 131 hectáreas se le reconoce al nuevo centro de población ejidal “Luis Echeverría Álvarez” la categoría de ejido. Los 30 campesinos que recibieron estas tierras, siguen esperando que se les entreguen la totalidad de las 234 hectáreas que ordena la resolución presidencial.

Maremoto en Cuyutlán.

Entre el 3 y el 18 de junio de 1932 se registraron fuertes sismos en el sur de Jalisco y el estado de Colima. La ciudad de Colima fue la mas castigada con estos movimientos telúricos. El 22 de junio de 1932 se registro un “maremoto en Cuyutlán”. Sobre este acontecimiento, el Dr. José Salazar Cárdenas en su libro “El maremoto de Cuyutlán. 1932” nos relata: “...A las 7 de la mañana del 22 de junio de ese año los habitantes de Cuyutlán sintieron un temblor de regular intensidad, pocos segundos después escucharon un retumbido con rumbo al mar y posteriormente una gigantesca ola que llegó hasta la vía del ferrocarril que se encuentra a 800 metros en línea recta de la orilla del mar… A su paso por la población el colosal tumbo hizo destrozos en la mayor parte de las construcciones que eran casas de tejamanil, zacate y enramadas de palapa, arrasando a su paso todo lo que encontraba y acumulando palizada y escombros por todos lados…”

“…A la hora del suceso, se encontraba a la orilla del mar, frente a la glorieta, un chofer llamado Jesús Mora, apodado “el hilachas” que junto con dos mozos, lavaban una costalera que se usaba en el acarreo de la sal. Tanto Jesús como uno de los peones que sobrevivió a esta tragedia, relataron que estando en la orilla del mar, cuando se sintió un movimiento de tierra y se escucho el trueno lejano, vieron primero con curiosidad y después con asombro, como se retiró el mar hasta más allá de la reventazón, aproximadamente 100 metros de la orilla…”

“…Al ver aquello, se asustaron, corrieron a la glorieta en donde habían dejado un camioncito ford de pedales, se montaron en él y apresuradamente tomaron rumbo al pueblo. Ya viniendo en su precipitada carrera, dirigieron la vista hacia atrás y miraron como se levantó una ola gigantesca que ellos calcularon en unos 20 metros de altura que avanzó hacía la población causando pavor en los que presenciaron la escena. Alcanzaron a pasar el médano, pero al reventar la ola les dio alcance envolviéndolos. Viendo que se les venía encima la gran masa líquida, se lanzaron fuera del vehículo y el agua se llevó el carrito por otro lado y lo sepultó en la arena…”

El autor de esta crónica relata: “…que al oriente de Cuyutlán, a 4 kilómetros de distancia, en un lugar en donde se localizaba el rancho “Palo Verde”, la salida del mar fue también de gran magnitud y el caudal derramado fue a depositarse a la laguna… fue tal la fuerza con que el mar golpeó la zona de palo verde, que hizo desaparecer el médano quedando después el terreno casi al ras del mar y sin ninguna vegetación. Meses después de ese suceso, cuando el tren pasaba enfrente de ese lugar, desde los vagones podía observarse el mar, cosa que nunca había sido posible…” (Concluye la cita).

Mi bisabuela materna Julia García Plazola me comentó que entre los sobrevivientes del maremoto que se quedaron a vivir en Armería, fueron Cuca Almazán, José María Michel Corona (don chemita) con su esposa María Rincón, (padres de Pedro, Pachita y Eusebio Michel Rincón), Francisco Linares (papá de Ernestina Linares Michel de Herrera), don Guadalupe Rodríguez (a) “el Comino”, doña María de Jesús Virgen, Juanita Sánchez y sus hijos Juan, Heriberto y Francisco, don Francisco Lara Pérez y su cónyuge Francisca Cárdenas, Prisciliano Carrillo esposo de Ernestina Velázquez, Isaac Ramírez Barajas (a) “el perro”, don Estanislao Delgado (padre del profesor J. Félix Delgado Velázquez), Miguel Camacho, Luis Gómez Michel (a) “el esquilin”, Irineo Rodríguez Córdova, Nicolás Rodríguez, que llegó con el primer coche de sitio y su hermano J. Refugio Rodríguez que en una camioneta de redilas, apoyado por su esposa María Villaseñor vendía frutas y verduras.

Nuevo campamento ferrocarrilero.

A raíz del maremoto en comento, el campamento de ferrocarrileros que se localizaba en Cuyutlán, para el constante cambio de durmientes y mantenimiento de la vía, fue trasladado a la estación de bandera de “Armería”. Entre estos trabajadores, según me comentó en vida doña Vicente Valle, que formaban parte de la sección 44 y que se quedaron a vivir en Armería, entre otros, el cabo de vía Juan Cuevas, segundo cabo Mauro Valle y los peones Pedro Camacho, J. Guadalupe Figueroa, Antonio Arellano, Margarito Vázquez y los hermanos J. Jesús y Luis Fierros. A partir de 1960 este campamento era cambiado constante por todas las estaciones del ferrocarril desde Cuyutlán hasta la estación de “Lo de Villa”.

Erección del pueblo de Armería.

Como consecuencia de los acontecimientos arriba citados (reparto agrario, campamentos ferrocarrileros y maremoto del 22 de junio de 1932), en aquel tiempo, se registró un acelerado crecimiento poblacional. En “1921 solamente había 5 ranchos con 40 personas, para 1930 aumentaron a 178, en 1936 sumaban 1,500” . Este incremento demográfico motivó al gobernador Salvador Saucedo, para que, mediante decreto número 44 fechado el 29 de abril de 1935 y publicado el 4 de mayo del mismo año, la entonces ranchería de Armería fuera elevado a la categoría de pueblo, formando parte de su jurisdicción los comisariados municipales de Cuatán, Cualata, Independencia y Periquillo. En el mismo decreto (artículo 3º), se le concede, para su fundo legal 41-70-00 hectáreas de terreno.

Entre los Diputados de la XXIX Legislatura que aprobaron elevar a la categoría de pueblo a la ranchería de Armería se encuentran Porfirio Gaytán Núñez, Adolfo Preciado, J. Jesús Valencia, Crispín Ríos Ramírez, Bartolo López, J. Jesús Aguilar y el coronel Jesús Otero Pablos.

Para 1935, el centro de la población de Armería, tradicionalmente, lo fue la “estación del Ferrocarril”. Enfrente se localizaba el “casco de la hacienda” con su “galerón”, en donde una de sus estancias sirvió para albergar a la primera Escuela. La zona más habitada, lo fueron, las calles paralelas a la vía, hoy calles “ejido” y “avenida México”, en donde se establecieron los primeros comercios, un hotelito y dos casas de asistencia.

Son pocos los pueblos como Armería, en donde se conjugan con extraordinaria armonía: el “terreno fértil, con esfuerzo firme”. Lo que hoy es nuestro lema, es testimonio indubitable que aquí se combinaron, los recursos fisiográficos y humanos: por un lado, tierras privilegiadas, agua rodada y ecología adecuada, por el otro, el elemento humano, sí, el hombre y la mujer del campo, dispuestos a vencer y modificar el medio geográfico, trasformando con la fuerza de su brazo, sudor de su frente, y su esfuerzo firme, estas tierras en un verdadero vergel, que por muchos años fue potencia, grandeza y orgullo de la agricultura colimense.

En efecto, en 1905 la “Sociedad Industrial Agrícola de Paso del Río” (Periquillo) inicia en Santa Rosa y San Andrés Periquillo las plantaciones del cocotero. En 1925 don Pascual Moreno Barreto, Felipe Ramírez Victoria y Miguel Gómez Medina amplían en la planicie costera este cultivo.

Con la llegada del senador Alejandro Anaya y el exgobernador nayarita don Francisco Parra, en 1938 se emprende, en propiedades del teniente coronel Francisco Lagarda Valenzuela y el mayor J. Merced Torres Rocha el cultivo del algodón y el auge tabacalero. La familia Yamaguchi, originan el cultivo del tamarindo, el mango y la guanábana. El senador Anaya motiva a los agraristas al cultivo del limonero.

Entre 1932 y 1935, don Francisco Moreno, dueño el “Hotel Colonial” del puerto de Manzanillo y visionario comerciante que ya desde entonces, infería la “idea” de exportar productos agrícolas hacía el gran mercado norteamericano, convenció a los líderes agrarios Rosendo Corona, José Ruelas, Luis Gómez Michel y Leonardo Jaramillo Silva para que abrieran sus nuevas tierras al cultivo del plátano, para lo cual, además de habilitarlos económicamente, se comprometía a comprarles la totalidad de la producción.

Para don Pancho Moreno, Armería reunía tres potencialidades que podían transformarlo en el primer productor de “banano” en el Estado: uno, tierra húmeda y fértil; dos, la fuerza de trabajo de los nacientes grupos agrarios y tres, la importante vía de comunicación de la época, como lo era, el ferrocarril; pero había un problema, la falta de canales de riego.

Ante este inexplorado horizonte, don Rosendo Corona, los señores Luis Gómez Michel, José Ruelas y don Leonardo Jaramillo Silva, líderes de los Ejidos Armería e Independencia, para alcanzar el codiciado liquido que les permitiera regar sus parcelas, inician en 1932 los trámites para que se les otorgara permiso para derivar las aguas del río Armería. Así, sin más capital, que su inquebrantable voluntad por vencer las adversidades y la nobleza de su fuerza de trabajo, todos los campesinos en unión de sus familias, construyeron a pico y pala “el canal de Armería” y su ramificación “canal Independencia”.

Con el apoyo moral, político y económico de don Pancho Moreno, trajeron de Cihuatlán, Jalisco, las primeras cabezas de plátano de la variedad conocida con el nombre “roatán”. Para llevar el registro y control de los préstamos a los ejidatarios y a la vez, comprar el producto para comercializarlo hacia Estados Unidos de Norteamérica., el Sr. Moreno, designó, como su representante en Armería a don Eusebio Michel Rincón, responsable de las compras al Sr. Ignacio Hoyos Velásquez y encargado de los cortadores y estibadores a Lino Corona Pérez.

Fue tanto el éxito del banano, que dé 1935 a 1944 se exportaban diariamente de cinco a diez furgones del ferrocarril cargados de “plátano roatán”. A esta etapa, de gran derrama económica para todos los habitantes de Armería, se le conoce como la era del “oro verde”. Lamentablemente, el ciclón de 1944, arrasó con todos los cultivos, y nuevamente, con entereza, firmeza y unión de esfuerzos nuestros mayores salieron adelante.

Entre los primeros comercios, se localizaban las tienditas de Castulito Villaseñor y Chinto Urrutia que prácticamente vendían de todo, así como la carnicería ambulante de don Justo Rivera, opino ambulante, porque su mesa en la que despachaba la llevaban y la traían, diariamente, a su casa que se localizaba en la calle puebla, frente a la casa de mis padres..

Frente a la estación, en una hermosa casa construida de madera se estableció el “Gran Hotel Armería” propiedad de “doña Tacha”. Entre las “casas de huéspedes” se instalaron la de “Doña Chuy Virgen” y la de mi abuela materna “Inés Araíza García”, que también era una “fonda” que asistía a trabajadores del ferrocarril.

En la entonces calle México, hoy avenida Juan Oseguera Velásquez, se instaló la cenaduría de Vicenta Valle y su mamá doña Mercedes. Posteriormente se establecieron los comercios de doña Inés Álvarez, Domitila Álvarez, Rita Galindo y don Daniel Silva.

Por lo que se refiere a la fisonomía urbana, don Leonardo Jaramillo invitó a un avecindado de Manzanillo, Sr. Margarito Cárdenas, el cual tuvo a su cargo la construcción de los machuelos de las principales calles y los camellones centrales de las avenidas. Concluidas estas obras, se construyó el jardín principal, su kiosco y unas bancas de granito que tenía gravados los nombre de sus donantes.

Por recomendación de don Jesús Covarrubias Monroy, don Leonardo Jaramillo Silva, don Pedro Rizo (Jefe de Estación) y el profesor Ignacio Pinto Solís, los propietarios de los predios ubicados al frente de la avenida Manzanillo y su continuación Progreso, coincidieron en construir, -desde la estación del ferrocarril hasta lo que sería el jardín principal-, amplios portales de madera con techos de teja. Para esta extraordinaria obra, que por muchos años formó parte de fisonomía que identificó al pueblo de Armería, se contrataron los servicios de un carpintero agudo y visionario, como lo fue don Jorge Bejerano, quién ya había construido la “Casa de Huéspedes” de doña Chuy Virgen. Entre los albañiles constructores de estas casas, recordamos con gratitud a don Primitivo Guerra y don Miguel Flores. Este ultimo, años mas tarde, formó el gremio de albañiles, afiliados a la C.T.M.

Para abastecer los servicios de “agua potable”, don Esthefano Eugenio Gherzi, dueño de la Hacienda de “Paso del Río” otorgó su permiso para la construcción una represa en el “ojo de agua” del arroyo “charco verde” y el tendido de la tubería desde ese lugar, hasta el nuevo centro de población. Don Margarito Cárdenas hizo el trazo de la línea de conducción y todos los habitantes, sin excepción, se dieron “tareas” para excavar el terrero y apoyar en el tendido de la tubería. Para colocar y ensamblar la tubería se habilitó como fontanero a don Pascual Escobedo, quien, hasta su muerte fue el fontanero del pueblo. Para la distribución del agua, se construyeron “hidrantes públicos” en las esquinas y dos enormes pilas de agua, una frente al jardín y otra en la colonia “Independencia”. El primer pozo profundo para abastecer el servicio de agua potable, fue financiado en su mayoría con donativos económicos de la señora María Gómez Pérez viuda de Ruelas.

En esta simetría, en el período comprendido del 29 de abril de 1935 al 31 de diciembre de 1967, como consta en los archivos de la presidencia municipal de Manzanillo, fungieron como presidentes de la entonces H. Junta Municipal de Armería los siguientes ciudadanos:

1. Sebastián Saucedo Gervasio (1935),
2. Eduardo Michel Michel (1935) y (1939),
3. Apolonio Maravilla Brambila ((1936-1937) y (1938),
4. Gerardo Ruelas Pérez (1937),
5. Ramón M. Ramírez (1937),
6. Luis Gómez Michel (1937) y (1938),
7. José Villanueva (1937),
8. Hilario Dueñas Lepe (1939),
9. Felipe Ramírez Victoria (1939),
10. J. Félix Torres Curiel (1939-1940),
11. Daniel M. Silva (1940),
12. Ricardo Cortéz Anguiano (1941),
13. J. Jesús Parra Mesina (1941-1943),
14. Manuel Múñoz Salazar (1940) y (1943-1946-1946),
15. Leonardo Jaramillo Silva (1946-1949)
16. Pedro Virgen Alcaraz (1949-1951),
17. Sostenes Pérez Calvillo (1951),
18. Martiniano Escobar Robles (1951),
19. Basilio Pérez Calvillo (1951-1952),
20. Manuel Toscano Barajas (1952),
21. David Toscano Barajas (1953),
22. Antonio Enciso Rojas (1953-1954),
23. José Ruelas Ramírez (1954-1955),
24. Benjamín Pineda Gutiérrez (1956),
25. José C. Gutiérrez (1956-1958),
26. Valente Jiménez Delgado (1959),
27. Francisco Andrade Colmenares (1959),
28. Crispín Campos Enciso (1955) y (1960-1961),
29. J. Jesús Vaca Farias (1962-1964), y
30. Eusebio Michel Rincón (1965-1967).

Armería Municipio.

En este marco de fortalezas, Armería crece hasta alcanzar la población requerida para constituirse en el décimo municipio del Estado de Colima y como un justo reconocimiento al esfuerzo de sus habitantes, siendo Gobernador del Estado el Ing. Rodolfo Chávez Carrillo (1955-1961) y Presidente de la H. Junta Municipal de Armería don Crispín Campos Enciso, el profesor Juan Oseguera Velásquez, en su carácter de Diputado de la XXXVIII Legislatura (1955-1958), previo acucioso estudio socioeconómico, propuso al Congreso del Estado, que el entonces pueblo de Armería fuera elevado a la categoría de Municipio, iniciativa que no alcanzó los consensos de los actores políticos de la época.

Años mas tarde, en el sexenio del Gobernador Lic. Francisco Velasco Curiel (1961-1967) fueron Presidentes de la H. Junta Municipal de Armería don Jesús Vaca Farias (1962-1964) y don Eusebio Michel Rincón (1965-1967) y ambos, en sus respectivos períodos, con el apoyo del Pbro. Juan Hernández León y los comisariados ejidales de la época, continuaron insistiendo hasta cristalizar el añorado propósito de ver a nuestro pueblo convertido en el décimo Municipio del Estado de Colima.

Así, el Gobernador Velasco Curiel dio instrucciones al profesor Juan Oseguera Velásquez y al cartógrafo Elías Méndez Pizano para que elaboraran un nuevo estudio, mismo que le fue presentado con puntual celeridad. En la propuesta original, se vislumbraba que el nuevo municipio se integraría con los pueblos de Armería, Periquillo y Cuyutlán, balneario de El Paraíso y las localidades de Cofradía de Juárez, Cualatilla, Zorrillos (hoy Los Reyes), Santa Rita, Cualata (hoy Venustiano Carranza) y San Buenaventura.

Fueron muchas las reuniones que tuvieron que verificarse para estudiar las propuestas y contrapropuestas hasta alcanzar los consensos de los Presidentes Municipales de Coquimatlán, Antonio Estrada Márquez y de Manzanillo don Luis García Castillo.

En este orden de ideas, el 19 de mayo de 1967 los Diputados Ing. Othón Bustos Solórzano, Jorge Velasco Márquez y Roberto González Fuentes, presentaron al pleno del Congreso los estudios socioeconómicos y topográficos que justificaban la creación del Municipio de Armería. El Presidente del Congreso, instruyó a la Comisión de Puntos Constitucionales para elaborar el proyecto del decreto respectivo. De igual manera, se aprobó el decreto No. 118 por el que se declaró recinto oficial a la escuela “Adolfo López Mateos” para promulgar la creación del Municipio de Armería.

Con estos antecedentes, a las doce treinta horas del día 26 de mayo de 1967, se inició, en la escuela “Adolfo López Meteos”, la sesión solemne de la XLI Legislatura integrada por los diputados Roberto González Fuentes, Lic. Abel López Llerenas, Jorge Velasco Márquez, Ramón Serrano García, Ing. Othón Bustos Solórzano, Enrique Bayardo López y Herminio Málaga Rojas.

Contando con la presencia del licenciado Francisco Velasco Curiel, correspondió al diputado Roberto González Fuentes dar lectura al decreto No. 119 por el que se elevó a la categoría de municipio a la zona agrícola de Armería. En el acta respectiva se consigna: “…La aprobación del decreto fue sancionado por el numeroso público asistente con un nutrido y prolongado aplauso acompañado de una algarabía producida por más de un centenar de vehículos, tractores y las campanas de la iglesia, todo ello en señal de júbilo, por este histórico acontecimiento que crea el décimo Municipio del Estado de Colima…” (Concluye la cita).

En cumplimiento del referido decreto, a los doce horas del lunes primero de enero de 1968 en el entonces “cine Victoria”, posteriormente “cine Armería” y en la actualidad salón de usos múltiples “Gustavo Alberto Vázquez Montes”, se instaló el primer ayuntamiento. A partir de esa fecha los siguientes ciudadanos sido:

Presidentes Municipales.

Número Nombre Período Partido Político
1 Rosalío González Espinosa (1968-1970)(PRI)
2 J. Félix Delgado Velázquez (1971-1973)(PRI)
3 Salvador Mora Nolasco (1974-1976)(PRI)
4 Víctor Manuel Jaramillo Carrillo (1977-1979)(PRI)
5 Rosa María Espíritu Macías (1980-1982)(PRI)
6 Salvador Virgen Orozco (1983-1985)(PRI)
7 Cesáreo Muñiz Sosa (1986-1988)(PRI)
8 Miguel Chávez Michel (1989-1991)(PRI)
9 Roque Brambila Alvarado (1992-1994)(PRI)
10 Carlos Cruz Mendoza (1995-1997)(PRI)
11 Rubén Vélez Morelos (1998-2000)(PRI)
12 Rosa Elena Pérez Carrillo (2000) (PRI)
13 Beatriz Guadalupe Izunza Burceaga(2000-2003)(PAN)
14 Ernesto Márquez Guerrero (2003-2006)(PRD)
15 María Lourdes Márquez Jiménez (2006) (PRD)
16 Juan Manuel Covarrubias Leyva (2006-2009)(PRI)
Repite Ernesto Márquez Guerrero (2009-2012)(PAN)

Armería Ciudad.

El 31 de agosto de 1988 a iniciativa del gobernador licenciado Elías Zamora Verduzco el H. Congreso del Estado mediante decreto número 167 elevó a la categoría de ciudad la cabecera del municipio del mismo nombre. La lectura del bando solemne se realizó en el Auditorio Municipal que actualmente lleva el nombre del profesor Rubén Tino Alcantar. En el articulado del referido decreto se lee:

“…Artículo primero. Se eleva a la categoría de ciudad la cabecera municipal de Armería denominándose en lo sucesivo CIUDAD DE ARMERÍA, en virtud de haber cumplido con todos los requisitos que establece la Ley Orgánica del Municipio libre.

Artículo segundo. En sesión solemne del Honorable Ayuntamiento Constitucional de Armería que se realizará el viernes 16 de septiembre de 1988 y a la que asistirán los ciudadanos diputados del H. Congreso del Estado, se hará formalmente la declaratoria correspondiente, mediante lectura que hará de éste decreto el ciudadano presidente del Honorable Congreso del Estado.

Artículo tercero. En Bando Solemne que realizará el honorable Ayuntamiento de Armería, al concluir la sesión solemne de que habla el artículo anterior, dará a conocer a la población el decreto correspondiente.

Transito único. El presente decreto entrará a vigor el día de su lectura en la sesión solemne que al efecto celebrará el Honorable Ayuntamiento Constitucional de Armería y deberá publicarse en el periódico oficial “El Estado de Colima”…” (Concluye la cita).

Los diputados de la XLVIII legislatura que aprobaron el decreto número 167 por el que el pueblo de Armería fue elevado a la categoría de ciudad fueron Carlos de la Madrid Virgen, Alfonso Muñiz Gaytan, Ricardo Galindo Velasco, José Gilberto García Nava, Graciela Larios Rivas, Isidro Michel Castillo, Vicente Montes Salazar, José de Jesús Fernández Santana, Rubén Rosas García, Manuel Llerenas Ibarra, Natividad Jiménez Moreno (PAN), Leobardo Ricardo Prudencio (PST) y José Mancilla Peregrina (PPS).

Con este hecho, nuestro pueblo pasó a ser la cuarta ciudad del estado de Colima, ya que anteriormente sólo contaban con esa categoría las ciudades de Colima, Manzanillo y Tecomán. Posteriormente se agregó Villa de Álvarez.

Escudo oficial.

Con motivo de los actos conmemorativos del cincuenta aniversario de haberse elevado a la categoría del pueblo la entonces ranchería de Armería, el H. Ayuntamiento Constitucional presidido por el profesor Salvador Virgen Orozco, previo concurso, el 29 de abril de 1985 aprobó el escudo oficial diseñado por el ciudadano Álvaro Gabriel Rivera Múñoz, el cual contiene en su heráldica lo más representativo de nuestra historia, flora, fauna, bellezas naturales y vida socioeconómica en general.

Como consta en la descripción que del propio escudo se hace en el acuerdo respectivo, su diseño cuartelado en aspa con bordura en plata con la leyenda “ARMERÏA” en sable negro. Su diseño es cuartelado:

En el cuartel en jefe la “ola verde de Cuyutlán” en su color, que representa una de las bellezas turísticas que le han dado fama nacional e internacional al balneario de mayor tradición en Colima, mar abierto de todos los tiempos y orgullo de la sociedad armeritense. En el cuartel en punta un “apilamiento de sal con un pez surmontado” que describen la industria salinera de Cuyutlán y la pesca, actividad preponderante en la zona costera.

En los cuarteles diestro y siniestro en campo de gules (fondo rojo) que simbolizan el deseo de triunfar y adquirir gloria; de combatir y trabajar con ardor, características de los hombres y mujeres de la región que trasformaron estas tierras otrora inhóspitas en un vergel, se plasman en su color “un coco, un plátano y un limón” cultivos representativos de nuestra fecunda agricultura.

En sus ornamentos exteriores se observa en la parte superior un adorno (lambrequines) en forma de hojas de acanto (planta de hojas largas, rizadas y espinosas) que peden por ambos lados; al centro, sobre la bordura resalta una corona formada por seis figurillas humanas de barro prehispánico que simboliza la “danza de la fertilidad”. Esta cerámica precolombina además de caracterizar escenas de la vida cotidiana de los aborígenes, es una muestra de la preocupación de las mujeres y hombres prehispánicos por convertir el suelo agreste en superficie productiva, tradición que se conserva hasta nuestros días.

En la parte inferior como soportes que custodian el escudo se localizan dispuestos hacia fuera dos caimanes, los cuales, además de significar heráldicamente la fidelidad y la custodia forman parte de la fauna que abundó en la laguna, río y esteros de esta franja costera. En la punta de la parte inferior, un listón dorado flotante con el lema del municipio: "TERRENO FERTIL CON EL ESFUERZO FIRME".

Epílogo.

Cuando se trabaja con amor, las potencialidades del ser humano no tienen límites. En efecto, para nuestros padres, en la construcción de este pueblo, no hubo reto que los amedrentara, ni circunstancias que los derrotara. Su ejemplo, debe transformarse en motor y guía de nuestros actos cotidianos.

Nuevos tiempos, reclaman de todos nosotros, nuevos compromisos. En una sociedad plural como la nuestra, los obstáculos e incertidumbres, deben vencerse con fortaleza, diálogo y compromiso. Deben dominarse con firmeza, tolerancia y respeto, y sobre todo, con alto sentido de responsabilidad y con mucho amor, sí, con exuberante amor a nuestra patria chica, moderemos actitudes, unamos voluntades y trabajemos juntos por la grandeza de Armería.


Bibliografía

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Diario Oficial “El Estado de Colima”.

González, Oscar, citado por Gómez Azpeitia, Luis Gabriel en su libro “Orden y beneficio del territorio durante el Virreinato”. Página 65.

Guedea y Castañeda, Oscar. “Las Haciendas en Colima”.

Hernández Espinosa, Francisco. “El Colima de ayer”. Edición de la Universidad de Colima.

Messmacher, Miguel. “Arqueología prehispánica de Colima”.

Ortoll, Servando. “Por tierras de cocos y palmeras”.

Oseguera Velázquez, Juan. “Discurso pronunciado con motivo del XL aniversario de la erección del pueblo de Armería”.

Oseguera Velázquez, Juan. “Directorio del Estado de Colima”. 1964.

Urzúa Orozco, Roberto Pbro. “Coliman, Caxitlán y Tecomán”.

Urzúa Orozco, Roberto Pbro. “Los pueblos del Valle de Tecomán”.

http://www.aytoalmeria.es.