viernes, 10 de diciembre de 2010

“L” Aniversario del Ejido Cofradía de Juárez. Municipio de Armeria, estado de Colima

Palabras pronunciadas por Miguel Chávez Miguel
Cofradía de Juárez, Col. Diciembre 10 de 2010.

Honorables integrantes del presídium
Distinguidos invitados especiales
Integrantes de esta comunidad agraria
Señoras y señores
Amigos Todos

Orgulloso de nuestro pasado, convencido de la generosidad de nuestra vocación agrarista y con plena confianza en el futuro de esta fértil zona agrícola en donde aprendimos de nuestros mayores a luchar por mejores estadios de bienestar; aquí y ahora; en el cincuenta aniversario de la creación del Ejido Cofradía de Juárez, con cumplido respeto, sean mis palabras, un timbre de honor, para los trabajadores del surco y del arado, hombres y mujeres, que, sin más instrumentos de labranza que sus machetes y azadones, con su esfuerzo y perseverancia, nos dieron tierra y libertad.

Luego entonces, al testimoniar mi gratitud por el uso de la voz, permítaseme compartirles una breve reseña de nuestro pasado inmediato, que dedico a la tenacidad y entrega de las nuevas generaciones de jóvenes campesinos de Cofradía de Juárez y del Municipio de Armería.

Amigos míos.

Durante la conquista española, aquí, florecían y poco después sucumbieron las colectividades prehispánicas de Tequepa, Coatán y Xicotán, que en los inicios de la colonia, formaron parte de la provincia de Tepetitango. De estas culturas, solo se conservan las ricas ofrendas de cerámica extraídas de su suelo, que los arqueólogos clasifican como períodos “Armería” (850 – 1250) y complejo “periquillo” (1250 – 1521), relacionando al primero, con la cultura “tolteca” y al segundo, con los “mexicas”.

Consumada la ocupación hispana, las riberas del entonces río Nahualapa, sus cultivos, posesiones y dominios, en nombre del rey, fueron conferidas en encomienda a los conquistadores Juan de Iniestra (Tequepa), Alfonso Martín de Trejo (Coatán) y Diego Garrido (Xicotán). Durante el siglo XVIII, las tierras que más tarde conformarían la extensa propiedad conocida con el nombre de Paso del Río o Periquillo perteneció a Don José Borrego.

En 1778 las adquirió el Conde de Regla Don Pedro Romero de Terreros y a su muerte las heredó a la Marquesa de Herrera, Doña María Romero de Terreros. 7 viviendas de palapa con igual número de familias, un corral y un establo integraban el rancho de Periquillo que funcionaba como centro nuclear del dominio. Los vastos terrenos, para esa época, según el testamento de Don José Borrego, estaban considerados como insalubres y eran causa de la poca población y escasa productividad.

Entre 1831 y 1838, el feudo fue fraccionado en favor de los principales arrendatarios, que compraron algunas extensiones. Así, José Francisco Campos Cosío adquirió los potreros de San Bartolo y Santa Rosa; Tomás Quiroz compró Santa Inés y el predio Martín Alonso. Los llanos de San Bartolo y Texcaltitán pasaron a ser propiedad Anastasia Ahumada. Posteriormente, mediante compraventa registrada el primero de agosto de 1862 Petronilo Inclán recupera todas las propiedades vendidas con anterioridad, incentiva la producción de palma de coco y amplia la producción ganadera.

En 1865, Don Ignacio Lagos y Juan Fermín Huarte, compraron los extensos dominios de Periquillo o Paso del Río. Ambos propietarios, realizaron nuevas inversiones para la producción de azúcar, café, arroz, palma de coco, así como para la explotación del ganado mayor. Para tal efecto, se construyeron nuevas viviendas, bodegas de almacenamiento, un nuevo corral con establo y un camino que unía a la propiedad con Armería. Los trabajadores de la hacienda, entre jornaleros, peones y vaqueros se incremento a 70 personas.

Incluyendo plantaciones, fincas, instalaciones y hasta los trabajadores, según se estableció en la escritura, en 1870, el General Ángel Martínez adquiere la propiedad. Con una nueva visión, se construyeron caminos que conducían a los distintos ranchos, se amplió la casa grande con una tienda de raya, oficina administrativa y un patio interior para operaciones. Se iniciaron nuevas inversiones en obras de irrigación, se incorporaron tierras incultas en pastizales y se extendieron los terrenos dedicados a los cultivos de palma de coco, caña de azúcar, tabaco, maíz, frijol y arroz.

Así, el todo poderoso General porfirista Ángel Martínez, amo, dueño y señor de Paso del Río, se convirtió en exitoso Senador de la República y actor por excelencia del desarrollo agropecuario de la hacienda. Su riqueza, solo era comparable con la del Gobernador Francisco Santa Cruz Escobosa, terrateniente de la Hacienda de Cuyutlán.

En los inicios del siglo XX, el General Martínez, a través de Jorge M. Emrick, ofreció en venta la propiedad al Dr. Albert J. Ochsner, rico comerciante y financiero residente en la ciudad de Chicago. Para el efecto, se constituyó la “Compañía Industrial de Paso del Río”, cuyo protocolo de creación se legalizó en junio de 1902. Ante el inesperado fallecimiento del General Martínez, hasta el 18 de abril de 1908, concluyó la recepción de las escrituras y la total posesión de 30,401 hectáreas del dominio constituido en fracciones, entre ellos, los Camichines, Coatán, Cualatilla, la Fundición, Texcaltitlán, el Tecuán, la Palmita, el Mangal, la Cañita, San Bartolo, Martín Alonso, la Báscula, el Casco, Santa Rosa y Santa Inés Periquillo.

Para su administración y operación, desde 1902, fueron contratados por el Dr. Ochsner, los inmigrantes italianos Stephano Gherzi, Santiago Antonioti, Reynaldo Gualino, Octavio Machetto, Albino Coppy y Eugenio Belleando. En este orden de ideas, Coppy, fue designado Mayordomo; Gualino, encargado del ganado; Machetto, ejerció las veces de capataz general y Gherzi, desde entonces, figuró como administrador de la hacienda. Por su parte, Anastasio Ochoa, Andrés González, Eugenio Espíritu y Romualdo Aguilar, ejercieron el papel de intermediarios entre los italianos y los trabajadores.

Con nuevas plantaciones e innovadoras formas de organización agroindustrial, más el apoyo que recibía de la embajada norteamericana, así como las buenas relaciones con los gobiernos federal, estatal y municipal y, con un esquema de alianzas sociales, con el membrete de una sociedad mercantil, en pocos años, Don Stephano Gherzi, transformó a la hacienda en una de las más prósperas y productivas del occidente de la República.

Para 1909, contaba con 7,000 palmas de coco en producción y 4 mil cabezas de ganado cebú de excelente calidad, convirtiendo a la propiedad, a través del puerto de Manzanillo, en la primera, en el estado, como exportadora coquito de aceite, mejor conocido con el nombre de “cayaco”. En 1912, por haber alcanzado la meta de sembrar, tan solo en ese año, diez mil nuevas palmas de coco, en estímulo a su alta productividad y notables beneficios para la economía de Colima, el gobernador J. Trinidad Alamillo, otorgó al Sr. Gherzi un premio por la cantidad de diez mil pesos.

Durante la Revolución, Colima, no fue escenario de grandes enfrentamiento entre los grupos revolucionarios, más sin embargo, los triunfos o derrotas, de uno o de otro bando, registrados en otras entidades federativas, aquí, solo en lo político, tuvieron repercusiones que conmovieron a la población, particularmente, por los súbitos cambios de varios gobernadores del estado, para ser exactos, fueron 19, tan solo de 1910 a 1920.

En cambio, los hacendados, rancheros y agricultores, apoyados en su poder económico, rápido se adaptaron a los nuevos escenarios caracterizados por la intimidación, la leva, y las esporádicas actuaciones de bandidaje avivados por bandoleros que se decían villistas o huertistas. Por lo anterior, a cambio de apoyos económicos, los hacendados recibieron protección de los frágiles gobernadores de filiación porfirista, maderista, huertista y constitucionalistas.

La inestabilidad de la época, en nada afectó la productividad de la hacienda de Paso del Río. Ejemplo, para 1916, en plena fase del constitucionalismo, los trabajadores ascendieron a 450 personas. Periquillo, su principal centro de población se localizaba alrededor de la residencia del Sr. Gherzi. Además, se contaba con una tienda de comestibles mejor conocida con el nombre de “tienda de raya”, un molino de nixtamal, lechería, un pequeño matadero de reses y cerdos, existía una escuela rural y cada cabeza de familia contaba con una vivienda de palma y carrizo. Los mayordomos y capataces, al interior de la casa grande, tenían sus viviendas con agua rodada y techos de teja.

Entre los trabajadores de mayor confianza destacaron Hipólito Méndez, Rosendo Castillo, Basilio Palafox, Antonio Tene, Francisco Medina, Juan Merino, Eugenio Rojas, Cleofas García, Ruperto Sánchez, Alfonso Méndez, Miguel Bustos y Macedonio Mejía.

Para evadir el reparto agrario, entre 1922 y 1923, con recursos económicos de Paso del Río, se construyó un puente de piedra sobre el río Armería, que unió el camino de Tecomán a Manzanillo. En 1927 se edificó un hermoso edificio para la escuela primaria de Periquillo que le pusieron por nombre Dr. Albert J. Ochsner y en 1934 donó 400 hectáreas para el fundo legal de Tecomán y cedió 500 hectáreas de la propiedad para el establecimiento de una Escuela Elemental Agrícola para hijos de campesinos.

Este plantel educativo, de donde egresaron dos generaciones de maestros rurales, en tanto se construía el edificio escolar a un costado de la “Estación de Tecomán”, provisionalmente, inició sus actividades el 16 de noviembre de 1935 en una bodega que se localizaba en la “Estación de Bandera” conocida con el nombre de “La Báscula”. Por cierto, este internado, es el antecedente de lo que fue la Escuela Técnica de Agricultura de la Universidad de Colima y de la actual Escuela Normal de Atequiza, Jalisco.

Posterior al movimiento cristero, además de la proliferación de grupos solicitantes de tierras, en la hacienda de Paso del Río, se reflejaba un simulado clima de paz, pero había diferencias y hostilidades que no podían ocultarse, dado que, día a día, se intensificaban las querellas de sus trabajadores, peones, jornaleros y asalariados, quienes, sin conflictos aparentes con el Sr. Gherzi, expresaban su descontento por los sistemas autoritarios y mal trato que recibían de los capataces. Sus descontentos se centraban por los lesivos jornales, los excesivos horarios de trabajo, sus bajos salarios y su creciente endeudamiento con la tienda de raya.

Entre 1930 y 1940, en pleno apogeo del agrarismo, por resoluciones presidenciales le fueron segregadas a la Hacienda de Paso del Rio variadas hectáreas de terrero para constituir los ejidos Independencia y Periquillo. Las quejas de Gherzi no se hicieron esperar, más no pudo detener las dotaciones definitivas.

Ante este nuevo contexto, Stephano Gherzi, convenció a los herederos del Dr. Dr. Albert J. Ochsner, para formalizar una “Compañía Occidental Fraccionadora de Terrenos de Paso del Río y Periquillo”, Así, mediante presuntas ventas a particulares, evidenció que la propiedad se estaba desmembrando, pero todos, eran prestanombres. Con ese artificio, además de consolidarse como “único amo y señor” de la propiedad, logró convencer a las autoridades para que en los inicios de la década 1940, le otorgaran la nacionalidad mexicana y le expidieran certificados de inafectabilidad agrícola y ganadera.

Según los protocolos notariales, los supuestos dueños de los terrenos de la hacienda eran Benito Rodríguez, Manuel Aguayo, Luis Javier Cruz, Jesús López Galindo, Donaciano Cruz, Alberto Orendáin, Leobarda Castillo de López, Amparo Cruz, José Méndez Ochoa, Celia López de Castillo, Beatriz Cruz, el mismo Stephano Gherzi, Emiliano Orozco, Carlos Orozco, Mercedes Espinosa, Emilia Martha de Gherzi, Ramiro Ramírez Tostado, Ángel Medina, Carlos García Méndez, Andrea Cruz, Amalia Rincón, Bartolo Alcaráz y Leoncio Medina Ortega.

En contraparte a las nuevas falacias latifundistas, los grupos solicitantes de tierras endurecieron sus estrategias de lucha, mismas que confirmaron la polarización de los intereses por la tierra. En efecto, a partir de 1940, se inició una etapa escalonada de invasiones ilegales en los predios, entre otros, los de Periquillo, la Cañita, Cocinitas y Texcaltitán. Todos ellos, fueron reprimidos y desalojados. Inclusive, los guardias blancos al servicio del terrateniente les destruyeron sus cultivos y quemaron las chozas de los invasores. A quienes laboraban en la hacienda los despidieron de su fuente trabajo.

Paralelamente, siguiendo los cauces legales, en la década de 1950, se integraron los siguientes grupos de solicitantes de tierras:

1. "Adolfo Ruiz Cortínez", representado por Salvador Bravo Chávez, Agapito Cortés Macías, Conrado Cortés Macías, Manuel Mesina Muraña y Primitivo R. Valencia.

2. "Doctor Miguel Galindo", encabezado por Manuel Mesina Muraña, José María Alcaráz y Francisco Alcalá Flores.

3. "Cofradía de Juárez", lidereado por Gregorio Sánchez Figueroa, Jesús Silva Ortega y José García Díaz.

4. "Venustiano Carranza", dirigido por Guadalupe Ramírez Morán, Guadalupe Padilla Gutiérrez y Ramón Lomelí Chávez.

5. "General de División Emiliano Zapata", guiado por Pedro Rivera Camarena, Miguel Hernández Peregrina y Pedro Parra Leal.

6. "Profesor Gregorio Torres Quintero", coordinado por Eliseo Rivera Barajas, Isabel González González y Basilio Venegas Murillo, y

7. "General Lázaro Cárdenas del Río", representado por Onofre Ramos Ceballos, Erasmo Hernández Mercado y Doroteo García González;

Ante la constante movilización de los campesinos que fueron, poco a poco, permeando la conciencia de la sociedad colimense y de la élite política local, durante el gobierno del Ingeniero Arquitecto Rodolfo Chávez Carrillo, se elevó, en los medios locales y nacionales, la publicaron de diversos manifiestos de apoyos en favor de la causa agrarista.

Así, durante la campaña presidencial del Lic. Adolfo López Mateos, el 10 de marzo de 1958, en un mitin verificado en el puerto de Manzanillo, el entonces Diputado Federal Roberto Pizano Saucedo, desde la tribuna, alzó su voz para denunciar la existencia del latifundio de Paso del Río y demandó una exhaustiva investigación. A esta valerosa acusación, se sumó con todo su empeño, el también Diputado Federal y en ese momento candidato a Senador Coronel Antonio Salazar Salazar.

Con este antecedente, el 27 de marzo del mismo año se inicio el expediente respectivo, mismo que fue publicado en el "Diario Oficial" de la Federación el 6 de junio y en el Periódico Oficial del Gobierno del Estado, de fecha 16 de agosto 1958.

Finalizada la investigación que permitió comprobar que Paso del Río contaba con 18, 502 hectáreas de extensión, por instrucciones del Presidente Adolfo López Mateos, el 6 de diciembre de 1960 se publicó el Decreto que estableció la cancelación de las concesiones de inafectabilidad de que disfrutaba la “Compañía Occidental Fraccionadora de Terrenos de Paso del Río”, nulificando al efecto, la existencia de la apócrifa sociedad anónima y los títulos de los supuestos propietarios.

Al siguiente día, el 7 de diciembre de 1960, se publicó en el Diario Oficial de la Federación, la resolución presidencial por el que se concretó la creación del “Ejido Cofradía de Juárez y sus anexos”. El 10 de diciembre del mismo, exigiendo el reparto inmediato, un nutrido grupo de los beneficiados con la resolución presidencial se posesiona de las instalaciones conocidas con el nombre de “El Molino”.

En el mes de mayo de 1961 se inició la entrega de las tierras, este proceso concluyó el 4 de marzo de 1962, fecha en que se constituyó la “Sociedad Local Colectiva de Crédito Ejidal, Agrícola y Ganadero del Ejido Cofradía de Juárez y Anexos”, con los siguientes dirigentes: Presidente, Práxedis Hernández Durán; Secretario, Octavio Robles Sierra; Tesorero, Gregorio López Valdovinos y Presidente del Consejo de Vigilancia José Rodríguez Rosas.

Por instrucciones presidenciales, el Gerente del Banco Ejidal C. Salvador Díaz Múñoz, comisionó al Ing. Carlos Recordón Ojeda para elaborar el proyecto de urbanización del nuevo centro de población de Cofradía de Juárez. En el mismo año, el Presidente Adolfo López Mateos hizo acto de presencia en este lugar para entregar personalmente los títulos de los lotes y en forma simbólica las de las unidades de dotación.

Con lo anterior, se inició una etapa de discordias legales entre ejidatarios y autoridades. Las inconformidades se generaron por las diferencias entre los 2,051 capacitados que contempló la resolución presidencial y las 1,724 unidades de dotación que inicialmente se reconocieron. Este conflicto, llegó hasta la Suprema Corte de la Nación y concluyó con nuevos censos, nuevas depuraciones y la creación de las sociedades de crédito ejidal números quince y dieciséis.

Desde su fundación, coordinado los esfuerzos de esta comunidad agraria, en orden cronológico, han sido comisariados ejidales: Práxedis Hernández Durán, José Rodríguez Rosas, J. Refugio Mendoza Farías, José Negrete Sánchez, Fidel Rodríguez Trejo, Antonio Barajas Martínez, J. Jesús Arreola George, Luis López Rodríguez, Celedonio Álvarez Torres, J. Jesús Maldonado Rebolledo, Alfredo Magaña, Antonio Sánchez Hueso, Felipe Munguía Rivera, Rafael García Ruelas y el actual, Pedro Fuentes López. Para todos ellos nuestro público reconocimiento y permanente gratitud.

Entre los compañeros de Cualatilla que también abanderaron la causa, recuerdo con afecto a mis estimados amigos Ramiro Sabalza y José Carrillo.

Amigos todos.

Cofradía de Juárez tiene su historia. El reparto agrario, no fue fácil. Sus remembranzas, quizás a la distancia, ahora, para algunos, puedan enunciar actitudes pretensiosas, petulantes o vanidosas, pero en la conciencia colectiva de nuestros mayores, aún están presentes los años de carencias, incomprensiones y represiones. Sin nostalgias, ¡Que no se nos olvide!, la lucha por la tierra y por mejores estadios de bienestar, no fue fácil; luego entonces, en homenaje a nuestros padres, a las nuevas generaciones corresponde, con mayor tenacidad, hacer producir la tierra y darle valor agregado a los productos del campo.

Hoy, son otros los tiempos y otros los problemas, pero también son otras las circunstancias y otras las soluciones. Con nuevas formas de organización, novedosas tecnologías y eficientes estrategias de comercialización, convencido estoy que Cofradía de Juárez saldrá adelante.

Adelante, amigos míos. Cofradía de Juárez es de ustedes y para los hijos de ustedes. Felicidades y enhorabuena.

Por su atención. Muchas gracias.

chavezmichel@hotmail.com