Estimadas
autoridades
Invitados especiales
Público en
general
Amigas y
amigos todos
Con el privilegio de poder dirigirme a
ustedes, con humildad, respeto y gratitud, hago propicia la ocasión, para expresar,
en el marco de este aniversario, la seguridad de mi permanente gratitud, por la
oportunidad que me brindan, de sumarme, con mis modestas palabras, al propósito
central de honrar la memoria de los hombres y las mujeres, que hicieron
posible, que el H. Congreso del Estado, promulgara, el 26 de mayo de 1967, la
creación del Municipio de Armería.
Desde luego, ésta efeméride, es una valiosa
oportunidad de reflexión colectiva y educación cívica, en donde, además de
glosar los acontecimientos que nos permitieron alcanzar la categoría de
municipio, se sustenta, en la noble intención de consolidar nuestra identidad local,
reforzar la conciencia ciudadana sobre nuestros orígenes y el significado
histórico de ésta conmemoración.
En la memoria colectiva de todos los
pueblos, existen fechas, eventos y contingencias, que resumen su historia y, por
su trascendencia, además de referentes épicos, son veneros socioculturales que
conforman el sentido de pertenencia de los habitantes de una comunidad, como la
nuestra.
En efecto, en nuestro devenir, la
creación del municipio de Armería, compendia lo que fuimos, lo que somos y lo
que seremos como sociedad, producto del esfuerzo que genera el arraigarse con
amor en estas tierras, en donde por igual, nativos y avecindados, han
trabajado, para hacer de Armería, la casa grande en donde vivimos todos.
Para satisfacción de propios y
extraños, somos un pueblo pluriétnico y pluricultural producto del trabajo de
muchas generaciones. En esta región de la costa colimense, entre contingencias
meteorológicas de agua dulce y agua salada, en tierra fértil y esfuerzo firme, prosperaron
comunidades indígenas como Coatlan, Coyutlan y Tequepa. También en este lugar,
se establecieron grupos de colonizadores y ambos, fertilizaron la estirpe de
una comunidad plural y cosmopolita. Con el trascurrir del tiempo, excepcionales
avecindados enriquecieron nuestro mestizaje.
En el siglo XIX y en el primer tercio
del siglo XX, aquí, florecieron las Haciendas de Armería, Cuyutlán y Paso del
Río. Con la llegada del ferrocarril se abrieron nuevas tierras al cultivo y con
el reparto agrario se alentó la llegada de nuevos pobladores a esta planicie
costera.
El maremoto del 22 de junio de 1932,
fue fundamental detonador, para elevar el número de habitantes, lo que motivó,
que la entonces ranchería de Armería, fuera elevada a la categoría de pueblo,
mediante Decreto No. 44 expedido por el H. Congreso del Estado el 29 de abril
de 1935.
En el período comprendido de 1935 a 1967, nuestros padres, sin mayor capital que
la fertilidad del suelo y el amor a la tierra, en su permanente esfuerzo por
forjar su propio destino, no hubo reto que los amedrentara, ni circunstancia
que los derrotara; por el contrario, unieron voluntades, trabajaron en equipo y
agudizaron sus sentidos de exitosos emprendedores, trasformando, con la fuerza
de su brazo, éstas tierras otrora inhóspitas, palúdicas e insalubres, en un
vergel, hasta alcanzar, el añorado sueño, de ver a nuestro pueblo, transformado
en Municipio.
Su precedente más próximo,
lo encontramos en el sexenio 1961-1967) período en que fueron Presidentes de la
H. Junta Municipal de Armería Don Jesús Vaca Farías y Don Eusebio Michel Rincón
y ambos, con el respaldo del Pbro. Juan Hernández León, destacados pobladores,
agricultores y los comisariados ejidales de la época, solicitaron la creación
del Municipio de Armería al gobernador Francisco Velasco Curiel.
Los estudios
socioeconómicos y topográficos pertinentes para sustentar la inminente
iniciativa para que el pueblo de Armería se le concediera la categoría de
Municipio fueron elaborados por el profesor Juan Oseguera Velázquez y al
cartógrafo Elías Méndez Pizano.
Con estos antecedentes, a las doce
treinta horas del día 26 de mayo de 1967, en el entonces centro escolar
“Presidente Adolfo López Mateos”, que albergaba a la Escuela Federal Revolución
en sus turnos matutino y vespertino y a la Secundaria por Cooperación No. 16, se
verificó la Sesión Solemne de la cuadragésima primera Legislatura, en donde, se
dio lectura al decreto No. 119, por el que se elevó a la categoría de Municipio
a la zona agrícola conocida con el nombre de Armería.
Cumplimentando el orden del día,
fueron designados los diputados Herminio Málaga Rojas y Enrique Bayardo López
para introducir al Sr. Gobernador, quién ya se encontraba en el exterior del
recinto, acompañado del Presidente del
Supremo Tribunal de Justicia, Lic. Julio Santana, el Presidente de la H. Junta
Municipal Eusebio Michel Rincón, los Presidentes Municipales de Manzanillo,
Luis García Castillo; de Coquimatlán, Antonio Estrada Márquez; de Colima,
Octavio Urzúa Quroz; de Comala, Alfredo Rocha Contreras; de Cuauhtémoc, Gonzalo
Verduzco Curiel; de Ixtlahuacán, Francisco Bueno Larios; de Minatitlán, J.
Ascención Yánez; de Tecomán, José Espinoza Rivera, de Villa de Álvarez, José
Inés Ramírez Cobián y el Regidor de Armería en el Ayuntamiento de Manzanillo
Lino Corona Pérez.
En el desarrollo de la sesión, el diputado
Roberto González Fuentes procedió a la lectura del Decreto No. 119. El diputado
por el VII Distrito (Manzanillo) Herminio Málaga Rojas, dirigió un emotivo y
conceptuoso discurso y posterior al mensaje del Sr. Gobernador, un joven
maestro de la escuela Independencia, el Profesor Manuel Godina Velasco, por
decisión de los líderes locales, a nombre de nuestro pueblo, le correspondió
agradecer la honrosa distinción de habernos otorgado la categoría de municipio.
El diario oficial de la época relata,
(abro comillas) “…La aprobación del Decreto fue sancionado por el numeroso
público asistente con un nutrido y prolongado aplauso acompañado de una
algarabía producida por más de un centenar de vehículos, tractores y las campanas
de la iglesia, todo ello, en señal de júbilo, por este histórico acontecimiento
que crea el décimo Municipio del Estado de Colima…” (Cierro comillas).
Posteriormente, con cohetes, el continuado repique de las campanas, danzas
folklóricas, bandas de guerra, mariachis, chirimías y bandas de música, entre
gritos de júbilo, llantos de alegría y aplausos de agradecimiento, desfilaron
contingentes de rurales, grupos de hombres de a caballo, los trabajadores de la
fábrica de coco, salineros, niños y mujeres con vestidos típicos, tractores y
carros alegóricos adornados con instrumentos de labranza y productos del campo.
Hoy, es un día especial. Es un día de
fiesta. Es un día de unidad. Hoy, es el día del Municipio que forjaron nuestros
padres. Sí amigas y amigos míos, hoy, en el contexto de este mago
acontecimiento, créanme, aún vibran en lo más profundo de mis recuerdos,
aquellas apasionantes y sentimentales emociones, que los jóvenes de la época, sentimos,
al observar, escuchar y ser testigos, que el esfuerzo de nuestros mayores era
coronado con el inicio de una nueva etapa para nuestro pueblo.
Semanas posteriores, el
domingo 19 de noviembre de 1967 se efectuaron las elecciones locales para
integrar el Primer Ayuntamiento de Armería. En el actual salón de usos
múltiples Gustavo Alberto Vázquez Montes, se ubicaba el entonces “Cine Victoria” y que posteriormente se
denominó “Cine Armería”, a las doce horas del lunes primero de enero de 1968 se
instaló formalmente el primer Ayuntamiento que presidió Don Rosalío González
Espinosa. Fue testigo de honor, el gobernador Pablo Silva García.
Años más tarde, el 31 de agosto de 1988, a iniciativa del
Gobernador Elías Zamora Verduzco, el H. Congreso del Estado, mediante Decreto
No. 167 elevó a la categoría de Ciudad la cabecera del Municipio de Armería.
Por todo lo anterior, en el espacio de
esta fiesta cívica, aquí y ahora, para los fundadores, que ya rindieron tributo
a la tierra que hicieron fructificar, hago votos, para que mis modestas
palabras, en su memoria, sean un timbre de honor. Para los que aún viven
compartiendo sus nobles experiencias, con gratitud y afecto les decimos muchas
gracias.
Muy
respetable audiencia.
Hoy, a cuarenta y seis años
de distancia de habérsele otorgado la categoría de Municipio al pueblo de
Armería, esta Sesión Solemne del Honorable Cabildo, nos proporciona un
excelente espacio, primero, para que no se nos olvide nuestro origen; segundo,
para que recordemos con gratitud, la perseverancia y el espíritu de lucha de
nuestros padres, y tercero, para que juntos reflexionemos sobre el futuro que
queremos para las nuevas generaciones.
Amigas y
amigos todos.
Armería no es un pueblo más, tiene un
origen cosmopolita y una microhistoria única y como el árbol que se nutre de la
buena tierra, tiene un pasado colmado de realizaciones, un presente con enormes
potencialidades y un futuro pleno de esperanzas y grandes desafíos; pero
requerimos con urgencia, de un verdadero renacimiento de mentalidades y
actitudes, que rompan inercias, que parecen condicionarnos.
En esta tesitura, tomando como ejemplo
la tenacidad de nuestros mayores, requerimos de un nuevo modelo colaborativo
que impulse la innovación, el emprendimiento y la creatividad para ubicarnos
nuevamente a la vanguardia y en la ruta del crecimiento.
En su tiempo, con firmeza y visionario
esfuerzo, nuestros padres y abuelos, hicieron su tarea. Llegaron a éstas tierras,
sin más capital que su fuerza de trabajo. A pico y pala construyeron canales de
riego, hicieron norias, sembraron cultivos perenes, construyeron carreteras y
caminos saca cosechas, introdujeron la luz eléctrica y redes de agua potable,
edificaron infraestructura urbana y nos dotaron de buenas escuelas. Hasta
tuvieron tiempo para heredarnos parcelas en producción, tractores, vehículos y
buenas casas, que hoy, con tristeza observamos, que por falta de mantenimiento
se están cayendo.
A nuestros padres, nunca se les
olvidó, que “la tierra, es de quien la
trabaje”, luego entonces, jamás rentaron sus parcelas. Y, cuando el
cansancio los agotaba, renovaban sus energías, cantando el himno del agrarista;
“…Marchemos agraristas a los campos
a sembrar la semilla del progreso,
marchemos siempre unidos sin tropiezo,
laborando por la paz de la nación.
No queremos ya más luchas entre
hermanos,
olvidemos los rencores compañeros,
que se llenen de trigo los graneros
y que surja la ansiada redención…”
Lamentablemente, hoy, ya no conocemos la
letra y menos la música. Tal vez será, porque nosotros lo heredamos todo y
nuestros mayores, en cambio, tuvieron que tomar las armas para defender las
tierras que les dio la Revolución.
Amigas y
amigos míos.
En el pasado, además del paludismo, víboras
y alacranes, también hubo ciclones, maremotos, temblores y plagas. Además, hay
registros, que los cristeros y grupos de bandoleros, en más de una ocasión,
vinieron y les quemaron a los campesinos sus humildes chozas. Y nuestros
ancestros, sin mayor impulso que el amor por la tierra, volvieron a levantarse.
Hoy, en efecto, son otros los tiempos
y otros los problemas, pero también, nuevos tiempos, reclaman de todos
nosotros, nuevos compromisos. Aquí y ahora, en este hermoso escenario de
reencuentro con nuestras raíces, hagamos el compromiso de realizar nuestro
superior empeño para construir un destino común, que ofrezca, a las nuevas
generaciones, solidaridad social, mayores oportunidades de bienestar, progreso,
equilibrio ambiental y un crecimiento económico dinámico y sostenido que genere
los empleos e ingresos necesarios para mejorar la calidad de vida, desarrollo,
paz, armonía y tranquilidad social.
Por lo anteriormente
expuesto, con emoción, alegría y esperanza, concluyo mi humilde intervención,
invitándoles, para que, así como nuestros padres y abuelos, desafiaron
adversidades trabajado desde la aurora del día, hasta el crepúsculo del
atardecer; nosotros, hagamos un esfuerzo adicional en la titánica encomienda de
recuperar nuestra agricultura.
Sí
amigas y amigos.
En un clima de buena
voluntad y desarrollando al máximo nuestras potencialidades, con el mayor de
nuestros empeños y lo mejor de nuestras voluntades, unidos y con orden, con renovado
espíritu colaborativo, por la nueva grandeza de armería, “en terreno fértil, con esfuerzo firme”, no abandonemos nuestros
cocotales, démosle valor agregado a nuestro productos, diversifiquemos nuestra
producción, busquemos nuevas alternativas que nos permitan elevar la productividad
y trabajemos con amor esta tierras calurosas, francas, nobles y generosas.
El pasado, el presente y el
futuro de Armería, querámoslo que no, sigue siendo el campo. Esa, es nuestra
vocación. Ese, es nuestro destino, vivámoslo plenamente. Quién no quiera
trabajar sus tierras, mejor, que se vaya de Armería.
Felicidades y enhorabuena.
Muchas gracias.
Miguel Chávez
Michel
Cronista
Municipal
Armería, Col. Mayo 26 de 2013.