lunes, 4 de febrero de 2008

ACEA: Asociación Cultural Estudiantil de Armería

Publicado en “Diario de Colima”
24 de septiembre de 2006

Miguel CHÁVEZ MICHEL*

POSTERIOR a la toma de posesión del primer ayuntamiento que presidió don Rosalío González Espinosa (1968) se inició en Armería un periodo de reacomodo de fuerzas políticas y sociales; por un lado, los campesinos que representaban la mayor fortaleza económica y política, competían al interior del partido en el poder por alcanzar la anhelada candidatura a la presidencia municipal, por el otro, germinaba una nueva generación de armeritenses que demandaba mayores espacios educativos para su formación.

En efecto, al finalizar la década de mil novecientos sesenta, la población de Armería sólo contaba con dos escuelas primarias y la emergente secundaria por cooperación número 16, que funcionaba, gracias a la generosidad de algunos destacados maestros locales que entregaban lo mejor de su esfuerzo sin remuneración alguna. Los padres de familia, por su parte, con el apoyo de las autoridades municipales, realizaban gestiones para federalizar la secundaria y construir su correspondiente edificio.

Así, en la búsqueda de mejores oportunidades educativas, la mayoría de los jóvenes de aquella época teníamos que desplazarnos a otras localidades. Los más, acudían diariamente a la secundaria federal “Gregorio Torres Quintero” de la ciudad de Tecomán y la Escuela Técnica de Agricultura recién aperturada en el crucero de ese municipio. Los menos, asistíamos a planteles educativos de las ciudades de Colima, Ciudad Guzmán, Guadalajara y la capital de la República.

Los fines de semana y periodos vacacionales, además de convivir con nuestras familias, los aprovechábamos para intercambiar aprendizajes y orientar a nuestros paisanos sobre la gran variedad de expectativas de superación profesional que se brindaban tanto en la capital del estado como en otras entidades federativas. Sobre esta recordada etapa, de mayúsculas inquietudes y no menos penurias, en Armería, venturosamente, éramos una “gran familia” con diferentes apellidos, pero al fin, una “familia grande” en donde el “apoyo mutuo” era la gran luz que impulsaba nuestras fraternales relaciones de leal y desinteresada amistad.

En ese contexto, además de la playa, el jardín, el cine, el campo de futbol que se localizaba en donde actualmente se encuentra la clínica del IMSS, eran tres nuestros puntos de placentero esparcimiento y comprometida convivencia.

Nuestro principal punto de reunión era el portal de la casa de don Ignacio Hoyos Velásquez, que se localizaba en la calle progreso No. 10, hoy, avenida Gral. Manuel Alvarez. Allí, sentados en unos equipales forrados de piel leímos la prensa estatal y nacional, con el único compromiso no escrito y que todos observábamos a cabalidad, como lo era, que después de su lectura, volver acomodar los periódicos en el mismo lugar de donde los habíamos tomado.

No menos importante, lo fue la “sastrería” de don Ramón López Valdovinos (a) El Zapote, que se ubicada en la calle Progreso, hoy avenida Juan Oseguera Velázquez No. 20. Aquí, jugábamos dominó, y como nunca faltaba la revista Siempre, comentábamos los editoriales de don José Pagés Llergo y los profundos artículos de don Vicente Lombardo Toledano.

La tercera, era la casa paterna de los “hermanos Granados”, situada en la calle Sonora No. 4. Ahí, nos recreábamos jugando ajedrez y leyendo las historietas de Los Supermachos, del caricaturista Eduardo del Río García, mejor conocido con el seudónimo de Rius. Sobre este particular apunto con satisfacción, que para nadie eran desconocidos los personajes del pueblo de “San Garabato”, en el que un indio ilustrado e irreverente llamado “Calzonzín” era el principal vehículo de crítica y humor de una parodia sociopolítica de la época. Entre los títulos que recuerdo se encuentran, entre otros, «La interminable conquista de México», «Cuba para principiantes», «Manual del perfecto Ateo», el «A, B Ché», «Marx para principiantes», «Economía para ignorantes (en economía)» y «Puré de Papas».

En este escenario de sano esparcimiento, con el lema de “Ama a tu pueblo, dale cultura” nació la Asociación Cultural Estudiantil de Armería, mejor conocida por sus siglas Acea. Aquí, cabe subrayar que gracias a las actividades de esta noble organización juvenil, hoy Armería cuenta con la Biblioteca Pública “1972 Año de Juárez” y la “Delegación de la Cruz Roja Mexicana”. Sobre este tema, me ocuparé en próximas colaboraciones.

Sobre el origen y propósitos iniciales que influyeron en la constitución de la Asociación Cultural Estudiantil de Armería, quien fuera su primer presidente, el ingeniero Ignacio Hoyos García, la semana pasada, en amena charla, verificada en mi oficina, me comentó:

“…Su fundación fue en agosto de 1970. Estando en una convivió en casa de Rigoberto Granados, en donde acostumbrábamos a ir a jugar ajedrez, surgió la idea de ver cómo dejar el ocio que consumía nuestro tiempo y que, a nuestro discernimiento, no nos aportaba nada positivo, y si tenemos tiempo, se dijo, hay que explotarlo, sobre todo en vacaciones. Así, alguien propuso que nos organizáramos para hacer algo por el pueblo. De inmediato, entusiasmados con esa percepción, iniciaron las propuestas…”

“…En lluvia de ideas, se comentó que Armería no tenía secundaria ni bachillerato, y que éstas, deberían ser las iniciales gestiones. También se enumeró la falta de espacios deportivos y culturales y hasta hubo propuestas de tomar la calle para exigir la construcción de un Dispensario Médico, Unidad Deportiva y Casa de la Cultura. En esos temas estábamos concentrados, cuando de pronto, uno de los participantes alzó su voz y dijo: ¡Espérese!, propongo que primero nos organicemos y luego decidamos las actividades a realizar…”

“…Como a los quince días de esta reunión informal, invitamos a varios amigos, a quienes les planteamos la idea de formar una organización de jóvenes, y a través de ella, trabajar por el pueblo. Surgieron muchas ideas muy interesantes, sobre todo un planteamiento más claro de lo que queríamos, básicamente nos pronunciamos por una organización con el fin inmediato de recabar libros entre amigos, vecinos y familiares para hacer una biblioteca pública. Esta fue la idea básica. Así nos constituimos en Asociación Cultural Estudiantil de Armería…”

“…A la Asamblea constitutiva asistimos cerca un centenar de jóvenes, recuerdo entre los fundadores a Octavio Michel Retolaza, Víctor Sedano, Horacio López Haro, Guillermo Gómez Pantoja, Efraín Ivón Pérez Ochoa., J. Félix Manzo Llorentes, José Angel Arellano Beltrán, Rigoberto y Javier Granados, Ignacio y Abel González Diego, Antonio, Adolfo y Luis Bustos, Santiago Estrada Trujillo, Rosendo Gallegos Romero, Gustavo Ramírez Rodríguez y Armando Mora Sánchez. Posteriormente se sumaron Elías García García, Juan Vélez Morelos y Miguel Chávez Michel…”

“…La primera directiva se integró de la siguiente manera: presidente: Ignacio Hoyos García; secretario: J. Félix Manzo Llorentes; tesorero: Horacio López Haro y oficial mayor: Miguel Chávez Michel. Hubo varias comisiones, entre otras, la de acción cultural y actividades deportivas. Posteriormente fueron presidentes: Horacio López Haro, Santiago Estrada Trujillo y J. Félix Manzo Llorentes…”

“…Fue una etapa muy bonita. A partir de 1971, organizamos anualmente una Semana Cultural y Deportiva. Este fue, por un poco más de una década, el evento cultural y deportivo más importante del pueblo. Lamentablemente, por razones de trabajo muchos tuvimos que cambiar de residencia, y al casarnos, surgieron otras prioridades. Afortunadamente, hay testimonios de nuestros sueños, que gracias al trabajo de todos, hoy siguen siendo una realidad. Ejemplo de ello, puedo mencionarte con satisfacción y orgullo a la Biblioteca Pública: “1972 Año de Juárez” y la Delegación de la Cruz Roja Mexicana…”

* El autor es miembro del Consejo Estatal de la Crónica, la Asociación Colimense de Periodistas y Escritores y la Asociación de Cronistas de Pueblos y Ciudades del Estado de Colima.

chavezmichel@colima.com
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