lunes, 27 de mayo de 2013

XLVI Aniversario del Municipio de Armería

Estimadas autoridades
Invitados especiales
Público en general
Amigas y amigos todos

Con el privilegio de poder dirigirme a ustedes, con humildad, respeto y gratitud, hago propicia la ocasión, para expresar, en el marco de este aniversario, la seguridad de mi permanente gratitud, por la oportunidad que me brindan, de sumarme, con mis modestas palabras, al propósito central de honrar la memoria de los hombres y las mujeres, que hicieron posible, que el H. Congreso del Estado, promulgara, el 26 de mayo de 1967, la creación del Municipio de Armería.
                                                                   
Desde luego, ésta efeméride, es una valiosa oportunidad de reflexión colectiva y educación cívica, en donde, además de glosar los acontecimientos que nos permitieron alcanzar la categoría de municipio, se sustenta, en la noble intención de consolidar nuestra identidad local, reforzar la conciencia ciudadana sobre nuestros orígenes y el significado histórico de ésta conmemoración.

En la memoria colectiva de todos los pueblos, existen fechas, eventos y contingencias, que resumen su historia y, por su trascendencia, además de referentes épicos, son veneros socioculturales que conforman el sentido de pertenencia de los habitantes de una comunidad, como la nuestra.

En efecto, en nuestro devenir, la creación del municipio de Armería, compendia lo que fuimos, lo que somos y lo que seremos como sociedad, producto del esfuerzo que genera el arraigarse con amor en estas tierras, en donde por igual, nativos y avecindados, han trabajado, para hacer de Armería, la casa grande en donde vivimos todos.

Para satisfacción de propios y extraños, somos un pueblo pluriétnico y pluricultural producto del trabajo de muchas generaciones. En esta región de la costa colimense, entre contingencias meteorológicas de agua dulce y agua salada, en tierra fértil y esfuerzo firme, prosperaron comunidades indígenas como Coatlan, Coyutlan y Tequepa. También en este lugar, se establecieron grupos de colonizadores y ambos, fertilizaron la estirpe de una comunidad plural y cosmopolita. Con el trascurrir del tiempo, excepcionales avecindados enriquecieron nuestro mestizaje.

En el siglo XIX y en el primer tercio del siglo XX, aquí, florecieron las Haciendas de Armería, Cuyutlán y Paso del Río. Con la llegada del ferrocarril se abrieron nuevas tierras al cultivo y con el reparto agrario se alentó la llegada de nuevos pobladores a esta planicie costera.

El maremoto del 22 de junio de 1932, fue fundamental detonador, para elevar el número de habitantes, lo que motivó, que la entonces ranchería de Armería, fuera elevada a la categoría de pueblo, mediante Decreto No. 44 expedido por el H. Congreso del Estado el 29 de abril de 1935.

En el período comprendido de 1935 a 1967, nuestros padres, sin mayor capital que la fertilidad del suelo y el amor a la tierra, en su permanente esfuerzo por forjar su propio destino, no hubo reto que los amedrentara, ni circunstancia que los derrotara; por el contrario, unieron voluntades, trabajaron en equipo y agudizaron sus sentidos de exitosos emprendedores, trasformando, con la fuerza de su brazo, éstas tierras otrora inhóspitas, palúdicas e insalubres, en un vergel, hasta alcanzar, el añorado sueño, de ver a nuestro pueblo, transformado en Municipio.
Su precedente más próximo, lo encontramos en el sexenio 1961-1967) período en que fueron Presidentes de la H. Junta Municipal de Armería Don Jesús Vaca Farías y Don Eusebio Michel Rincón y ambos, con el respaldo del Pbro. Juan Hernández León, destacados pobladores, agricultores y los comisariados ejidales de la época, solicitaron la creación del Municipio de Armería al gobernador Francisco Velasco Curiel.
Los estudios socioeconómicos y topográficos pertinentes para sustentar la inminente iniciativa para que el pueblo de Armería se le concediera la categoría de Municipio fueron elaborados por el profesor Juan Oseguera Velázquez y al cartógrafo Elías Méndez Pizano.

Con estos antecedentes, a las doce treinta horas del día 26 de mayo de 1967, en el entonces centro escolar “Presidente Adolfo López Mateos”, que albergaba a la Escuela Federal Revolución en sus turnos matutino y vespertino y a la Secundaria por Cooperación No. 16, se verificó la Sesión Solemne de la cuadragésima primera Legislatura, en donde, se dio lectura al decreto No. 119, por el que se elevó a la categoría de Municipio a la zona agrícola conocida con el nombre de Armería.

Cumplimentando el orden del día, fueron designados los diputados Herminio Málaga Rojas y Enrique Bayardo López para introducir al Sr. Gobernador, quién ya se encontraba en el exterior del recinto, acompañado del  Presidente del Supremo Tribunal de Justicia, Lic. Julio Santana, el Presidente de la H. Junta Municipal Eusebio Michel Rincón, los Presidentes Municipales de Manzanillo, Luis García Castillo; de Coquimatlán, Antonio Estrada Márquez; de Colima, Octavio Urzúa Quroz; de Comala, Alfredo Rocha Contreras; de Cuauhtémoc, Gonzalo Verduzco Curiel; de Ixtlahuacán, Francisco Bueno Larios; de Minatitlán, J. Ascención Yánez; de Tecomán, José Espinoza Rivera, de Villa de Álvarez, José Inés Ramírez Cobián y el Regidor de Armería en el Ayuntamiento de Manzanillo Lino Corona Pérez.

En el desarrollo de la sesión, el diputado Roberto González Fuentes procedió a la lectura del Decreto No. 119. El diputado por el VII Distrito (Manzanillo) Herminio Málaga Rojas, dirigió un emotivo y conceptuoso discurso y posterior al mensaje del Sr. Gobernador, un joven maestro de la escuela Independencia, el Profesor Manuel Godina Velasco, por decisión de los líderes locales, a nombre de nuestro pueblo, le correspondió agradecer la honrosa distinción de habernos otorgado la categoría de municipio.

El diario oficial de la época relata, (abro comillas) “…La aprobación del Decreto fue sancionado por el numeroso público asistente con un nutrido y prolongado aplauso acompañado de una algarabía producida por más de un centenar de vehículos, tractores y las campanas de la iglesia, todo ello, en señal de júbilo, por este histórico acontecimiento que crea el décimo Municipio del Estado de Colima…” (Cierro comillas). Posteriormente, con cohetes, el continuado repique de las campanas, danzas folklóricas, bandas de guerra, mariachis, chirimías y bandas de música, entre gritos de júbilo, llantos de alegría y aplausos de agradecimiento, desfilaron contingentes de rurales, grupos de hombres de a caballo, los trabajadores de la fábrica de coco, salineros, niños y mujeres con vestidos típicos, tractores y carros alegóricos adornados con instrumentos de labranza y productos del campo.

Hoy, es un día especial. Es un día de fiesta. Es un día de unidad. Hoy, es el día del Municipio que forjaron nuestros padres. Sí amigas y amigos míos, hoy, en el contexto de este mago acontecimiento, créanme, aún vibran en lo más profundo de mis recuerdos, aquellas apasionantes y sentimentales emociones, que los jóvenes de la época, sentimos, al observar, escuchar y ser testigos, que el esfuerzo de nuestros mayores era coronado con el inicio de una nueva etapa para nuestro pueblo.
Semanas posteriores, el domingo 19 de noviembre de 1967 se efectuaron las elecciones locales para integrar el Primer Ayuntamiento de Armería. En el actual salón de usos múltiples Gustavo Alberto Vázquez Montes, se ubicaba el entonces “Cine Victoria” y que posteriormente se denominó “Cine Armería”, a las doce horas del lunes primero de enero de 1968 se instaló formalmente el primer Ayuntamiento que presidió Don Rosalío González Espinosa. Fue testigo de honor, el gobernador Pablo Silva García.

Años más tarde, el 31 de agosto de 1988, a iniciativa del Gobernador Elías Zamora Verduzco, el H. Congreso del Estado, mediante Decreto No. 167 elevó a la categoría de Ciudad la cabecera del Municipio de Armería.

Por todo lo anterior, en el espacio de esta fiesta cívica, aquí y ahora, para los fundadores, que ya rindieron tributo a la tierra que hicieron fructificar, hago votos, para que mis modestas palabras, en su memoria, sean un timbre de honor. Para los que aún viven compartiendo sus nobles experiencias, con gratitud y afecto les decimos muchas gracias.

Muy respetable audiencia.
Hoy, a cuarenta y seis años de distancia de habérsele otorgado la categoría de Municipio al pueblo de Armería, esta Sesión Solemne del Honorable Cabildo, nos proporciona un excelente espacio, primero, para que no se nos olvide nuestro origen; segundo, para que recordemos con gratitud, la perseverancia y el espíritu de lucha de nuestros padres, y tercero, para que juntos reflexionemos sobre el futuro que queremos para las nuevas generaciones.

Amigas y amigos todos.

Armería no es un pueblo más, tiene un origen cosmopolita y una microhistoria única y como el árbol que se nutre de la buena tierra, tiene un pasado colmado de realizaciones, un presente con enormes potencialidades y un futuro pleno de esperanzas y grandes desafíos; pero requerimos con urgencia, de un verdadero renacimiento de mentalidades y actitudes, que rompan inercias, que parecen condicionarnos.

En esta tesitura, tomando como ejemplo la tenacidad de nuestros mayores, requerimos de un nuevo modelo colaborativo que impulse la innovación, el emprendimiento y la creatividad para ubicarnos nuevamente a la vanguardia y en la ruta del crecimiento.

En su tiempo, con firmeza y visionario esfuerzo, nuestros padres y abuelos, hicieron su tarea. Llegaron a éstas tierras, sin más capital que su fuerza de trabajo. A pico y pala construyeron canales de riego, hicieron norias, sembraron cultivos perenes, construyeron carreteras y caminos saca cosechas, introdujeron la luz eléctrica y redes de agua potable, edificaron infraestructura urbana y nos dotaron de buenas escuelas. Hasta tuvieron tiempo para heredarnos parcelas en producción, tractores, vehículos y buenas casas, que hoy, con tristeza observamos, que por falta de mantenimiento se están cayendo.

A nuestros padres, nunca se les olvidó, que “la tierra, es de quien la trabaje”, luego entonces, jamás rentaron sus parcelas. Y, cuando el cansancio los agotaba, renovaban sus energías, cantando el himno del agrarista;

“…Marchemos agraristas a los campos
a sembrar la semilla del progreso,
marchemos siempre unidos sin tropiezo,
laborando por la paz de la nación.

No queremos ya más luchas entre hermanos,
olvidemos los rencores compañeros,
que se llenen de trigo los graneros
y que surja la ansiada redención…”

Lamentablemente, hoy, ya no conocemos la letra y menos la música. Tal vez será, porque nosotros lo heredamos todo y nuestros mayores, en cambio, tuvieron que tomar las armas para defender las tierras que les dio la Revolución.

Amigas y amigos míos.

En el pasado, además del paludismo, víboras y alacranes, también hubo ciclones, maremotos, temblores y plagas. Además, hay registros, que los cristeros y grupos de bandoleros, en más de una ocasión, vinieron y les quemaron a los campesinos sus humildes chozas. Y nuestros ancestros, sin mayor impulso que el amor por la tierra, volvieron a levantarse.

Hoy, en efecto, son otros los tiempos y otros los problemas, pero también, nuevos tiempos, reclaman de todos nosotros, nuevos compromisos. Aquí y ahora, en este hermoso escenario de reencuentro con nuestras raíces, hagamos el compromiso de realizar nuestro superior empeño para construir un destino común, que ofrezca, a las nuevas generaciones, solidaridad social, mayores oportunidades de bienestar, progreso, equilibrio ambiental y un crecimiento económico dinámico y sostenido que genere los empleos e ingresos necesarios para mejorar la calidad de vida, desarrollo, paz, armonía y tranquilidad social.
Por lo anteriormente expuesto, con emoción, alegría y esperanza, concluyo mi humilde intervención, invitándoles, para que, así como nuestros padres y abuelos, desafiaron adversidades trabajado desde la aurora del día, hasta el crepúsculo del atardecer; nosotros, hagamos un esfuerzo adicional en la titánica encomienda de recuperar nuestra agricultura.
Sí amigas y amigos.
En un clima de buena voluntad y desarrollando al máximo nuestras potencialidades, con el mayor de nuestros empeños y lo mejor de nuestras voluntades, unidos y con orden, con renovado espíritu colaborativo, por la nueva grandeza de armería, “en terreno fértil, con esfuerzo firme”, no abandonemos nuestros cocotales, démosle valor agregado a nuestro productos, diversifiquemos nuestra producción, busquemos nuevas alternativas que nos permitan elevar la productividad y trabajemos con amor esta tierras calurosas, francas, nobles y generosas.
El pasado, el presente y el futuro de Armería, querámoslo que no, sigue siendo el campo. Esa, es nuestra vocación. Ese, es nuestro destino, vivámoslo plenamente. Quién no quiera trabajar sus tierras, mejor, que se vaya de Armería.
Felicidades y enhorabuena.

Muchas gracias.


Miguel Chávez Michel
Cronista Municipal


Armería, Col. Mayo 26 de 2013.

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