martes, 4 de diciembre de 2007

(2) Anécdotas de Don José Ochoa Méndez

(Segunda y ultima parte)

Publicado en Diario de Colima
23 de julio de 2006

Miguel CHÁVEZ MICHEL*

En mi anterior colaboración describí, en palabras de Don José Ochoa Méndez, la visita que el general Lázaro Cárdenas del Río realizó a la hacienda de “Paso del Río” en diciembre de 1933, así como sus repercusiones que derivaron en el fraccionamiento de la hacienda y los consecuentes inicios del reparto agrario. Con relación al tema de los ejidos, nuestro comentarista, en su calidad de testigo presencial de los acontecimientos y con su particular estilo de observar y narrar los hechos, amplía sus revelaciones:

“El señor Gherzí nunca se convenció de las bondades del ejido”, cada que podía, -le decía a la gente- que el ejido no era cosa buena, que los ejidatarios solamente eran instrumentos del gobierno, que una vez que concluyeran la carretera, él iba a organizar una colonización para la producción y no para la política, que las tierras las iba a fraccionar en porciones de veinte hectáreas, las cuales iban a ser pagaderas en veinte años y que eso sí era efectivo, porque iba a ser uno verdaderamente dueño de sus tierras”

Tras una breve pausa, entrecruza la piernas y reanuda su plática: “De 1935 a 1938 la política se puso muy difícil, hubo cuatro gobernadores, por órdenes del centro desconocieron a Don Salvador Saucedo, luego entró de interino el Senador José Campero, que le entregó su puesto al Teniente Coronel Miguel G. Santana y en 1939 fue electo el General Pedro Torres Ortiz”.

“Además de la inestabilidad política, en ese entonces, andaba muy duro lo del reparto agrario, los profesores en todas las comunidades tenían la consigna de fomentar los ejidos. Aquí en la hacienda, o sea, en la escuela, llegó el primer maestro pagado por la federación, el profesor se llamaba Eduardo Meillón y quizás por gestiones de él vino un ingeniero de la agraria para levantar un censo, pero lo gente ya estaba aconsejada por el hacendado para que no aceptaran ser ejidatarios. Recuerdo que en una reunión que hubo en la escuela, el profesor nos dijo: ¿de veras quieren ser colonos? ¿Saben lo que están diciendo?, y un mozo de aquí que se llamaba Valentín Ríos, respondió: -seguro que sabemos, todos queremos ser colonos-, bueno, -dijo el ingeniero- si uno sólo, aunque no viva en Periquillo, quiere ser ejidatario, de ese me llevo el expediente para fundar un ejido”.

“En tanto que Don Sthefano Gherzi, realizaba los trámites para fraccionar la hacienda, en 1935, un grupo de agraristas se metieron a los potreros de Tescaltitán y la Peña. Quizás por gestiones de un Licenciado de Guadalajara que contrató el terrateniente, el Gobernador Miguel G. Santana ofreció venir personalmente para resolver ese asunto. Muy preocupado, el Sr. Gherzi nos organizó dos paseos, uno a Cuyutlán y otro a Santiago, y luego nos dijo –ayúdenme a defender las tierras, lo hago por ustedes, por las mujeres y los niños, si convencen al Gobernador de que los echen fuera, rentaré un tren para que conozcan la ciudad de México-“

“Y que les cuento, el día que llegó el ejecutivo, no sabíamos ni que íbamos a decir, pero hicimos cabeza mi suegro Bartolo Alcaraz y yo. Muy nerviosos le exteriorizamos al Gobernador -que queríamos ser colonos de las tierras invadidas- y el gobernador nos contestó que esa gente nos había ganado la delantera, pero que nos iba ayudar, nos citó a Tecomán por la noche. Allí, solo hablaron el Gobernador, el Sr. Gherzi y un Licenciado de Guadalajara. Nosotros, como se dice coloquialmente, solo fuimos a hacer bulto”.

“En tanto que los trabajadores de la hacienda, inocentemente, manifestábamos con nuestras aspiraciones de ser colonos, la gente de afuera, insistió en procurar tierras de la hacienda. Los del ejido Independencia, solicitaron ampliación en los llanos de Tecomán, unos vecinos de Tecomán pidieron los potreros de la Colihuana, el predio de la mata sandía y parte de los llanos por el lado de las cuatas. Después, el ejido el Pelillo afectó el potrero de Martín Alonso.

“Mientras todo esto sucedía, tal vez para ganarse nuestra confianza, el Sr. Gherzi, prestaba tierras para desmonte a sus trabajadores de confianza, facilitaba con qué arar, bestias y bueyes, dinero para hacer lo trabajos, costalera, camión para acarrear los productos y la misma hacienda compraba el maíz. Por eso, la gente estaba contenta y le apoyaba en su repudio al ejido”.

“Siendo Gobernador el General Pedro Torres Ortiz, empezaron a llegar a Periquillo muchas personas de otros lugares y empezaron a construir sus casas y a solicitar tierras para formar ejidos. Estando el Gobernador en México, el Sr. Gherzi consiguió una orden del Juez de Distrito para desalojar a los invasores y con el apoyo de un pelotón de soldado sacaron a esa gente en los camiones de la hacienda, les echaron sus pertenencias, tumbaron las casas y posteriormente las quemaron”.

“Cuando regreso el Gobernador, mando apresar a todos los que participaron en el desalojo incluyendo al Sr. Gherzi que duró cuatro días detenido. Con motivo de esta acción, el Sr. Gherzi se volvió de carácter fuerte y una actitud imponente, dejó de prestar tierras, a las personas que eran de aquí de Periquillo y que estaban implicadas con los solicitantes de ejidos, tuvieron que irse, porque la hacienda ya no les dio trabajo y les pidió las casas y hasta prohibió que tuviéramos animales sueltos”.

“Viendo esta actitud de hostilidad para con los trabajadores que tanto habíamos apoyado a la hacienda, un grupo de dieciséis vecinos de Periquillo, solicitamos incorporarnos al ejido blanco que la misma hacienda había formado para su defensa, ya que las tierras con que habían sido dotadas nunca se habían trabajado. Además el ejido había quedado reducido a la mitad de los que figuraron en el censo básico. Una vez que fuimos aceptados por la Asamblea, fue tanto el disgusto del Sr. Gherzi, nos llamó traidores y convenció al Comisariado Ejidal para que nos expulsarán”.

“Entonces comenzó un pleito que duró varios años. Por gestiones de la Liga de Comunidades Agrarias nos apoyo el Consejo de Vigilancia y dos compañeros más. Nos acusaron de Invasores y a quienes nos apoyaron los echaron a la cárcel y hasta fueron sentenciados. Tuvimos que ampararnos y cómo las tierras eran de temporal instaron para que nadie nos diera trabajo. Fueron tantas las agresiones que recibimos que en una ocasión hirieron a Pedro Govea, pero… como dice el dicho, las cosas caen por su propio peso, por fin el 7 de diciembre de 1958, por ordenes del tercer circuito fuimos reconocidos como ejidatarios, con todas las de la ley”.


* El autor es miembro del Consejo Estatal de la Crónica, la Asociación Colimense de Periodistas y Escritores y la Asociación de Cronistas de Pueblos y Ciudades del Estado de Colima.
chavezmichel@colima.com
chavezmichel@gmail.com

2 comentarios:

Anónimo dijo...

La Historia del Estado de Colima, es muy amplia,nuestro Estado es rico en cultura y tradiciones,esta lleno de hombres valientes e inteligentes entre ellos. Mi querido abuelo Don Jose Ochoa Mendez Dios lo bendiga y lo tenga a su lado. atte. Alma Gabriela Barreto Ochoa.

Kastle dijo...

Excelente historia, y pensar que el Sr Don Jose Ochoa, tenia muchísima cultura e historia que aportar a la sociedad. Hasta se podrían hacer varios libros de texto para primarias.