miércoles, 2 de enero de 2008

(1) Primera Banda de Música

(Primera de dos partes)

Publicado en Diario de Colima
20 de agosto de 2006

Miguel CHÁVEZ MICHEL*

Para conmemorar el quincuagésimo aniversario de haber sido elevado a la categoría de “pueblo” la entonces “ranchería” de Armería, el 29 de abril de 1985, y con el apoyo del “Grupo Cultural Antares” que coordinaba y dirigía con diligente entusiasmo, su Presidenta, la Señorita Rosa Elena Pérez Carrillo (a) “Rosita”, tuve el alto honor de presentar, por primera vez, en la “cueva del Club de Leones”, la exposición fotográfica titulada “Historia Gráfica de Armería”.

En este modesto, pero muy significativo acontecimiento, también, se rindió, por parte del grupo cultural en comento, un merecido homenaje a los sobrevivientes, de la “Primera Banda de Música de Armería”.

Allí, dialogando con dos de los homenajeados, Miguel Vizcarra Zamora y Martín Rincón Benítez, se agregó a la charla, Don José Ochoa Méndez, y tal vez, motivado por el generoso entusiasmo de los ahí presentes, nos comenta: “los antecedentes de la “banda de música de Armería” se remontan al año de 1936 en que, con el apoyo de Don Sthefano Gherzi, se formó en Periquillo la “banda de música de de la Hacienda de Paso del Río”.

Y con su habitual argumentación, amplía sus comentarios: “En esa época, el Sr. Gherzi, tenia muy buenas relaciones de amistad con el Gobernador, Teniente Coronel Miguel G. Santana, quién, casi siempre agasajaba a sus amigos y visitantes especiales en la Hacienda de Paso del Río, desde luego, con el beneplácito y complacencia de su propietario. Así, quizás, para agradar a tan ilustres huéspedes, por conducto de los mayordomos, fuimos invitados, varios de peones, para formar en Periquillo, -una música-, o sea, una -banda de música-”.

Al efecto, señala: “para impartirnos las clases de solfeo, se contrataron los servicios de un señor del Grullo, Jalisco. Éramos veintiséis los que iniciamos las clases de música. Todos vivíamos en Periquillo. Un año después, vino Don Salvador Salazar, -que era, jefe de correos en la estación de Tecomán y también músico- y él nos acabo de adiestrar”.

“Aunque nunca pudimos tocar muy bien, salíamos a tocar a Tecomán y Armería. Una vez nos llevaron a las “fiestas de toros” de Villa de Álvarez, En ese entonces, apenas comenzábamos y no podíamos tocar nada sin ver la nota. Entre lo más selecto de nuestro repertorio, tocábamos algunas marchas, pasos dobles, boleros y valses”.

“En una ocasión, siendo Presidente de la República el General Lázaro Cárdenas del Río, acompañado del Gobernador Miguel G. Santana, visitó la Hacienda el Ministro de Educación Don Gonzalo Vázquez Vela, y la Señora Emilia de Gherzi nos pidió que les tocáramos algo mientras cenaban. Entre el amplio repertorio que tocamos, lo que más les gusto a los invitados fue el -vals Alejandra- que quizás, por mera galantería, nos lo aplaudieron, ya que esos -catrines-, tengo la seguridad, que sí conocían de música”.

Y concluye: “En 1942, siendo Gobernador del Estado el General Pedro Torres Ortiz, con eso de las políticas agraristas, las cosas se pusieron muy duras en la Hacienda. Varios compañeros de la banda se sumaron a los grupos solicitantes de tierras y fue tanto el disgusto del Sr. Sthefano Gherzi, que nos recogieron los instrumentos musicales y hasta ahí, concluyó nuestra fugaz carrera de músicos. Al poco tiempo, nos enteramos, que los instrumentos musicales pasaron a la -banda- que se formó en Armería”.

“Así fue”, exteriorizó Miguel Vizcarra Zamora. Después de una breve pausa, Martín Rincón Benítez, toma la palabra y explica:, “como de costumbre, un -grupo de -morritos- (jóvenes, casi niños), nos divertíamos todas las tardes, jugando en la parte frontal de las –galeras de la Hacienda de Armería-, que se encontraban frente a la estación del ferrocarril y una tarde del mes de enero de 1945, se acercó hasta nosotros el -Administrador de Correos- de nombre Isaac, de quien no recuerdo los apellidos, y después de invitarnos a compartir una exquisita tuba que llevaba preparada en una balsa, nos invitó a que formáramos una -banda de música-. Sin comprender los alcances de su noble intención y tal vez por respeto, escuchamos su perorata”.

“Para nosotros”, replicó Miguel Vizcarra Zamora, “la oferta del Administrador de correos pasó inadvertida, pero a los pocos días, se acerca nuevamente a nosotros y nos dijo –muchachos-, les traigo buenas noticias, -estuve platicando con el Padre Juan Hernández León y con el Presidente de la H. Junta Municipal de Armería, Don Leonardo Jaramillo Silva- y me dijeron que si ustedes aceptan formar la banda de música, ellos-, o sea el Padre Juan y Don Leonardo, -ofrecen pagar un maestro que les enseñe música y si aprenden pronto, les regalarán los instrumentos musicales-”

“Así comenzó nuestra aventura de músicos”, -exclamó: Martín Rincón Benítez- y con prudente nostalgia y abundante emoción, revela: “de momento, sin reflexionar los alcances de nuestra decisión, todos, espontáneamente manifestamos nuestra jubilosa aceptación. Dos o tres semanas posteriores, un domingo, después de la misa de cinco de la mañana, el Padre Juan Hernández León se dirige a mi persona y me dice –espérate Martín, quiero platicar contigo- al momento, sin saber que responder, me quedé aterrorizado, ya que la recia personalidad del Padre imponía mucho respeto, -estoy seguro que el sacerdote noto mi turbación-, con una sonrisa en los labios, puso su mano sobre mi brazo izquierdo, y con su voz timbrada y clara, me dice, -felicidades joven, ya encontré un buen maestro de música, pónganse de acuerdo con el Administrador de Correos para que de inmediato inicien sus clases de solfeo… mañana llega su maestro… ustedes -refiriéndose desde luego al grupo de –traviesos de la estación- me inspiran mucha confianza, tienen admirable energía y abundante imaginación… el futuro de ustedes está en la música… no se les olvide, échenle muchas ganas…”

“Para no hacerles largo el cuento”, siguió Martín Rincón glosando los acontecimientos: “la tarde del 3 de marzo de 1946, por conducto de Don Isaac, (Administrador de Correos) fuimos citados a la casa de Don Leonardo Jaramillo, que se localizaba -frente a la estación del ferrocarril, en la esquina formada por las avenidas México y Progreso-. Al llegar a la cita, encontramos en uno de los corredores unos preciosos instrumentos musicales, y el más inquieto de todos, Ramón López Valdovinos (a) -el zapote-, toma entre sus manos -la trompeta- y con ella, entre bromas, travesuras y juegos, emula ser el maestro de música. En eso, entre risas y chascarrillos, por las ocurrencias del -zapote-, cuando menos los esperábamos, llegaron el Administrador de correos, el padre Juan Hernández León, Don Leonardo Jaramillo Silva y una cuarta persona, que posteriormente supimos que se llamaba Jaime Gómez, originario de Autlán de la Grana, Jalisco y que a partir de esa fecha sería nuestro maestro de música”.

“Ya se imaginarán el susto que se llevó Ramón López Valdovinos, al darse cuenta que llegaban nuestros benefactores, -se puso blanco como la cera-. Para sorpresa de todos los presentes, Don Leonardo Jaramillo Silva, con su aguda sagacidad, -de arriba abajo- nos observó a todos y sin inmutarse, con voz pausada, se dirige al Padre Juan y le dice: -ya tenemos trompetista-. Luego, con el dedo índice de su mano derecha apunta al –zapote- y le dijo: -a partir de esta fecha, tu eres el –jefe- y –trompetista de la Banda de Música de Armería-” y “así fue hasta su muerte”, expreso nuevamente, Miguel Vizcarra Zamora”.

Martín Rincón Benítez continua su plática: “El mismo día que nos entregaron los instrumentos musicales comenzamos a –escoletiar-. Nuestro primer Director fue el Maestro Jaime Gómez compositor de la pieza –viva Armería-. Las primeras clases las recibimos en la casa de Don Leonardo Jaramillo Silva; pocas semanas después construyeron, para ese fin, una -enramada de palapa- en la parte posterior a las oficinas de correos, misma que fue destrozada por una -borrasca-. Varios años, nos desplazábamos, en diferentes domicilios, un día en la escuela, otro día en la iglesia, etc. Por finalizar, gracias a las gestiones de Padre Juan Hernández León, el Sr. Crescencio Michel Vizcaíno (a) –el carajo- nos acondicionó una habitación, en la parte posterior de su domicilio, o sea, por la calle hidalgo a un costado de la Iglesia”.

Dado que nuestra amena charla, continuamente era interrumpida por los asistentes a la exposición fotográfica que dio origen a nuestra circunstancial reunión, Martín Rincón Benítez, muy interesado en rescatar el origen de la -primera Banda de Música de Armería-, nos invitó, para que el día siguiente, nos reuniéramos para continuar dialogando sobre este agradable tema.

La Señora Felicitas Carrillo Velásquez viuda de Pérez (a) -Doña Feliz- que en silencio y con los brazos cruzados no perdió detalle de todo lo comentado, intervino en la plática hablando con aplomo y firmeza: “Yo invito el café… mañana los espero en mi casa a las ocho de la noche… -vieja-, el que no vaya”
Continuará…


* El autor es miembro del Consejo Estatal de la Crónica, la Asociación Colimense de Periodistas y Escritores y la Asociación de Cronistas de Pueblos y Ciudades del Estado de Colima.

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